¿Por qué es el ente y no más bien la nada? Esta es la pregunta.
Probablemente no es una pregunta cualquiera. «¿Por qué es el ente
y no más bien la nada?» es, al parecer, la primera de todas las
preguntas. Es la primera aunque ciertamente no lo es en el orden
temporal en el que se sucedieron las preguntas. El ser humano
singular, lo mismo que los pueblos, pregunta muchas cosas en su
histórico camino a través del tiempo. Antes de topar con la
pregunta: ¿por qué es el ente y no más bien la nada? averigua y
explora y examina cosas muy diversas y de muy diversas maneras.
Hay muchos que no topan nunca con esta pregunta, si entendemos
este topar no simplemente en el sentido de escuchar y leer
esta frase interrogativa como mero enunciado, sino en el de
preguntar la pregunta, es decir, formularla, plantearla, exigirse a
sí mismo el estado apropiado para este preguntar. ·
Y, pese a todo, una vez, quizás hasta de vez en cuando, todos
nos sentimos rozados por el oculto poder de esta pregunta sin
comprender del todo lo que nos ocurre. Surge, por ejemplo, en
momentos de gran desesperación, cuando parece desvanecerse
todo el peso de las cosas y el sentido se oscurece por completo. Tal
vez se manifiesta tan sólo como una única y sorda campanada
cuyo sonido penetra la existencia y que luego se va apagando
suavemente. La pregunta está igualmente presente en los súbitos
júbilos del corazón, porque en esos momentos todas las cosas se
transforman y nos rodean como si eso sucediera por primera vez,
y como si pudiésemos comprender antes su inexistencia que su
existencia y el que sean tal como son. (Fragmento del primer capítulo titulado "La pregunta fundamental de la Metafísica", escrito por Martin Heidegger).
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