POSEIDÓN: Yo, Poseidón, vengo del salado abismo del mar y
desde que Febo yo edificamos las altas torres de
piedra de este campo troyano, he favorecido siempre
esta ciudad, que ahora humea, destruida por el
ejército argivo, quienes fabricaron un caballo preñado
de armas, un corcel bélico, contaminando esta
ciudad de una carga funesta. Desiertos los bosques
sagrados, los templos de los dioses destilan sangre, y
Príamo, moribundo cayó a los pies del altar de
Zeus. Los griegos ahora esperan que sople un
viento favorable que les proporcione el placer de
abrazar a sus esposas y a sus hijos, ya que han estado
diez años lejos de sus familias. Y yo, vencido por
Hera y por Atenea que derribaron juntas a Troya,
abandono mis altares, que si reina en la ciudad triste
soledad, sufre detrimento el culto de los dioses y no
suelen ser adorados como antes. Adiós, pues, ciudad feliz en otro tiempo. Si no te hubiera derrotado
Atenea, aún subsistirías en tus cimientos. (Inicio de la tragedia).
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