Para Alemania, en resumen, la crítica de la religión está
terminada y la crítica de la religión es la premisa de toda
crítica.
La existencia profana del error está comprometida, cuando
se impugna su celeste oratio pro aris et focis. El hombre
que ha encontrado sólo el reflejo de sí mismo en la fantástica
realidad del cielo, donde buscaba un superhombre, no se
sentirá más dispuesto a encontrar sólo la apariencia de sí
mismo, sólo la negación del hombre, donde indaga y debe
buscar su verdadera realidad.
El fundamento de la crítica religiosa es: el hombre hace
la religión, y no ya, la religión hace al hombre. Y verdaderamente
la religión es la conciencia y el sentimiento que de sí
posee el hombre, el cual aún no alcanzó el dominio de sí mismo
o lo ha perdido ahora. Pero el hombre no es algo abstracto,
un ser alejado del mundo. Quien dice: "el hombre",
dice el mundo del hombre: Estado, Sociedad. Este Estado,
esta Sociedad produce la religión, una conciencia subvertida
del mundo, porque ella es un mundo subvertido. La religión
es la interpretación general de este mundo, su resumen enciclopédico,
su lógica en forma popular, su point d'honneur
espiritualista, su exaltación, su sanción moral, su solemne
complemento, su consuelo y justificación universal. Es la
realización fantástica del ser humano, porque el ser humano
no tiene una verdadera realidad. La guerra contra la religión
es, entonces, directamente, la lucha contra aquel mundo,
cuyo aroma moral es la religión.
La miseria religiosa es, al mismo tiempo, la expresión de
la miseria real y la protesta contra ella. La religión es el
sollozo de la criatura oprimida, es el significado real del mundo
sin corazón, así como es el espíritu de una época privada
de espíritu. Es el opio del pueblo. (Fragmento del prólogo escrito por Karl Marx).
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