El sol muestra en uno de los ángulos superiores del rectángulo,el que está a la izquierda
de quien mira, representando el astro rey una cabeza de hombre de la que surgen rayos
de aguda luz y sinuosas llamaradas, como una rosa de los vientos indecisa sobre la
dirección de los lugares hacia los que quiere apuntar, y esa cabeza tiene un rostro que
llora, crispado en un dolor que no cesa, lanzando por la boca abierta un grito que no
podemos oír, pues ninguna de estas cosas es real, lo que tenemos ante nosotros es papel
y tinta, nada más. Bajo el sol vemos un hombre desnudo atado a un tronco de árbol,
ceñidos los flancos por un paño que le cubre las partes llamadas pudendas o
vergonzosas, y los pies los tiene asentados en lo que queda de una rama lateral cortada.
Sin embargo, y para mayor firmeza, para que no se deslicen de ese soporte natural, dos clavos los mantienen, profundamente clavados. Por la expresión del rostro, que es de
inspirado sufrimiento, y por la dirección de la mirada, erguida hacia lo alto, debe de ser el
Buen Ladrón. El pelo, ensortijado, es otro indicio que no engaña, sabiendo como sabemos
que los ángeles y los arcángeles así lo llevan, y el criminal arrepentido está, por lo ya
visto, camino de ascender al mundo de las celestiales creaturas. (Fragmento de la obra).
El Ático
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ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ Y CASI UN OBJETO (José Saramago)
Durante las elecciones municipales de una ciudad sin nombre, la
mayoría de sus habitantes decide individualmente ejercer su derecho
al voto de una manera inesperada. El gobierno teme que ese gesto
revolucionario, capaz de socavar los cimientos de una democracia
degenerada, sea producto de una conjura anarquista internacional o
de grupos extremistas desconocidos. Las cloacas del poder se
ponen en marcha: los culpables tienen que ser eliminados. Y si no se
hallan, se inventan. Los protagonistas de esta nueva novela de
Saramago, un inspector de policía y la mujer que conservó la vista en
la epidemia de luz blanca de Ensayo sobre la ceguera, dan muestras
de la altura moral que los ciudadanos anónimos pueden alcanzar
cuando deciden ejercer la libertad. Saramago, un escritor que se ha
convertido en la conciencia lúcida de una época cegada por los
mecanismos del poder, lanza una llamada de alerta: «Puede suceder
que un día tengamos que preguntarnos Quién ha firmado esto por
mí». Ese día puede ser hoy.
LA INMORTALIDAD DEL ALMA (San Agustín)
1. Si la ciencia existe en alguna parte, y no puede existir sino
en un ser que vive, y existe siempre; y si cualquier ser en el
que algo siempre existe, debe existir siempre: siempre vive el
ser en el que se encuentra la ciencia. Si nosotros somos los que
razonamos, es decir, nuestra alma; si ésta no puede razonar
con rectitud sin la ciencia y si no puede subsistir el alma sin la
ciencia, excepto el caso en que el alma esté privada de ciencia,
existe la ciencia en el alma del hombre. La ciencia existe en
alguna parte, porque existe y todo lo que existe no puede no
existir en parte alguna. Además la ciencia no puede existir sino
en un ser que vive. Porque ningún ser que no vive puede
aprender algo; y no puede existir la ciencia en aquel ser que no
puede aprender nada. Asimismo, la ciencia existe siempre. En
efecto, lo que existe y existe de modo inmutable es necesario
que exista siempre. Ahora bien, nadie niega la existencia de la
ciencia. En efecto, quienquiera que admita que no se puede
hacer que una línea trazada por el centro de un círculo no sea
la más larga de todas las que no se tracen por el dicho centro, y
que esto es objeto propio de alguna ciencia, afirma que existe
una ciencia inmutable. Además nada en lo que algo existe
siempre, puede no existir siempre. Efectivamente, ningún ser
que existe siempre permite que sea sustraído alguna vez el
sujeto en el que existe siempre. Desde luego cuando
razonamos, esto lo hace nuestra alma. (Fragmento del capítulo uno).
SOLILOQUIOS (San Agustín)
3. A ti te invoco, Dios Verdad, en quien, de quien y por quien son verdaderas todas las cosas verdaderas. Dios, Sabiduría, en ti, de ti y por ti saben todos los que saben. Dios, verdadera y suma vida, en quien, de quien y por quien viven las cosas que suma y verdaderamente viven. Dios bienaventuranza, en quien, de quien y por quien son bienaventurados cuantos hay bienaventurados. Dios, Bondad y Hermosura, principio, causa y fuente de todo lo bueno y hermoso. Dios, Luz inteligible, en ti, de ti y por ti luce inteligiblemente todo cuanto inteligiblemente luce. Dios, cuyo reino es todo el mundo, que no alcanzan los sentidos. Dios, la ley de cuyo reino también en estos reinos se describe. Dios, de quien separarse es caer; a quien volver es levantarse; permanecer en ti es hallarse firme. Dios, darte a ti la espalda es morir, volver a ti es revivir, morar en ti es vivir. Dios, a quien nadie pierde sino engañado, a quien nadie busca sino avisado: a quien nadie halla sino purificado. Dios, dejarte a ti es perderse; seguirte a ti es amar; verte es poseerte. Dios, a quien nos despierta la fe, levanta la esperanza, une la caridad. Te invoco a ti, Dios, por quien vencemos al enemigo. Dios, por cuyo favor no hemos perecido nosotros totalmente. Dios que nos exhortas para que vigilemos. Dios, por quien discernimos los bienes de los males. Dios, por quien evitamos el mal y seguimos el bien. Dios, por quien no sucumbimos a las adversidades. Dios, a quien se debe nuestra buena obediencia y buen gobierno. Dios, por quien aprendemos que es ajeno lo que alguna vez creímos nuestro y nuestro lo que creímos ajeno. Dios, gracias a ti superamos los estímulos y halagos de los malos. (Fragmento del primer capítulo).
OBRAS COMPLERTAS TOMO I (San Agustín)
Actas del debate con el maniqueo Fortunato; Actas del debate con el maniqueo Félix; Actas del debate con el donatista Emérito; Actas del proceso a Pelagio; La adivinación diabólica; Anotaciones al libro de Job; A Orosio, contra los priscilianistas y origenistas; La bondad del matrimonio; La bondad de la viudez; Carta a los católicos sobre la secta donatista (La unidad de la Iglesia) Cartas (1º) 1-123.
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