Durante el año 1584 Bruno vive en la capital de Inglaterra, protegido por
Miguel de Castelnau. Es éste un año fecundo en publicaciones y hasta se
puede decir que en él edita el trashumante dominico italiano sus primeras y
más importantes obras filosóficas. En efecto, en 1584 salen a luz en Londres
La cena de las cenizas (La cena de le ceneri), Sobre la causa, el principio y el
uno (De la causa, principio e uno) y Sobre el infinito universo y los mundos
(Del infinito universo e mondi)
Estos tres diálogos, escritos en italiano (y no en latín, como las obras
logísticas y mnemotécnicas), reciben el nombre de “diálogos metafísicos”,
por contraposición a otros tres publicados entre 1584 y 1585 y escritos
también en italiano (Spaccio de la bestia triunfante, Cabala del cavallo pegaseo,
y De glieroici furori), que suelen denominarse “diálogos morales”.
De los “diálogos metafísicos” hay dos, La cena de las cenizas y Sobre el
infinito universo y los mundos, en los cuales ocupan lugar preeminente las
discusiones de carácter astronómico. Si se los llama “metafísicos” es porque,
como dice Gentile, “el motivo del filosofar de Bruno, aun en tales discusiones,
es francamente metafísico y porque la física aristotélica, a la que
ésta de Bruno pretende reemplazar y a la que combate en su propio terreno
y con sus propias armas, es, de hecho, como se sabe, un cuerpo de doctrinas
puramente metafísicas en torno a la naturaleza”. Más adelante, antes
de caer en las garras de la Inquisición, publicará otros escritos filosóficos,
aunque no ya en italiano sino en latín. (Fragmento del prólogo de Ángel J. Cappelletti).
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