El título de esta obra implica dos particularidades relacionadas con
dos opciones fundamentales que debemos explicar aquí: el plural de
ciencias, el singular de lenguaje.
Hemos resuelto dar a la palabra lenguaje el sentido preciso -y
trivial- de "lengua natural": no el de "sistema de signos", tan
difundido en nuestros días. No nos ocuparemos aquí de las lenguas
documentales, ni de las diferentes artes consideradas como lenguajes,
ni de la ciencia tomada como una lengua bien o mal hecha, ni del
lenguaje animal, gestual, etc. Las razones de esta restricción son
múltiples. En primer término, al abandonar el ámbito de lo verbal
nos habríamos visto obligados a encarar un objeto cuyos limites son
difíciles de precisar y que por el hecho mismo de su indeterminación
corre el riesgo de coincidir con el de todas las ciencias humanas
y sociales, si no de todas las ciencias en general. Si todo es signo
en el comportamiento humano, la presencia de un "lenguaje", en este
sentido amplio, ya no permite delimitar un objeto de conocimiento
entre otros. Por lo demás, sólo en época reciente las instituciones
sociales, las estructuras psíquicas, las formas artísticas, el fraccionamiento
de las ciencias en campos diversos han sido enfocados
como sistemas de signos: para hablar de ellos, con frecuencia habríamos
debido crear una ciencia, en vez de dar cuenta de ella, cosa
que no correspondía a nuestros fines ni a nuestras posibilidades.
Por último, tal extensión de la palabra "lenguaje" habría supuesto
la afirmación de una identidad de principio entre los diferentes sistemas
de signos; nos hemos negado a elevar lisa y llanamente esta
hipótesis al rango de postulado. El estudio de tales sistemas podrá
ser el objeto de otras obras futuras. (Fragmento de la introducción escrita por Oswald Ducrot y Tzvetan Todonov).
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