MEDITACIONES (Marco Aurelio)


Marco Aurelio nació en Roma el 26 de abril del año 121. Murió en Vindobona (Viena) el 17 de marzo del 180. Entre esas dos fechas, interdistantes casi sesenta años, y esos dos escenarios geográficos —una acomodada mansión patricia en la metrópolis imperial y, al otro lado, un campamento militar en la turbulenta frontera danubiana—, está enmarcada la vida de este extraño personaje, filósofo y emperador. Estuvo al frente del Imperio Romano veinte años y fue un gran gobernante, el último emperador de lo que historiadores próximos consideraron como la Edad de Oro del Imperio. Sus apuntes personales, las Meditaciones, están escritos a lo largo de sus últimos años de vida. Estas notas filosóficas adquieren su dimensión dramática definitiva referidas a su trasfondo biográfico. La coherencia entre su conducta y sus reflexiones confirma la magnanimidad personal de Marco Aurelio, que fue, según Herodiano (I 2, 4), «el único de los emperadores que dio fe de su filosofía no con palabras ni con afirmaciones teóricas de sus creencias, sino con su carácter digno y su virtuosa conducta». El papel histórico del rey filósofo o, más sencillamente, del filósofo con actuación política, es arriesgado por la tensión perenne entre las urgencias de la praxis concreta y la abstracta ética filosófica. En el mundo romano podemos encontrar dos figuras políticas interesantes desde esta perspectiva: la del estoico Séneca, ambiguo y retórico, y la de este estoico emperador, cuyo rasgo distintivo es, como A. Puech afirmaba, la sinceridad. Todo eso justifica que, según el uso tradicional, anotemos los datos más notables de su biografía, precediendo al estudio de sus escritos. Las Meditaciones comienzan con una evocación escueta de cuatro figuras familiares: la de su abuelo paterno, su padre, su madre y su bisabuelo materno. Son las personas que influyeron en la niñez y adolescencia del futuro emperador, y las primeras con quien él quiere cumplir una deuda de gratitud al recordarlas. (Fragmento de la introducción escrita por Carlos García Gual).

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