FRAGMENTOS DE ÉPICA GRIEGA ARCAICA


Homero y Hesíodo han pasado a la historia de la literatura como los dos creadores cimeros de la épica griega. Su gigantesca personalidad ha contribuido no poco a oscurecer el resto de la producción épica helénica de su época. Si bien es cierto que fue probablemente la diferencia de calidad el motivo de que se nos hayan conservado completos poemas como la Ilíada, la Odisea, Los Trabajos y los Días y la Teogonia, frente al naufragio de las demás epopeyas, vaya por delante que esta diferencia de calidad se midió de acuerdo con los gustos estéticos de unas determinadas épocas, las épocas decisivas que rescataron, copiándolos, ciertos textos y dejaron caer en el olvido al resto, y esos gustos no tienen por qué coincidir con los nuestros. En todo caso, la investigación moderna sabe que Homero y Hesíodo no fueron genios aislados, creadores de los poemas de principio a fin, sino que se apoyaban en una tradición oral multisecular, que los antecede y los continúa, y que fue configurando una dicción formular, hecha a base de segmentos de versos formularios, que se repiten siempre para aludir a un determinado personaje (del tipo de Aquiles, ligero de pies), o ciudad (la arenosa Pilo), u objeto (las cóncavas naves), incluso procesos (y éstos, cuando ya estaban cerca, al marchar el uno contra el otro), así como fue configurando un repertorio de escenas típicas, todo ello para ayudar a la prodigiosa memoria de los aedos en su esfuerzo de recordar millares de versos sin la ayuda de la escritura. (Fragmento de la introducción de la obra escrita por Alberto Bernabé Pajares).

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