Boecio es, asimismo, autor de varias obras originales
sobre lógica, matemáticas y música, y de varios opúsculos teológicos de
contenido cristiano cuya autenticidad había sido puesta en duda, aunque parece
establecida definitivamente desde los estudios de Krieg y, sobre todo, de
Usener , que publica por primera vez un escrito de su contemporáneo y discípulo
Casiodoro, donde asigna, efectivamente, estas obras a Boecio.
La autoridad de Boecio durante la alta Edad Media fue
inmensa, y sólo puede compararse a la que ejercieron Aristóteles y San Agustín,
pues es casi el único transmisor de la filosofía peripatética hasta fines del
siglo XII, de la que sólo se conocía la lógica, la metodología y un resumen de
la ontología. Él
fue quien suscitó la cuestión de los universales, que llena
todo aquel período, y quien enseñó a los filósofos medievales los géneros
filosóficos de la interpretación y el comentario que llegaron a ser
característicos. Y en su libro De consolatione philosophiæ ofreció a la
conciencia cristiana un sistema racional de teodicea que no contradecía al
dogma; por eso llegó a ser uno de los libros más leídos, comentados e imitados
de toda la historia de la filosofía, mereciendo su autor el dictado de ―noster
sumus philosophus. Hoy podemos ver en Boecio al primer escolástico, pero
también al último romano. (Fragmento del prólogo escrito por Alfonso Castaño Piñán).
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