El sol muestra en uno de los ángulos superiores del rectángulo,el que está a la izquierda
de quien mira, representando el astro rey una cabeza de hombre de la que surgen rayos
de aguda luz y sinuosas llamaradas, como una rosa de los vientos indecisa sobre la
dirección de los lugares hacia los que quiere apuntar, y esa cabeza tiene un rostro que
llora, crispado en un dolor que no cesa, lanzando por la boca abierta un grito que no
podemos oír, pues ninguna de estas cosas es real, lo que tenemos ante nosotros es papel
y tinta, nada más. Bajo el sol vemos un hombre desnudo atado a un tronco de árbol,
ceñidos los flancos por un paño que le cubre las partes llamadas pudendas o
vergonzosas, y los pies los tiene asentados en lo que queda de una rama lateral cortada.
Sin embargo, y para mayor firmeza, para que no se deslicen de ese soporte natural, dos clavos los mantienen, profundamente clavados. Por la expresión del rostro, que es de
inspirado sufrimiento, y por la dirección de la mirada, erguida hacia lo alto, debe de ser el
Buen Ladrón. El pelo, ensortijado, es otro indicio que no engaña, sabiendo como sabemos
que los ángeles y los arcángeles así lo llevan, y el criminal arrepentido está, por lo ya
visto, camino de ascender al mundo de las celestiales creaturas. (Fragmento de la obra).
ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ Y CASI UN OBJETO (José Saramago)
Durante las elecciones municipales de una ciudad sin nombre, la
mayoría de sus habitantes decide individualmente ejercer su derecho
al voto de una manera inesperada. El gobierno teme que ese gesto
revolucionario, capaz de socavar los cimientos de una democracia
degenerada, sea producto de una conjura anarquista internacional o
de grupos extremistas desconocidos. Las cloacas del poder se
ponen en marcha: los culpables tienen que ser eliminados. Y si no se
hallan, se inventan. Los protagonistas de esta nueva novela de
Saramago, un inspector de policía y la mujer que conservó la vista en
la epidemia de luz blanca de Ensayo sobre la ceguera, dan muestras
de la altura moral que los ciudadanos anónimos pueden alcanzar
cuando deciden ejercer la libertad. Saramago, un escritor que se ha
convertido en la conciencia lúcida de una época cegada por los
mecanismos del poder, lanza una llamada de alerta: «Puede suceder
que un día tengamos que preguntarnos Quién ha firmado esto por
mí». Ese día puede ser hoy.
LA INMORTALIDAD DEL ALMA (San Agustín)
1. Si la ciencia existe en alguna parte, y no puede existir sino
en un ser que vive, y existe siempre; y si cualquier ser en el
que algo siempre existe, debe existir siempre: siempre vive el
ser en el que se encuentra la ciencia. Si nosotros somos los que
razonamos, es decir, nuestra alma; si ésta no puede razonar
con rectitud sin la ciencia y si no puede subsistir el alma sin la
ciencia, excepto el caso en que el alma esté privada de ciencia,
existe la ciencia en el alma del hombre. La ciencia existe en
alguna parte, porque existe y todo lo que existe no puede no
existir en parte alguna. Además la ciencia no puede existir sino
en un ser que vive. Porque ningún ser que no vive puede
aprender algo; y no puede existir la ciencia en aquel ser que no
puede aprender nada. Asimismo, la ciencia existe siempre. En
efecto, lo que existe y existe de modo inmutable es necesario
que exista siempre. Ahora bien, nadie niega la existencia de la
ciencia. En efecto, quienquiera que admita que no se puede
hacer que una línea trazada por el centro de un círculo no sea
la más larga de todas las que no se tracen por el dicho centro, y
que esto es objeto propio de alguna ciencia, afirma que existe
una ciencia inmutable. Además nada en lo que algo existe
siempre, puede no existir siempre. Efectivamente, ningún ser
que existe siempre permite que sea sustraído alguna vez el
sujeto en el que existe siempre. Desde luego cuando
razonamos, esto lo hace nuestra alma. (Fragmento del capítulo uno).
SOLILOQUIOS (San Agustín)
3. A ti te invoco, Dios Verdad, en quien, de quien y por quien son verdaderas todas las cosas verdaderas. Dios, Sabiduría, en ti, de ti y por ti saben todos los que saben. Dios, verdadera y suma vida, en quien, de quien y por quien viven las cosas que suma y verdaderamente viven. Dios bienaventuranza, en quien, de quien y por quien son bienaventurados cuantos hay bienaventurados. Dios, Bondad y Hermosura, principio, causa y fuente de todo lo bueno y hermoso. Dios, Luz inteligible, en ti, de ti y por ti luce inteligiblemente todo cuanto inteligiblemente luce. Dios, cuyo reino es todo el mundo, que no alcanzan los sentidos. Dios, la ley de cuyo reino también en estos reinos se describe. Dios, de quien separarse es caer; a quien volver es levantarse; permanecer en ti es hallarse firme. Dios, darte a ti la espalda es morir, volver a ti es revivir, morar en ti es vivir. Dios, a quien nadie pierde sino engañado, a quien nadie busca sino avisado: a quien nadie halla sino purificado. Dios, dejarte a ti es perderse; seguirte a ti es amar; verte es poseerte. Dios, a quien nos despierta la fe, levanta la esperanza, une la caridad. Te invoco a ti, Dios, por quien vencemos al enemigo. Dios, por cuyo favor no hemos perecido nosotros totalmente. Dios que nos exhortas para que vigilemos. Dios, por quien discernimos los bienes de los males. Dios, por quien evitamos el mal y seguimos el bien. Dios, por quien no sucumbimos a las adversidades. Dios, a quien se debe nuestra buena obediencia y buen gobierno. Dios, por quien aprendemos que es ajeno lo que alguna vez creímos nuestro y nuestro lo que creímos ajeno. Dios, gracias a ti superamos los estímulos y halagos de los malos. (Fragmento del primer capítulo).
OBRAS COMPLERTAS TOMO I (San Agustín)
Actas del debate con el maniqueo Fortunato; Actas del debate con el maniqueo Félix; Actas del debate con el donatista Emérito; Actas del proceso a Pelagio; La adivinación diabólica; Anotaciones al libro de Job; A Orosio, contra los priscilianistas y origenistas; La bondad del matrimonio; La bondad de la viudez; Carta a los católicos sobre la secta donatista (La unidad de la Iglesia) Cartas (1º) 1-123.
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CONFESIONES (San Agustín)
1. Grande eres, Señor, e inmensamente digno de alabanza; grande es tu poder y tu inteligencia no tiene límites. Y ahora hay aquí un hombre que te quiere alabar. Un hombre que es parte de tu creación y que, como todos, lleva siempre consigo por todas partes su mortalidad y el testimonio de su pecado, el testimonio de que tú siempre te resistes a la sobrebia humana. así pues, no obstante su miseria, ese hombre te quiere alabar. Y tú lo estimulas para que encuentre deleite en tu alabanza; nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti. Y ahora, Señor, concédeme saber qué es primero: si invocarte o alabarte; o si antes de invocarte es todavía preciso conocerte. 2. Pues, ¿quién te podría invocar cuando no te conoce? Si no te conoce bien podría invocar a alguien que no eres tú. ¿O será, acaso, que nadie te puede conocer si no te invoca primero? Mas por otra parte: ¿Cómo te podría invocar quien todavía no cree en ti; y cómo podría creer en ti si nadie te predica? Alabarán al Señor quienes lo buscan; pues si lo buscan lo habrán de encontrar; y si lo encuentran lo habrán de alabar. Haz pues, Señor, que yo te busque y te invoque; y que te invoque creyendo en ti, pues ya he escuchado tu predicación. Te invoca mi fe. Esa fe que tú me has dado, que infundiste en mi alma por la humanidad de tu Hijo, por el ministerio de aquel que tú nos enviaste para que nos hablara de ti. (Capítulo 1).
HUMANO, DEMASIADO HUMANO I y II (Friedrich Nietzsche)
Exceptuando la singularidad de la ruptura estilística reflejada en su tratamiento
temático por Así habló Zaratustra y la «azul soledad» en medio de la que
vive esta obra, si entre los textos publicados por Friedrich Nietzsche hay uno que
se distinga por mostrarse a ojos del lector como un brusco e inesperado viraje respecto
al curso teórico de sus anteriores escritos, ése es sin duda Humano, demasiado
hum ano, aparecido el primer volumen en mayo de 1878, con dos
continuaciones, las Opiniones y sentencias varias y El viandante y su sombra, en
marzo y diciembre 1879, respectivamente. De -monumento a una crisis»1 llegó
incluso a calificarlo años más tarde, en Ecce Homo, el propio Nietzsche, sabedor ele
cuánto de ruptura consigo mismo, de autovencimiento y ele mudanzas de la piel y
del alma había en las páginas de ese libro: pues la despedida de los maestros de
juventud, tanto el abandono definitivo de la amarga metafísica de Schopenhauer
(sólo parcialmente corregida en El nacimiento de la tragedia por el sabor trágico
de una justificación estética de la existencia), cuanto, sobre todo, la ruptura personal
con el gran músico y mistagogo, Richard Wagner, supuso una conmoción y un
quebranto no sólo de los fundamentos teóricos de su primera filosofía, sino también,
más honda y dolorosamente, de las propias bases existenciales. (Fragmento del prólogo titulado "Nietzsche: la crítica
de la metafísica como curvatura de la Ilustración" escrito por Manuel Barrios Casares).
CONSIDERACIONES INTEMPESTIVAS I - IV (Friedrich Nietzsche)
El 10 de enero de 1872 escribe Richard Wagner una muy importante carta a Nietzscbe sobre El nacimiento de
la tragedia; no se quedará atrás en sus alabanzas Cosima
en la que le envía el 18 del mismo mes. Nietzscbe había
hecho llegar ejemplares de su obra a otros dos músicos,
Franz Liszt y Hans von Bülow, y también de ellos recibe
cartas muy elogiosas. Y, como era de esperar, Erwin Rohde
y Cari von Gersdorff los dos amigos de Nietzsche,
reaccionan con parecido entusiasmo.
Ahora bien, Nietzsche era entonces, como él mismo le
recuerda a Georg Brandes en la carta antes citada, catedrático
de universidad, catedrático de filología clásica en
la universidad de Basilea. Y la reacción de los filólogos y,
en general, del público culto alemán, la reacción de las
personas que llevaban la voz cantante en Alemania, y a
las cuales se había referido Wagner con cierta aprensión
nada más comenzar la lectura del libro, fue muy diferente
de la de los músicos o los amigos de Nietzsche.
Friedrich Ritschl, el maestro de Nietzsche, el hombre
que le había proporcionado la cátedra en la universidad
de Basilea, tuvo en sus manos un ejemplar de la obra ya
el 31 de diciembre de 1871; y ese día escribió en su Diario:
«Libro de Nietzsche. El nacimiento de la tragedia. Ingeniosa
cogorza». Los otros maestros de la filología clásica
en las universidades alemanas reaccionaron con hostilidad
y desprecio. Nietzsche fue declarado «científicamente
muerto». Y un silencio de muerte rodeó a El nacimiento
de la tragedia. El Literarisches Centralblatt, la revista
de Leipzig en que Nietzsche, siendo aún estudiante, había
colaborado con algunas recensiones, se negó a publicar
un breve escrito de Rohde sobre la obra. La primera
recensión, anónima, apareció en una revista de Florencia. (Fragmento de la introducción escrita por Andrés Sánchez Pascual).
MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL (Friedrich Nietzsche)
Más allá del bien y del mal es el primer libro publicado por
Nietzsche tras la edición privada, en cuarenta ejemplares, de
la cuarta parte de Así habló Zaratustra* en 1885. Sin embargo,
las ideas expresadas en esta obra no nacieron únicamente
tras la conclusión del Zaratustra, sino que, como no podía ser
menos, dada la manera de trabajar de Nietzsche, se remontan
a varios años atrás. Ha podido demostrarse que algunos de los
apuntes que luego se integraron en las páginas de Más allá del
bien y del mal fueron escritos ya durante el verano de 1881.
También en algunos cuadernos del invierno de 1882-83, estrechamente
relacionados con la composición del primer Zaratustra,
se encuentran esquemas y fragmentos que, reelaborados, pasarán a formar parte de esta obra. Pero es el propio
Nietzsche el que, en un esbozo de prólogo para Más allá del
bien y del mal redactado en la primavera de 1886, y luego descartado,
nos indica la génesis y el significado de su libro.
Dice así ese fragmentario prólogo:
«Este libro está compuesto de anotaciones que hice durante
la génesis de Así habló Zaratustra, o, más exactamente, durante
los entreactos de esa génesis, bien para recrearme, bien
para interrogarme y justificarme a mí mismo en medio de
una empresa ilimitadamente osada y responsable. Si alguna
vez algo ha brotado de sí mismo o, como antes se decía -ha
sido inspirado-, sin modelo, ejemplo, miradas retrospectivas,
propósitos, ese algo es Zaratustra. Servios de este libro
nacido de él para una finalidad similar, o también como de
un sendero laberíntico que una y otra vez conduce de manera
imperceptible hacia aquel peligroso y salvaje terreno del
que surgió el recién mencionado "Libro para todos y para
nadie". Suponiendo que este "Preludio de una filosofía del
futuro" no sea ni quiera ser un comentario a la doctrina de
Zaratustra, acaso sí sea, sin embargo, una especie de glosario
en el que las más importantes innovaciones conceptuales
de aquel libro aparecen todas de algún modo y son llamadas
por su nombre.»
ECCE HOMO (Friedrich Nietzsche)
Como preveo que dentro de poco tendré que dirigirme a la humanidad presentándole la
más grave exigencia que jamás se le ha hecho, me parece indispensable decir quién soy
yo. En el fondo sería lícito saberlo ya: pues no he dejado de «dar testimonio» de mí. Mas
la desproporción entre la grandeza de mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneos se
ha puesto de manifiesto en el hecho de que ni me han oído ni tampoco me han visto
siquiera. Yo vivo de mi propio crédito; ¿acaso es un mero prejuicio que yo vivo? Me
basta hablar con cualquier «persona culta» de las que en verano vienen a la Alta
Engadina para convencerme de que yo no vivo. En estas circunstancias existe un deber
contra el cual se rebelan en el fondo mis hábitos y aún más el orgullo de mis instintos, a
saber, el deber de decir: ¡Escuchadme, pues yo soy tal y tal. ¡Sobre todo, no me
confundáis con otros! Por ejemplo, yo no soy en modo alguno un espantajo, un monstruo de moral; yo soy
incluso una naturaleza antitética de esa especie de hombres venerada hasta ahora como
virtuosa. Dicho entre nosotros, a mí me parece que justo esto forma parte de mi orgullo.
Yo soy un discípulo del filósofo Dioniso, preferiría ser un sátiro antes que un santo. Pero
léase este escrito. Tal vez haya conseguido expresar esa antítesis de un modo jovial y
afable, tal vez no tenga este escrito otro sentido que ése. La última cosa que yo
pretendería sería «mejorar» a la humanidad. Yo no establezco ídolos nuevos, los viejos
van a aprender lo que significa tener pies de barro. Derribar ídolos («ídolos» es mi
palabra para decir «ideales»), eso sí forma ya parte de mi oficio. A la realidad se la ha
despojado de su valor, de su sentido, de su veracidad en la medida en que se ha fingido
mentirosamente un mundo ideal. El «mundo verdadero» y el «mundo aparente»; dicho
con claridad: el mundo fingido y la realidad. Hasta ahora la mentira del ideal ha
constituido la maldición contra la realidad, la humanidad misma ha sido engañada y
falseada por tal mentira hasta en sus instintos más básicos hasta llegar a adorar los
valores inversos de aquellos solos que habrían garantizado el florecimiento, el futuro, el
elevado derecho al futuro. (Fragmento del prólogo de la obra).
EL ANTICRISTO (Friedrich Nietzsche)
Este libro está hecho para muy pocos lectores. Puede que no viva
aún ninguno de ellos. Esos podrían ser los que comprendan mi
Zaratustra: ¿acaso tengo yo derecho a confundirme con aquellos a
quienes hoy se presta atención? Lo que a mi me pertenece es el pasado
mañana. Algunos hombres nacen póstumos.
Las condiciones requeridas para comprender y para
comprenderme luego con necesidad, las conozco demasiado bien. Hay
que ser probo hasta la dureza en las cosas del espíritu para poder
soportar sólo mi seriedad y mi pasión. Hay que estar acostumbrado a
vivir en las montañas y ver a nuestros pies la miserable locuacidad
política y el egoísmo de los pueblos que la época desarrolla. Hay que
hacerse indiferente; no debe preguntarse si la verdad favorece o
perjudica al hombre. Hay que tener una fuerza de predilección para las
cuestiones que ahora espantan a todos; poseer el valor de las cosas
prohibidas: es preciso estar predestinado al laberinto. De esas soledades
hay que hacer una experiencia. Tener nuevos oídos para una nueva
música; nuevos ojos paca las cosas más lejanas: nueva conciencia para
verdades hasta ahora mudas, y la voluntad de la economía en grande
estilo; conservar las propias fuerzas y el propio entusiasmo; hay que
respetarse a sí mismo, amarse a sí mismo: absoluta libertad para
consigo mismo...
Ahora bien; sólo los forjados así son mis lectores; mis lectores
predestinados; ¿qué me importan los demás? Los demás son
simplemente la humanidad. Se debe ser superior a la humanidad por la
fuerza, por el temple, por el desprecio... (Prólogo de la obra titulada "Inversión de todos los valores").
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EL ORIGEN DE LA TRAGEDIA (Friedrich Nietzsche)
Éste es un libro tan intrépido y chispeante que su mismo autor
lo calificó, quince años después, como «un libro imposible».
En su «Ensayo de autocrítica», que desde la tercera edición
(en 1886) suele colocarse como proemio al texto, Nietzsche comentaba
con una apasionada lucidez lo esencial del mismo: su
arrojo intelectual y su entusiasmo juvenil, a la vez que insistía
en la agudeza de sus ideas y ese su carácter intempestivo, que lo
hizo tan desconcertante para sus primeros lectores. Contemplado
desde esa distancia, cuando ya Friedrich Nietzsche había
escrito sus obras filosóficas más representativas y dejado atrás
el oficio de filólogo clásico, su estilo le merecía algunas ásperas
críticas. Hay que situarlas justamente en esa perspectiva cronológica:
el filósofo reexamina su obra juvenil con la mirada de
quien ha recorrido después un largo trecho y con el afecto por su
primera gran obra, muy mal acogida y mal interpretada por sus
contemporáneos. El interés de este «ensayo autocrítico» estriba en esa relectura
del mismo desde una distancia personal enormemente significativa.
El filósofo interpreta sus intuiciones juveniles a la luz del
desarrollo posterior de sus propias ideas, lejos de su cátedra filológica
y liberado de las influencias de Schopenhauer y Wagner,
tan decisivas en la concepción inicial de El origen de la tragedia
en el espíritu de la música (que, significativamente, desde esa
tercera edición, de 1886, cambia el final de su título. Desde entonces
será EL ORIGEN DE LA TRAGEDIA, O Grecia y el pesimismo). (Fragmento de la introducción escrita por Carlos García Gual).
CREPÚSCULO DE LOS ÍDOLOS O CÓMO SE FILOSOFA CON EL MARTILLO (Friedrich Nietzsche)
Tras la publicación de Más allá del bien y del mal* en 1886y
mientras corregía las pruebas de La genealogía de la moral**
a finales del verano de 1887, Nietzsche tomó la decisión de «no
imprimir ninguna cosa más durante una serie de años». Pensaba
dedicarse a elaborar su proyectada obra La voluntad de
poder, a dar, por fin, una exposición detallada de su filosofía.
A Nietzsche le quedaba, en aquel momento, poco más de un
año de vida lúcida.
Sin embargo, pese a sus propósitos, en este último año
Nietzsche dio a la imprenta o dejó preparadas para su impresión
nada menos que seis obras, a saber: El caso Wagner, Crepúsculo
de los ídolos, El Anticristo, Ecce homo, Ditirambos de Dioniso y Nietzsche contra Wagner. El afán de publicar
obras adquiere en los últimos meses de lucidez de Nietzsche tal
precipitación, tal urgencia, que el espectador atento queda
angustiado. ¿Qué había ocurrido en la vida y en el pensamiento
de Nietzsche para que apareciese ese giro tan radical?
En el silencio que Nietzsche se había autoimpuesto, ¿qué representan
esos gritos que son los libros mencionados? Como
veremos: la autodestrucción de sus planes literarios. (Fragmento de la introducción escrita por Andrés Sánchez Pacual).
ASI HABLÓ ZARATUSTRA (Friedrich Nietzsche)
Hay en Nietzsche una indiscutible solidaridad con esas divinidades
de naturaleza proteica y tornadiza cantadas por los poetas
que tanto repugnaban a la visión platónica. En Humano, demasiado
humano se nos revela bajo la figura del espíritu libre; más
tarde es el príncipe Vogelfrei, el Viajero y su sombra, Zaratrusta,
Dionisos, el Anticristo, y así, en una inquietante procesión de
máscaras hasta su Ecce Homo donde Nietzsche llega al paroxismo
de disfrazarse de sí mismo.
La irrupción de esta multitucidad de identidades en el seno
del discurso filosófico tiene el carácter de una clara provocación.
Desde que Platón fijara los atributos que definen a la Idea, el filósofo,
aun el dialéctico, y el científico han tomado como objeto
de su sabiduría una nueva divinidad cuyos rasgos podrían esquematizarse
así: inmutabilidad, fijeza, identidad consigo misma,
universalidad... Dios, el sujeto cartesiano, el Espíritu Absoluto de Hegel, el concepto neutro y objetivo de la ciencia... gran carnava]
del tiempo en el que la ficción de lo universal oculta siempre
la violencia de las conquistas particulares. Frente a la mascarada de la unidad y la universalidad, el desfile
incesante de máscaras en Nietzsche pone expresamente de
manifiesto eso que se ha querido esconder tras la verdad sin rostro
y sin nombre del discurso filosófico y científico: que la verdad
una e idéntica para todos no es sino el resultado de la pugna entre
una multiplicidad de identidades o de intereses divergentes,
la máscara con que se recubre aquella perspectiva peculiar que
ha conseguido imponerse tiránicamente sobre las demás. (Fragmento de la introducción titulada "La filosofía de Nietzsche como filosofía
de máscaras" escrita por Dolores Castrillo Mirat).
LOS FILÓSOFOS PREPLATÓNICOS (Friedrich Nietzsche)
Los trabajos realizados por el joven Nietzsche durante su
etapa como profesor de la Universidad de Basilea son relativamente
poco conocidos, si se los compara con el destino
fulgurante que, después de su muerte acaecida en el año
1900, experimentaron sus obras posteriores a las Consideraciones
intempestivas. Este conocimiento menor no se debe a
la ausencia de interés filosófico de sus obras, sino a la inaccesibilidad
de estos escritos. En algunos casos, como el de Los
filósofos preplatónicos, se ha tenido que esperar a la recuperación
crítica de la obra de Nietzsche gracias a la iniciativa
pionera de Giorgio Colli y a sus colaboradores y continuadores,
con la publicación en 1995 de este manuscrito de
Nietzsche en la edición crítica global. Las antiguas ediciones
de las obras completas de Nietzsche sólo incluían una parte
de este escrito (faltaban las partes correspondientes a Anaximandro,
Parménides, Jenófanes, Zenón y Anaxágoras), por
lo que cualquier intento de recuperación del texto estaba
condenado al fracaso. A esta tarea se anticiparon sabiamente
Paolo d'Iorio y Francesco Fronterotta cuando en 1994 publicaron
la edición francesa de Les philosophes préplatoniciens.
El libro de D'Iorio y Fronterotta es el resultado de un
largo y amplio trabajo directo con los manuscritos. Esta obra
de Nietzsche está pendiente de una doble valoración: la primera, una evaluación filosófica que permita comprender
mejor la transición operada en el pensamiento de Nietzsche
precisamente durante estos años de su vida; la segunda, una
reconsideración filológica en profundidad de las fuentes de
la filosofía preplatónica, especialmente de las filtradas en la
obra de Diógenes Laercio. (Fragmento del prólogo escrito por Francesc Ballesteros Balbastre).
LOS ORIGENES DEL TOTALITARISMO (Hannah Arendt)
Dos guerras mundiales en una sola generación, separadas por una ininterrumpida serie de guerras
locales y de revoluciones, y la carencia de un Tratado de paz para los vencidos y de un respiro para
el vencedor, han desembocado en la anticipación de una tercera guerra mundial entre las dos
potencias mundiales que todavía existen. Este instante de anticipación es como la calma que
sobreviene tras la extinción de todas las esperanzas. Ya no esperamos una eventual restauración del
antiguo orden del mundo, con todas sus tradiciones, ni la reintegración de las masas de los cinco
continentes, arrojadas a un caos producido por la violencia de las guerras y de las revoluciones y
por la creciente decadencia de todo lo que queda. Bajo las más diversas condiciones y en las más
diferentes circunstancias, contemplamos el desarrollo del mismo fenómeno: expatriación en una
escala sin precedentes y desraizamiento en una profundidad asimismo sin precedentes.
Jamás ha sido tan imprevisible nuestro futuro, jamás hemos dependido tanto de las fuerzas
políticas, fuerzas que parecen pura insania y en las que no puede confiarse si se atiene uno al
sentido común y al propio interés. Es como si la Humanidad se hubiera dividido a sí misma entre
quienes creen en la omnipotencia humana (los que piensan que todo es posible si uno sabe organizar
las masas para lograr ese fin) y entre aquellos para los que la impotencia ha sido la experiencia más
importante de sus vidas. (Prólogoa la primera edición norteamericana).
LA CONDICIÓN HUMANA (Hannah Arendt)
En 1957 se lanzó al espacio un objeto fabricado por el hombre
y durante varias semanas circundó la Tierra según las mismas
leyes de gravitación que hacen girar y mantienen en movimiento
a los cuerpos celestes: Sol, Luna y estrellas. Claro está
que el satélite construido por el hombre no era ninguna luna,
estrella o cuerpo celeste que pudiera proseguir su camino orbital
durante un período de tiempo que para nosotros, mortales
sujetos al tiempo terreno, dura de eternidad a eternidad. Sin
embargo, logró permanecer en los cielos; habitó y se movió en
la proximidad de los cuerpos celestes como sL a modo de prueba,
lo hubieran admitido en su sublime compañía.
Este acontecimiento, que no le va a la zaga a ningún otro, ni
siquiera a la descomposición del átomo, se hubiera recibido
con absoluto júbilo de no haber sido por las incómodas circunstancias
políticas y militares que concurrían en él. No obstante,
cosa bastante curiosa, dicho júbilo no era triunfal; no era orgullo
o pavor ante el tremendo poder y dominio humano lo que
abrigaba el corazón del hombre, que ahora, cuando levantaba
la vista hacia el firmamento, contemplaba un objeto salido de
sus manos. La inmediata reacción, expresada bajo el impulso
del momento, era de alivio ante el primer «paso de la victoria leí hombre sobre la prisión terrena». Y esta extraña afirmación, lejos de ser un error de algún periodista norteamericano, inconscientemente era el eco de una extraordinaria frase que hace más de veinte años, se esculpió en el obelisco fúnebre de uno de los grandes científicos rusos: «La humanidad no permanecerá atada para siempre a la Tierra». (Fragmento de la introducción escrita por Manuel Cruz).
SOBRE LA VIOLENCIA (Hannah Arendt)
Estas reflexiones han sido provocadas por los acontecimientos
y debates de los últimos años, vistos en
la perspectiva del siglo xx que ha resultado ser,
como Lenin predijo, un siglo de guerras y revoluciones
y, por consiguiente, un siglo de esa violencia
a la que corrientemente se considera su denominador
común. Hay, sin embargo, otro factor en la actual
situación que, aunque no previsto por nadie,
resulta por lo menos de igual importancia. El desarrollo
técnico de los medios de la violencia ha alcanzado
el grado en que ningún objetivo político
puede corresponder concebiblemente a su potencial
destructivo o justificar su empleo en un conflicto
armado. Por eso, la actividad bélica -desde
tiempo inmemorial arbitro definitivo e implacable
en las disputas internacionales- ha perdido mucho
de su eficacia y casi todo su atractivo. El ajedrez
«apocalíptico» entre las superpotencias, es decir, entre las que se mueven en el más alto plano de nuestra
civilización, se juega conforme a la regla de que «si
uno de los dos "gana" es el final de los dos»1
; es un
juego que no tiene semejanza con ninguno de los juegos
bélicos que le precedieron. Su objetivo «racional»
es la disuasión, no la victoria y la carrera de
armamentos, ya no una preparación para la guerra,
sólo puede justificarse sobre la base de que más y
más disuasión es la mejor garantía de la paz. No hay
respuesta a la pregunta relativa a la forma en que
podremos ser capaces de escapar de la evidente demencia
de esta posición. (Fragmento del primer capítulo).
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QUÉ ES POLÍTICA (Hannah Arendt)
Entre 1956 y 1959, Hannah Arendt trabajaba en el proyecto de
una obra con el título de Introducción a la política. y que debía publicarse
en la editorial Piper. Como es sabido, Arendt jamás escribió
este libro, sin embargo, recientemente Piper lograba concretar por
fin su antiguo proyecto editorial al alentar a la socióloga alemana Ursula
Ludz a que compilase los materiales que Hannah Arendt había
escrito en relación con el libro a lo largo de tres años. Ludz realizó un
minucioso trabajo de reconstrucción, ordenación y presentación de
los diversos fragmentos (conservados sin fecha alguna) que vieron la
luz en 1993 con el título de Was ist Politik?
La publicación de este texto abre un espacio privilegiado para conocer
el pensamiento de esta teórica de la política. Y ello, entre otras
razones, porque, en primer lugar, nos obliga a tratar de contestar a la
pregunta, que de inmediato nos asalta, ¿por qué Arendt abandonó este proyecto? y, en segundo lugar, porque el mismo carácter fragmentario
e inacabado del texto que tenemos entre las manos parece
ofrecernos la posibilidad de adentrarnos en lo que cabe considerar
como el taller en el que se fraguaban los materiales, las redes conceptuales,
de los que se nutría su pensar. Ludz atribuye el abandono del proyecto a los muchos compromisos
que Arendt tenía en este período. Efectivamente, en 1957 estaba
preparando la publicación de las «Walgreen Lectures» y de un volumen
de ensayos en alemán, además simultáneamente escribía también
el texto sobre la revolución húngara. Al parecer en 1958 creyó disponer
del tiempo necesario para retomar el libro, pero nuevos
compromisos lo impidieron: dos viajes a Europa, el segundo por haber
sido elegida para pronunciar el discurso conmemorativo de la entrega a
Jaspers del premio de la paz. De regreso a América, estuvo ocupada en
las lecciones que impartió en diciembre sobre «El papel de la violencia
en la política» en la Universidad de Notre Dame y en las que «Sobre la
revolución» pronunció en Princeton, ya en la primavera de 1959. (Fragmento de la introducción escrita por Fina Birulés).
EICHMANN EN JERUSALÉN (Hannah Arendt)
Escrita en 1963, en 2001 se publicó la cuarta edición de la traducción al castellano (Editorial
Lumen, Barcelona, trad. de Carlos Ribalta). Si bien la obra de Arendt transita en general por carriles
filosóficos, en este Estudio –así lo llama la autora- aborda también, con su aguda inteligencia,
cuestiones ético-jurídicas universales, a propósito del juicio que se llevó a cabo durante 1961 en la
Ciudad de Jerusalén contra el ex Teniente Coronel de las S.S., Adolf Eichmann.
Los primeros capítulos discurren acerca de la reconstrucción fáctica realizada durante el juicio,
de la enorme maquinaria burocrática que funcionó entre 1933 y 1945 al servicio del nazismo, en la
cual se incardinó, como un eslabón más, el propio Eichmann (hay un capítulo entero dedicado a su
historia personal previa a su afiliación al partido nazi), y que se fue extendiendo a todo el continente
europeo de la mano de las victorias del Tercer Reich. Allí, Arendt demuestra un profundo
conocimiento de los circuitos de poder que a partir de fines de 1939 llevaron a emplear ese
formidable aparato institucional, para lo que se conoció como la solución final del problema judío
(para H.A., no fue sino hasta el 1º de septiembre de 1939 que el régimen nazi se convirtió en
abiertamente totalitario y criminal), y que cobró un vigor irreversible a partir del famoso mitin de
Wannsee, Berlín, en enero de 1942, al cual asistió el propio Eichmann, aunque cumpliendo un papel
menor.
GENEALOGÍA DEL RACISMO (Michel Foucault)
Este libro es la transcripción del curso de Foucault en el Collége de
France entre fines del año 1975 y mediados de 1976. Es el momento en
que se editan Vigilar y castigar y La voluntad de saber. Foucault prosigue
un plan varias veces anunciado y se detiene en un problema particular: el
tema de las poblaciones y el nacimiento de la biopolítica.
En estas clases inaugura un nuevo recorrido. Primero plantea un problema
teórico, el de la extensión y operatividad de la genealogía, palabra
que designa su perspectiva de trabajo. Luego hace jugar esta perspectiva
en un aspecto clave de la biopolítica, la que concierne al racismo.
La genealogía se inscribe en la tradición nietzscheana que articula las
luchas con la memoria, describe las fuerzas históricas que en su enfrentamiento
hicieron posible las culturas y las formas de vida.
Foucault, como continuador de esta tradición, busca un antecedente
que lo llevará mucho más allá de Nietzsche. Lo llamará contrahistoria, es
el primer discurso histórico-político de Occidente. Adquiere su plena elaboración
en el siglo xvii por parte de una aristocracia ya decadente. Los
representantes de esta clase producen un relato histórico cuyos efectos se
marcarán dos y tres siglos más tarde.
Esta contrahistoria es la que introduce el modelo de la guerra para
pensar la historia. Elabora la primera historia no romana o antirromana,
la vieja historia imperial que unía a la Antigüedad y al Medioevo en la
repetición de una crónica de fundaciones y héroes legendarios. La
contrahistoria transgrede la continuidad de la gloria y enuncia una nueva
forma de continuidad histórica: el derecho a la rebelión.
Esta es la dirección del discurso de la guerra de las razas con su sentido
binario y su álgebra de enfrentamientos. Para la contrahistoria, el acontecimiento
inaugural de las sociedades, el punto cero de la historia, es la
invasión. Esta singularidad histórica describe los choques y batallas entre
etnias, conquistadores normandos contra sajones, galo-romanos contra
germanos. (Fragmento del prólogo escrito por Tomás Abraham).
HISTORIA M LA SEXUALIDAD III LA INQUIETUD DE SI (Michel Foucault)
Empezaré por el análisis de un texto bastante singular. Es una obra de
"práctica" y de vida cotidiana; no es un texto de reflexión o de prescripción
moral. Es el único texto, entre los que nos quedan de aquella época, que
presenta una exposición un poco sistemática de las diferentes formas posibles
de actos sexuales; a propósito de estos actos, no expresa en general de
manera directa y explícita juicios morales; pero deja ver esquemas de
apreciación generalmente aceptados. Y se puede comprobar que éstos están muy
cerca de los principios generales que organizaban ya, en la época clásica, la
experiencia moral de las aphrodisia. El libro de Artemidoro constituye pues
un punto de referencia. Da testimonio de una perennidad. Atestigua una
manera corriente de pensar. Por este mismo hecho, permitirá medir lo que
pudo tener de singular y de parcialmente nuevo, en la misma época, el trabajo
de reflexión filosófica o médica sobre los placeres y sobre la conducta
sexual. (Fragmento del primer capítulo titulado "Soñar con los propios placeres).
HISTORIA DE LA SEXUALIDAD II EL USO DE LOS PLACERES (Michel Foucault)
Esta serie de búsquedas aparece más tarde de lo que había
previsto y bajo una forma totalmente distinta.
He aquí el porqué. No debían ser ni una historia de los
comportamientos ni una historia de las representaciones, pero sí
una historia de la "sexualidad": las comillas tienen su
importancia. Mi propósito no era reconstruir la historia de las
conductas y prácticas sexuales, según sus formas sucesivas, su
evolución y su difusión. Tampoco era mi intención analizar las
ideas (científicas, religiosas o filosóficas) a través de las
cuales nos hemos representado tales comportamientos. En
principio, quería detenerme ante esta noción, tan cotidiana, tan
reciente, de "sexualidad": tomar distancia respecto de ella
contornear su evidencia familiar, analizar el contexto teórico y
práctico al que está asociada. El propio término de
"sexualidad" apareció tardíamente, a principios de¡ siglo XIX.
Se trata de un hecho que no hay que subestimar ni
sobreinterpretar. Señala algo más que un cambio de vocabulario,
pero evidentemente no marca el surgimiento súbito de aquello con
lo que se relaciona. Se ha establecido el uso de la palabra en
relación con otros fenómenos: el desarrollo de campos de
conocimiento diversos (que cubren tanto los mecanismos
biológicos de la reproducción como las variantes individuales o
sociales de¡ comportamiento); el establecimiento de un conjunto
de reglas y normas, en parte tradicionales, en parte nuevas, que
se apoyan en instituciones religiosas, judiciales, pedagógicas,
médicas; cambios también en la manera en que los individuos se
ven llevados a dar sentido y valor a su conducta, a sus deberes,
a sus placeres, a sus sentimientos y sensaciones, a sus sueños. (Fragmento de la introducción de la obra).
HISTORIA DE LA SEXUALIDAD I LA VOLUNTAD DEL SABER (Michel Foucault)
Mucho tiempo habríamos soportado, y padeceríamos aún hoy, un régimen
Victoriano. La gazmoñería imperial figuraría en el blasón de nuestra sexualidad retenida,
muda, hipócrita.
Todavía a comienzos del siglo XVII era moneda corriente, se dice, cierta franqueza.
Las prácticas no buscaban el secreto; las palabras se decían sin excesiva reticencia, y las
cosas sin demasiado disfraz; se tenía una tolerante familiaridad con lo ilícito. Los códigos
de lo grosero, de lo obsceno y de lo indecente, si se los compara con los del siglo XIX, eran
muy laxos. Gestos directos, discursos sin vergüenza, trasgresiones visibles, anatomías
exhibidas y fácilmente entremezcladas, niños desvergonzados vagabundeando sin molestia
ni escándalo entre las risas de los adultos: los cuerpos se pavoneaban.
A ese día luminoso habría seguido un rápido crepúsculo hasta llegar a las noches
monótonas de la burguesía victoriana. Entonces la sexualidad es cuidadosamente encerrada.
Se muda. La familia conyugal la confisca. Y la absorbe por entero en la seriedad de la
función reproductora. En torno al sexo, silencio. Dicta la ley la pareja legítima y
procreadora. Se impone como modelo, hace valer la norma, detenta la verdad, retiene el
derecho de hablar —reservándose el principio del secreto. Tanto en el espacio social como
en el corazón de cada hogar existe un único lugar de sexualidad reconocida, utilitaria y
fecunda: la alcoba de los padres. El resto no tiene más que esfumarse; la [10] conveniencia
de las actitudes esquiva los cuerpos, la decencia de las palabras blanquea los discursos. Y el
estéril, si insiste y se muestra demasiado, vira a lo anormal: recibirá la condición de tal y
deberá pagar las correspondientes sanciones. (Fragmento del primer capítulo titulado "Nosotros, Los Victorianos").
EL ORDEN DEL DISCURSO (Michel Foucault)
En el discurso que hoy debo pronunciar, y en todos aquellos que,
quizás durante años, habré de pronunciar aquí, hubiera preferido
poder deslizarme subrepticiamente. Más que tomar la palabra, hubiera
preferido verme envuelto por ella y transportado más allá de todo
posible inicio. Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento
de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía
mucho tiempo: me habría bastando entonces con encadenar, proseguir
la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella
me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No
habría habido por tanto inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede
el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su
desarrollo, el punto de su desaparición posible. Me habría gustado que hubiese detrás de mí (habiendo tomado desde
hace tiempo la palabra, repitiendo de antemano todo cuanto voy a
decir) una voz que hablase así: «Hay que continuar, no puedo continuar,
hay que decir palabras mientras las haya, hay que decirlas hasta
que me encuentren, hasta el momento en que me digan —extraña
pena, extraña falta, hay que continuar, quizás está ya hecho, quizás ya
me han dicho, quizás me han llevado hasta el umbral de mi historia,
ante la puerta que se abre ante mi historia; me extrañaría si se abriera». (Fragmento de la Lección inaugural en el Collège de France
pronunciada el 2 de diciembre de 1970).
EL GOBIERNO DE SÍ Y DE LOS OTROS (Michel Foucault)
MICHEL FOUCAULT dictó
clases en el Collége de France desde enero de 1971 hasta su muerte, en junio de
1984, con la excepción de 1977, cuando disfrutó de un año sabático. El nombre
de su cátedra era "Historia de los sistemas de pensamiento". Esta
cátedra fue creada el 30 de noviembre de 1969, según una propuesta de Jules
Villemin, por la asamblea general de profesores del Collége de France, en
reemplazo de la cátedra de "Historia del pensamiento filosófico" que
hasta su muerte ocupó Jean Hyppolite. El 12 de abril de 1970, la misma asamblea
eligió a Michel Foucault, que por entonces tenía 43 años, como titular de la
nueva cátedra. Foucault dictó la lección inaugural el 2 de diciembre de 1970.
La enseñanza en el Collége de France obedece a reglas particulares. Los
profesores tienen la obligación de dictar 26 horas de cátedra por año (la
mitad, como máximo, puede adoptar la forma de seminarios). Cada año deben
exponer una investigación original, lo cual les exige una renovación constante
del contenido de su enseñanza. La asistencia a los cursos y seminarios es
completamente libre; no requiere ni inscripción ni título alguno. El profesor
tampoco los entrega. En la jerga del Collége de France se dice que los
profesores no tienen alumnos sino oyentes. Los cursos de Michel Foucault se
realizaban todos los miércoles, desde principios de enero hasta fines de marzo.
La concurrencia, muy numerosa y compuesta por estudiantes, docentes,
investigadores y simples curiosos, muchos de ellos extranjeros, ocupaba dos
anfiteatros del Collége de France. Foucault se quejó con frecuencia de la
distancia que solía haber entre él y su "público" y de los escasos
intercambios que la forma del curso hacía posibles. Soñaba con un seminario que
fuera el ámbito de un verdadero trabajo colectivo. Trató de conseguirlo de
diversas maneras. Los últimos años, a la salida del curso, dedicaba bastante
tiempo a responder a las preguntas de los oyentes. (Fragmento de la advertencia
introductoria escrita por Francois Ewal y Alessandro Fontana).
DE LENGUAJE Y LITERATURA (Michel Foucault)
Unos textos sobre Bataille, Klossowsky, Veyne... que se incorporan a los ya traducidos sobre, por ejemplo, Roussel o Blanchot, conforman un espacio de lenguaje y literatura en el que nos encontramos con el gesto de Foucault. No ha de olvidarse en todo caso, que él explícitamente señala: "No soy en absoluto un crítico literario, no soy un historiador de la literatura". Sin embargo, Foucault atraviesa ciertos caminos como quien ha sostenido interesantes perspectivas sobre la literatura, esquivándola a la par constantemente, y nos ha mostrado que, sin duda, era necesario situarse fuera de ella. (Fragmento de la introducción escrita por Ángel Gabilondo).
SIETE SENTENCIAS SOBRE EL SÉPTIMO ÁNGEL (Michel Foucault)
La Science de Dieu y, en gran medida, La Grammaire logique se presentan como una investigación acerca del origen de las lenguas. Investigación tradicional durante siglos, que, desde el siglo xix, se vio obligada poco a poco a derivar hacia el lado del delirio. Baste un dato simbólico para esta exclusión: el día en que las sociedades eruditas rechazaron las memorias consagradas a la lengua primitiva. Pero dentro de esta larga dinastía, un buen día desterrada, Brisset ocupa un sitio señero y actúa como un agitador. Súbito torbellino entre tantos tranquilos delirios. (Primer capítulo de la obra).
VIGILAR Y CASTIGAR - NACIMIENTO DE LA PRISIÓN - (Michel Foucault)
Quizá nos dan hoy vergüenza nuestras prisiones. El siglo XIX se sentía orgulloso de las fortalezas
que construía en los límites y a veces en el corazón de las ciudades. Le encantaba esta nueva
benignidad que remplazaba los patíbulos. Se maravillaba de no castigar ya los cuerpos y de saber
corregir en adelante las almas. Aquellos muros, aquellos cerrojos, aquellas celdas figuraban una
verdadera empresa de ortopedia social.
A los que roban se los encarcela; a los que violan se los encarcela; a los que matan, también. ¿De
dónde viene esta extraña práctica y el curioso proyecto de encerrar para corregir, que traen consigo
los Códigos penales de la época moderna? ¿Una vieja herencia de las mazmorras de la Edad
Media? Más bien una tecnología nueva: el desarrollo, del siglo XVI al XIX, de un verdadero
conjunto de procedimientos para dividir en zonas, controlar, medir, encauzar a los individuos y
hacerlos a la vez "dóciles y útiles". Vigilancia, ejercicios, maniobras, calificaciones, rangos y
lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una manera de someter los cuerpos, de dominar las
multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas, se ha desarrollado en el curso de los siglos
clásicos, en los hospitales, en el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres: la disciplina. El siglo
XIX inventó, sin duda, las libertades: pero les dio un subsuelo profundo y sólido — la sociedad
disciplinaría de la que seguimos dependiendo. (Fragmento de la contratapa).
SEGURIDAD, TERRITORIO, POBLACIÓN -CURSO EN EL COLLEGE DE FRANCE- (Michel Foucault)
MICHEL FOUCAULT dictó clases en el Collége de France desde enero de 1971
hasta su muerte, en junio de 1984, con la excepción de 1977, cuando disfrutó
de un año sabático. El nombre de su cátedra era "Historia de los sistemas de
pensamiento".
Esta cátedra fue creada el 30 de noviembre de 1969, según una propuesta
de Jules Villemin, por la asamblea general de profesores del Collége de France,
en reemplazo de la cátedra de "Historia del pensamiento filosófico" que hasta
su muerte ocupó Jean Hyppolite. El 12 de abril de 1970, la misma asamblea
eligió a Michel Foucault, que por entonces tenía 43 años, como titular de la
nueva cátedra. Foucault dictó la lección inaugural el 2 de diciembre de 1970.
La enseñanza en el Collége de France obedece a reglas particulares. Los profesores
tienen la obligación de dictar 26 horas de cátedra por año (la mitad, como
máximo, puede adoptar la forma de seminarios). Cada año deben exponer
una investigación original, lo cual les exige una renovación constante del contenido
de su enseñanza. La asistencia a los cursos y seminarios es completamente
libre; no requiere ni inscripción ni título alguno. El profesor tampoco los
entrega. En la jerga del Collége de France se dice que los profesores no tienen
alumnos sino oyentes. Los cursos de Michel Foucault se realizaban todos los miércoles, desde
principios de enero hasta fines de marzo. La concurrencia, muy numerosa y
compuesta por estudiantes, docentes, investigadores y simples curiosos, muchos
de ellos extranjeros, ocupaba dos anfiteatros del Collége de France. Foucault
se quejó con frecuencia de la distancia que solía haber entre él y su "público"
y de los escasos intercambios que la forma del curso hacía posibles. Soñaba
con un seminario que fuera el ámbito de un verdadero trabajo colectivo. Trató
de conseguirlo de diversas maneras. Los últimos años, a la salida del curso,
dedicaba bastante tiempo a responder a las preguntas de los oyentes. (Fragmento de la advertencia introductoria escrita por Francois Ewal y Alessandro Fontana).
MICROFÍSICA DEL PODER (Michel Foucault)
La historia aprende también a reírse de las solemnidades del origen.
El alto origen es la «sobrepujanza metafísica que retorna en la
concepción según la cual al comienzo de todas las cosas se encuentra
aquello que es lo más precioso y esencial»: se desea creer que en sus
comienzos las cosas estaban en su perfección; que salieron rutilantes de
las manos del creador, o de la luz sin sombra del primer amanecer. El
origen está siempre antes de la caída, antes del cuerpo, antes del mundo y
del tiempo; está del lado de los dioses, y al narrarlo se canta siempre una
teogonia. Pero el comienzo histórico es bajo, no en el sentido de modesto
o de discreto como el paso de la paloma, sino irrisorio, irónico, propicio
a deshacer todas las fatuidades: «Se buscaba hacer despertar el
sentimiento de la soberanía del hombre, mostrando su nacimiento divino:
esto se convirtió ahora en un camino prohibido; pues a la puerta del
hombre está el mono». El hombre comenzó por la mueca de lo que
llegaría a ser; Zaratustra mismo tendrá su simio que saltará a su espalda y
tirará por su vestido. (Fragmento del primer capítulo titulado "Nietzsche, la genealogía, la historia").
LAS PALABRAS Y LAS COSAS (Michel Foucault)
Este libro nació de un texto de Borges. De la risa que sacude, al
leerlo, todo lo familiar al pensamiento —al nuestro: al que tiene
nuestra edad y nuestra geografía—, trastornando todas las superficies
ordenadas y todos los planos que ajustan la abundancia de seres,
provocando una larga vacilación e inquietud en nuestra práctica milenaria
de lo Mismo y lo Otro. Este texto cita "cierta enciclopedia
china" donde está escrito que "los animales se dividen en a] pertenecientes
al Emperador, b] embalsamados, c] amaestrados, d] lechones,
e] sirenas, f] fabulosos, g] perros sueltos, h] incluidos en esta
clasificación, i] que se agitan como locos, j] innumerables, k] dibujados
con un pincel finísimo de pelo de camello, l] etcétera, m]
que acaban de romper el jarrón, n] que de lejos parecen moscas".*
En el asombro de esta taxinomia, lo que se ve de golpe, lo que, por
medio del apólogo, se nos muestra como encanto exótico de otro
pensamiento, es el límite del nuestro: la imposibilidad de pensar esto.
Así, pues, ¿qué es imposible pensar y de qué imposibilidad se
trata? Es posible dar un sentido preciso y un contenido asignable
a cada una de estas singulares rúbricas; es verdad que algunas de
ellas comprenden seres fantásticos —animales fabulosos o sirenas—;
pero justo al darles un lugar aparte, la enciclopedia china localiza
sus poderes de contagio; distingue con todo cuidado entre los animales
reales (que se agitan como locos o que acaban de romper el
jarrón) y los que sólo tienen su sitio en lo imaginario. Se conjuran
las mezclas peligrosas, los blasones y las fábulas vuelven a su alto
lugar; nada de inconcebible anfibia, nada de alas con zarpas, nada
de inmunda piel escamosa, nada de estos rostros polimorfos y demoniacos,
nada de aliento en flamas. (Fragmento del prefacio escrito por Michel Foucault).
HERMENEUTICA DEL SUJETO (Michel Foucault)
Este libro reúne los resúmenes del Curso pronunciado por Michel Foucault en 1982, en su cátedra de Historia de los sistemas de pensamiento, sobre la Hermenéutica del sujeto. A estas lecciones —que no estaban destinadas a ser publicadas, por lo que deben de ser leídas como un material de trabajo provisional— se ha añadido una larga y densa entrevista en la que se abordan cuestiones relacionadas con algunos conceptos introducidos en este curso, y en donde también se clarifican algunas categorías claves en la obra de Foucault como por ejemplo el concepto de relaciones de poder. El principal objetivo de esta publicación es, por tanto, proporcionar unos preciosos materiales de reflexión que, con toda seguridad, serán especialmente útiles para todos aquellos que en la actualidad están interesados en construir una teoría histórica y social de la subjetividad y en reflexionar sobre las bases de una nueva ética en la que la acción individual y el compromiso personal no estén desvinculados de los intereses colectivos. (Fragmento del prólogo escrito por Fernando Alvárez - Uría).
DISCURSO Y VERDAD EN LA ANTIGUA GRECIA (Michel Foucault)
Foucault sentía una atracción especial por determinadas
formas de vida propias de Estados Unidos. Desde
la década de 1970 hasta 1983, sus viajes a este país
son continuos. A pesar de haber recorrido buena parte
del m undo como profesor de universidad y conferenciante,
desde Suecia a Polonia, de Túnez a Brasil o Japón,
es en Estados Unidos donde llegó a encontrarse
más a gusto. Así lo asegura su biógrafo y amigo personal,
Didier Eribon, en su magnífico relato de la vida del
filósofo: «El país con el que Foucault trenza la relación
de mayor intensidad es Estados Unidos». Tras sus primeras
estancias en Buffalo, en 1970 y 1972, en las que
aún habla en francés, Foucault irá adquiriendo una fama
creciente en los círculos universitarios estadounidenses
más progresistas. En 1975 es invitado por Leo
Bersani, director del departam ento de francés de la
Universidad de Berkeley, a presentar la investigación que está llevando a cabo, y que se convertirá en el primer
volumen de la Historia de la sexualidad: La Volonté
deSavoir. También en este año 1975 participa Foucault
en un congreso organizado en Nueva York por la revista
Semiotexts, que luego constituirá uno de los medios
de difusión del pensamiento foucaultiano en Estados
Unidos. Pero, sin duda, uno de los momentos más importantes
de la relación filosófica de Foucault con Estados
Unidos será el año 1979, cuando imparta en Stanford
las Tanner lectures, en las que pronunciará sus
conferencias tituladas «Omnes et singulatim: Towards
a Criticism of Political Reasons». Entonces es cuando
conocerá a Hubert Dreyfus y Paul Rabinow, dos profesores
de Berkeley que preparan un libro sobre su obra,
que más tarde será una de las principales biografías intelectuales
sobre Foucault. (Fragmento de la introducción subtitulada "Focault y Estados Unidos" escrita por Ángel Gabilondo
y Fernando Fuentes Megias).
DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE LAS CIENCIAS DEL LENGUAJE (Oswald Ducrot y Tzvetan Todonov).
El título de esta obra implica dos particularidades relacionadas con
dos opciones fundamentales que debemos explicar aquí: el plural de
ciencias, el singular de lenguaje.
Hemos resuelto dar a la palabra lenguaje el sentido preciso -y
trivial- de "lengua natural": no el de "sistema de signos", tan
difundido en nuestros días. No nos ocuparemos aquí de las lenguas
documentales, ni de las diferentes artes consideradas como lenguajes,
ni de la ciencia tomada como una lengua bien o mal hecha, ni del
lenguaje animal, gestual, etc. Las razones de esta restricción son
múltiples. En primer término, al abandonar el ámbito de lo verbal
nos habríamos visto obligados a encarar un objeto cuyos limites son
difíciles de precisar y que por el hecho mismo de su indeterminación
corre el riesgo de coincidir con el de todas las ciencias humanas
y sociales, si no de todas las ciencias en general. Si todo es signo
en el comportamiento humano, la presencia de un "lenguaje", en este
sentido amplio, ya no permite delimitar un objeto de conocimiento
entre otros. Por lo demás, sólo en época reciente las instituciones
sociales, las estructuras psíquicas, las formas artísticas, el fraccionamiento
de las ciencias en campos diversos han sido enfocados
como sistemas de signos: para hablar de ellos, con frecuencia habríamos
debido crear una ciencia, en vez de dar cuenta de ella, cosa
que no correspondía a nuestros fines ni a nuestras posibilidades.
Por último, tal extensión de la palabra "lenguaje" habría supuesto
la afirmación de una identidad de principio entre los diferentes sistemas
de signos; nos hemos negado a elevar lisa y llanamente esta
hipótesis al rango de postulado. El estudio de tales sistemas podrá
ser el objeto de otras obras futuras. (Fragmento de la introducción escrita por Oswald Ducrot y Tzvetan Todonov).
DICCIONARIO AKAL DE FILOSOFÍA
La filosofía siempre ha hecho cosas extraordinarias con términos corrientes –«creer» y «saber», «causar»
y «explicar», «espacio» y «tiempo», «justicia» y «bondad», «lenguaje» y «significado», «verdad» y
«belleza», «arte», «religión», «ciencia», «mente», «percepción», «razón» y otros muchos–. El área dispone
de numerosos términos técnicos que también son difíciles de definir, pero los primeros de los que
hablamos representan un desafío aún mayor para quien hace un diccionario por su relación directa con
nuestro vocabulario cotidiano. Me refiero no sólo a las palabras corrientes enumeradas sino también a
términos quizá más humildes de su entorno como «accidente», «acción», «gramática», «conjunto» y
«vago». Todos los términos cotidianos caracterizados en este volumen se definen –de alguna manera– en
los diccionarios normales de español o en alguna enciclopedia. Pero muchos lectores de filosofía –sobre
todo los lectores legos y los provinientes de otros campos– necesitan algo muy distinto, una obra de referencia
mucho más especializada que los diccionarios de español y las enciclopedias y mucho menos
voluminosa que éstas. Por extensos que sean, los diccionarios normales, aun siendo precisos, son poco
informativos para ayudar a lectores que buscan términos por razones filosóficas; y, aun cuando sean filosóficamente
esclarecedoras, las enciclopedias y las obras de referencia especializadas suelen ser demasiado
extensas, y a veces demasiado difusas, para dar al lector una formulación concisa de lo que es filosóficamente
central en el uso de un término. Este diccionario responde a la necesidad de una obra de
referencia filosófica comprehensiva y de múltiples autores que al mismo tiempo sea de amplio alcance,
tamaño medio y contenido autorizado. En mucho menos espacio del que se necesita para entradas comparables
en una enciclopedia de filosofía o en un manual dedicado a una única subárea, este volumen trata
la multiplicidad de temas propios de un diccionario de filosofía con algo de la profundidad de los autores
especializados. (Fragmento del prefacio a la primera edición escrito por Robert Audi).
DICCIONARIO EXPOSITIVO DE PALABRAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El Diccionario Expositivo del Antiguo Testamento será una herramienta útil en las
manos del estudioso con escasos conocimientos de la lengua hebraica. Le abrirá tesoros de
la verdad que a menudo se encuentran enterrados dentro del idioma original del Antiguo Testamento, a veces cerca de la superficie y otras profundamente empotrados bajo la
superficie.
El investigador conocedor de hebreo hallará de gran utilidad el Diccionario Expositivo
como libro de consulta. Y el estudioso que desconoce la lengua podrá experimentar una
satisfacción muy particular al usar esta herramienta para excavar las verdades que están en
la Biblia hebraica, verdades que de otra manera no le serían accesibles.
Por supuesto que no se necesita conocer el idioma hebreo para ser un estudiante serio
del Antiguo Testamento. Las traducciones modernas de la Biblia y los comentarios bíblicos
son muy valiosos y tienen su lugar en el estudio bíblico. Con todo, un libro de consulta que
esclarece la lengua en que fue revelado y escrito el Antiguo Testamento tendrá un valor
muy evidente, incluso para quienes no conocen el idioma. El hebreo, la lengua escogida por Dios para registrar las profecías acerca de Cristo,
posee admirables cualidades para realizar este cometido. El idioma tiene una cualidad
singularmente rítmica y musical. Su literatura poética está dotada de una notable nobleza y
dignidad de estilo, lo cual, junto con su viveza, le permite ser un vehículo particularmente
eficaz para expresar las verdades sagradas. Los conceptos que están por detrás de su
vocabulario le imparten su carácter vivaz y pintoresco. (Fragmento del prólogo escrito por Merril F. Unger),
ENCICLOPEDIA DE MITOLOGÍA UNIVERSAL
Nuestros antepasados se sintieron insatisfechos ante la pobreza de acontecimientos que su vida cotidiana les deparaba. Además, al ignorar el verdadero alcance de los fenómenos naturales, como el rayo y el trueno que se producían cuando se desataba una tormenta, en ocasiones sentían incertidumbre y miedo. Miedo a la muerte, al hambre, a la enfermedad, a la inmensidad del cosmos, a lo desconocido y a la soledad. Ya tenían el amparo y la comprensión de su grupo y de su propia familia, pero, sin embargo, ésto no era suficiente para hacer desaparecer su angustia y zozobra. Entonces se disponen a forjar en su mente ideas que les lleven cierta clase de serenidad y calma que, cuando menos, contengan en sí mismas toda la energía del infinito, de lo inmutable y de lo eterno. Necesitan la protección, no solo del padre terrenal y progenitor, sino también la del padre celestial y hacedor. Por otra parte, ellos mismos llegaban a ser un día padres terrenales y tenían ocasión de constatar su insignificancia e inseguridad. Todavía deberían proseguir en busca de algo grandioso y vigoroso, firme y seguro que no hallaban en su interior. Aún permanecía latente en ellos su ansia de inmortalidad, de infinitud, de eternidad. Había que seguir adelante y descubrir otros mundos, otras mentes, otras acciones excepcionales. (Fragmento de la introducción de la obra).
DICCIONARIO VOX LATÍN - ESPAÑOL
Desde 1954, el diccionario clave para la formación humanística de varias generaciones de estudiantes. Prólogo de Vicente García de Diego. 30 000 entradas en la parte latino-español · 11 000 entradas en la parte español-latino · Los artículos contienen gran abundancia de ejemplos, tomados de los autores más importantes, que facilitan la comprensión y ofrecen la traducción más adecuada a cada contexto Indica el régimen de los verbos · Introduce como entradas las formas irregulares y de difícil identificación (pretéritos, participios, etc.) · Indica la cantidad de las sílabas (largas y breves) · Incluye 91 grabados, mapas y explicaciones · Cuadro de abreviaturas latinas · Se acompaña de un anexo con un práctico resumen de gramática latina.
GUÍA DE LOS DESCARRIADOS (Maimónides)
En el nombre de Dios, Señor del universo. A R.
Joseph —protéjale Dios—, hijo de R. Jehudá —así
repose en el Paraíso—:
"Desde el instante mismo en que resolviste, mi
querido discípulo, venir a mi lado desde lejano país a
estudiar dirigido por mí, tuve el más alto concepto de
tu sed de conocimiento, de tu amor por las
indagaciones de carácter especulativo de las cuales
dan testimonio tus poemas. En la época en que recibí
tus escritos en verso y prosa, que me enviaste desde
Alejandría, no podía yo comprobar tus facultades de
aprehensión, y temía que acaso la capacidad fuera
inferior a tus anhelos; pero luego que recorriste
conmigo un curso de astronomía, una vez terminados
otros estudios elementales que son indispensables
para entender aquella ciencia, quedé muy satisfecho
de la agudeza y prontitud con que comprendías todas
las cosas.
Más tarde, me di cuenta de que habías adquirido de
otros algunos conocimientos relativos a los problemas
metafísicos y al sistema de los Motacálimes, y de que
estabas confuso y descarriado, aunque empeñado
todavía en resolver tus dudas y dificultades. Te insté
a que desistieras de esta búsqueda, y te aconsejé que
continuaras de manera sistemática tus estudios;
perseguía con ello que la verdad se te fuera
presentando de manera ordenada y metódica, de
suerte que no tropezaras al azar con ella. (Fragmento de una carta de Maimónides a su discípulo R. Joseph Akinin, a modo de introducción de la presente obra).
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