El 21 de febrero de 1677, a la edad de cuarenta y cuatro
años, moría Spinoza en La Haya. En vida, sólo había
publicado dos obras, una de ellas anónima, el Tratado teológico-político
(1670). Entre los escritos postumos, editados
por sus amigos, el mismo año de su muerte, en latín
y en holandés, apareció este tratado, que, aunque inacabado,
completa el anterior. Hace poco, hemos presentado,
en esta misma editorial, el primero, precedido de
una introducción histórica. Sobre la base de un cuadro
cronológico de la vida de Spinoza y de un breve diseño
de la Holanda del siglo xvn, hemos descrito allí la génesis
de aquel polémico texto, así como de su publicación
y reacciones. Dando por supuesto aquel marco general,
nos limitaremos aquí a hacer una exposición sintética de las ideas políticas del célebre judío de Amsterdam, oriundo
de nuestro país y lector asiduo de nuestros clásicos,
como Cervantes, Góngora y Quevedo, Covarrubias, Gracián
y Saavedra Fajardo. Su idea de España está presente
en esta obra por la mención de Antonio Pérez, por el
recuerdo entusiasta de la monarquía aragonesa y por la
áspera crítica a la acción de Felipe II en las Países Bajos. (Fragmento de la introducción escrita por Atilano Domínguez).
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