Este libro es la transcripción del curso de Foucault en el Collége de
France entre fines del año 1975 y mediados de 1976. Es el momento en
que se editan Vigilar y castigar y La voluntad de saber. Foucault prosigue
un plan varias veces anunciado y se detiene en un problema particular: el
tema de las poblaciones y el nacimiento de la biopolítica.
En estas clases inaugura un nuevo recorrido. Primero plantea un problema
teórico, el de la extensión y operatividad de la genealogía, palabra
que designa su perspectiva de trabajo. Luego hace jugar esta perspectiva
en un aspecto clave de la biopolítica, la que concierne al racismo.
La genealogía se inscribe en la tradición nietzscheana que articula las
luchas con la memoria, describe las fuerzas históricas que en su enfrentamiento
hicieron posible las culturas y las formas de vida.
Foucault, como continuador de esta tradición, busca un antecedente
que lo llevará mucho más allá de Nietzsche. Lo llamará contrahistoria, es
el primer discurso histórico-político de Occidente. Adquiere su plena elaboración
en el siglo xvii por parte de una aristocracia ya decadente. Los
representantes de esta clase producen un relato histórico cuyos efectos se
marcarán dos y tres siglos más tarde.
Esta contrahistoria es la que introduce el modelo de la guerra para
pensar la historia. Elabora la primera historia no romana o antirromana,
la vieja historia imperial que unía a la Antigüedad y al Medioevo en la
repetición de una crónica de fundaciones y héroes legendarios. La
contrahistoria transgrede la continuidad de la gloria y enuncia una nueva
forma de continuidad histórica: el derecho a la rebelión.
Esta es la dirección del discurso de la guerra de las razas con su sentido
binario y su álgebra de enfrentamientos. Para la contrahistoria, el acontecimiento
inaugural de las sociedades, el punto cero de la historia, es la
invasión. Esta singularidad histórica describe los choques y batallas entre
etnias, conquistadores normandos contra sajones, galo-romanos contra
germanos. (Fragmento del prólogo escrito por Tomás Abraham).
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