Esta serie de búsquedas aparece más tarde de lo que había
previsto y bajo una forma totalmente distinta.
He aquí el porqué. No debían ser ni una historia de los
comportamientos ni una historia de las representaciones, pero sí
una historia de la "sexualidad": las comillas tienen su
importancia. Mi propósito no era reconstruir la historia de las
conductas y prácticas sexuales, según sus formas sucesivas, su
evolución y su difusión. Tampoco era mi intención analizar las
ideas (científicas, religiosas o filosóficas) a través de las
cuales nos hemos representado tales comportamientos. En
principio, quería detenerme ante esta noción, tan cotidiana, tan
reciente, de "sexualidad": tomar distancia respecto de ella
contornear su evidencia familiar, analizar el contexto teórico y
práctico al que está asociada. El propio término de
"sexualidad" apareció tardíamente, a principios de¡ siglo XIX.
Se trata de un hecho que no hay que subestimar ni
sobreinterpretar. Señala algo más que un cambio de vocabulario,
pero evidentemente no marca el surgimiento súbito de aquello con
lo que se relaciona. Se ha establecido el uso de la palabra en
relación con otros fenómenos: el desarrollo de campos de
conocimiento diversos (que cubren tanto los mecanismos
biológicos de la reproducción como las variantes individuales o
sociales de¡ comportamiento); el establecimiento de un conjunto
de reglas y normas, en parte tradicionales, en parte nuevas, que
se apoyan en instituciones religiosas, judiciales, pedagógicas,
médicas; cambios también en la manera en que los individuos se
ven llevados a dar sentido y valor a su conducta, a sus deberes,
a sus placeres, a sus sentimientos y sensaciones, a sus sueños. (Fragmento de la introducción de la obra).
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