Estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar de modo suficientemente decisivo. Solo se conoce
el actuar como la producción de un efecto,
cuya realidad se estima en función de su utilidad.
Pero la esencia del actuar es el llevar a cabo. Llevar
a cabo significa desplegar algo en la plenitud
de su esencia, guiar hacia ella, producere. Por eso,
en realidad solo se puede llevar a cabo lo que ya
es. Ahora bien, lo que ante todo «es» es el ser. El
pensar lleva a cabo la relación del ser con la esencia
del hombre. No hace ni produce esta relación.
El pensar se limita a ofrecérsela al ser como aquello
que a el mismo le ha sido dado por el ser. Este
ofrecer consiste en que en el pensar el ser llega al
lenguaje. El lenguaje es la casa del ser. En su morada
habita el hombre. Los pensadores y poetas
son los guardianes de esa morada. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del ser,
en la medida en que, mediante su decir, ellos la
llevan al lenguaje y allí la custodian. El pensar no
se convierte en acción porque salga de él un efecto
o porque pueda ser utilizado. El pensar solo
actúa en la medida en que piensa. Este actuar es,
seguramente, el mas simple, pero también el mas
elevado, porque atañe a la relación del ser con el
hombre. Pero todo obrar reside en el ser y se
orienta a lo ente. Por contra, el pensar se deja reclamar
por el ser para decir la verdad del ser. (Fragmento del primer capítulo).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Deja tu comentario