Esquilo era todavía un muchacho en tiempo de los tiranos. Se hizo
hombre durante el dominio del pueblo que, tras la caída de los Pisistrátidas,
terminó en breve tiempo con los renovados ensayos de los nobles por apoderarse
del poder. La envidia de los nobles oprimidos fue lo que determinó la caída de
los tiranos. Pero no era ya posible la vuelta a la anarquía feudal dominante antes
de Pisístrato. Clisteles, uno de los Alcmeónidas, vuelto del destierro e imitando a
Pisístrato que se había apoyado en el pueblo contra el resto de los nobles, da el
último paso hacia la supresión del dominio aristocrático. Sustituyó la antigua
organización del pueblo ático en cuatro grandes phylai que distribuían sus
estirpes sobre todo el país, por el principio abstracto de la simple división
regional de Ática en diez phylai, que rompió los antiguos lazos de la sangre y
anuló su poder político mediante un sistema democrático y electoral fundado en
la nueva división territorial. Esto significa el fin del gobierno de las grandes
estirpes, pero no del influjo espiritual político de la aristocracia. Los conductores
del estado popular de Atenas fueron nobles hasta la muerte de Pericles, y el
poeta más importante de la joven república, Esquilo, hijo de Euforión, primer
gran representante del espíritu ático, como cien años antes Solón, era un vástago
de la nobleza rural. Procedía de Eleusis, donde Pisístrato acababa de construir
entonces un nuevo santuario para el culto de los misterios. (Fragmento del primer capítulo titulado "El drama de esquilo", escrito por Werner Jaeger).
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