La existencia real de Hesíodo no ha suscitado entre
los investigadores las dudas que envuelven la figura semilegendaria
de Homero, si bien no faltan relatos ficticios
sobre su origen, su vida y su muerte. Es el
producto de la mente creativa de quienes quisieron dar
historia a los poetas cuyas obras son punto de arranque
para casi toda la literatura posterior.
Lo único seguro que sabemos de Hesíodo son las noticias
que él mismo, fiel al las tendencias individualizadoras
que apuntan ya en su época, nos ha procurado
en sus obras.
El padre de Hesíodo era un comerciante de la ciudad
eolia de Cime que, arruinado, se trasladó a Ascra, en
Beocia, donde adquirió alguna fortuna (Trabajos 631-
640).
La aceptación de la noticia sobre el viaje del padre
de Hesíodo plantea ante todo un problema: ¿cómo se
concilia el hecho de que, huyendo de Calcis por su pobreza,
vaya a establecerse precisamente en Ascra? Ya en la antigüedad debió parecerle ridículo al historiador
Éforo que el arruinado navegante buscara fortuna
en una aldea que el propio Hesíodo describe como "mala en invierno, irresistible en verano y nunca buena" y cuyos pobres recursos económicos quedan de
manifiesto a lo largo de todo el poema. Ante tal evidencia,
las elucubraciones del historiador llevaron a concluir
otra razón para aquella travesía: tal vez una huida
por asesinato. Semejante hipótesis se basaba sin duda
en el testimonio de los poemas homéricos, donde el
destierro es el único camino de salvación para los que
han matado a otro dentro del marco de la tribu y la
pena corriente fuera del seno familiar. Aunque esta
teoría no deja de tener simpatizantes en la critica de
nuestro siglo, su motivación es injustificada. (Fragmento de la introducción escrita por Aurelio Pérez Jiménez).
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