El intento de dar un sentido filosófico al desarrollo histórico no es
nuevo. San Agustín, Bossuet, Vico, Kant y Herder entre otros anteriores
y los actuales Spranger, Toynbee y Sorokin son cumplidos ejemplos. HEGEL
destaca entre ellos por su acusada personalidad. En la FILOSOFÍA
DE LA HISTORIA queda plasmado totalmente su sistema filosófico, viniendo
de la región de lo abstracto a vestirse con un ropaje concreto y
humano y es, por tanto, la mejor vía para penetrar en su estudio. Ahora
bien, si la importancia de un sistema se debe juzgar por la amplitud del
horizonte metódicamente explorado y por la profundidad de la resonancia en el propio tiempo, la filosofía de HEGEL es significativa en el siglo XIX. Pero
independientemente de su desarrollo, para y contrahegeliano, que se ha
suscitado en la historia especifica y técnica de la filosofía, para darse
cuenta de su significación en nuestro siglo, basta pensar en el hecho de
que se han apoyado en ella para obtener una justificación lógica y cultural
las nuevas ideologías políticas tales como el constitucionalismo conservador,
el liberalismo, el socialismo marxista y el nacionalismo de manera
que se puede afirmar que el siglo de HEGEL está lejos todavía de haber desaparecido. Esta sola consideración sería suficiente a nuestro propósito si no contáramos
además y a mayor abundamiento, que la FILOSOFÍA DE LA
HISTORIA es un ejemplo claro de cómo un sistema puede configurar unas
realidades con la imposición de unos esquemas, de un patrón, a unos hechos
que de otro modo parecerían incontrovertibles. Y que ésta es, actualmente,
la técnica de la información, parece estar fuera de toda duda. (Fragmento del comentario de la obra).
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