En el discurso que hoy debo pronunciar, y en todos aquellos que,
quizás durante años, habré de pronunciar aquí, hubiera preferido
poder deslizarme subrepticiamente. Más que tomar la palabra, hubiera
preferido verme envuelto por ella y transportado más allá de todo
posible inicio. Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento
de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía
mucho tiempo: me habría bastando entonces con encadenar, proseguir
la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella
me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No
habría habido por tanto inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede
el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su
desarrollo, el punto de su desaparición posible. Me habría gustado que hubiese detrás de mí (habiendo tomado desde
hace tiempo la palabra, repitiendo de antemano todo cuanto voy a
decir) una voz que hablase así: «Hay que continuar, no puedo continuar,
hay que decir palabras mientras las haya, hay que decirlas hasta
que me encuentren, hasta el momento en que me digan —extraña
pena, extraña falta, hay que continuar, quizás está ya hecho, quizás ya
me han dicho, quizás me han llevado hasta el umbral de mi historia,
ante la puerta que se abre ante mi historia; me extrañaría si se abriera». (Fragmento de la Lección inaugural en el Collège de France
pronunciada el 2 de diciembre de 1970).
EL GOBIERNO DE SÍ Y DE LOS OTROS (Michel Foucault)
MICHEL FOUCAULT dictó
clases en el Collége de France desde enero de 1971 hasta su muerte, en junio de
1984, con la excepción de 1977, cuando disfrutó de un año sabático. El nombre
de su cátedra era "Historia de los sistemas de pensamiento". Esta
cátedra fue creada el 30 de noviembre de 1969, según una propuesta de Jules
Villemin, por la asamblea general de profesores del Collége de France, en
reemplazo de la cátedra de "Historia del pensamiento filosófico" que
hasta su muerte ocupó Jean Hyppolite. El 12 de abril de 1970, la misma asamblea
eligió a Michel Foucault, que por entonces tenía 43 años, como titular de la
nueva cátedra. Foucault dictó la lección inaugural el 2 de diciembre de 1970.
La enseñanza en el Collége de France obedece a reglas particulares. Los
profesores tienen la obligación de dictar 26 horas de cátedra por año (la
mitad, como máximo, puede adoptar la forma de seminarios). Cada año deben
exponer una investigación original, lo cual les exige una renovación constante
del contenido de su enseñanza. La asistencia a los cursos y seminarios es
completamente libre; no requiere ni inscripción ni título alguno. El profesor
tampoco los entrega. En la jerga del Collége de France se dice que los
profesores no tienen alumnos sino oyentes. Los cursos de Michel Foucault se
realizaban todos los miércoles, desde principios de enero hasta fines de marzo.
La concurrencia, muy numerosa y compuesta por estudiantes, docentes,
investigadores y simples curiosos, muchos de ellos extranjeros, ocupaba dos
anfiteatros del Collége de France. Foucault se quejó con frecuencia de la
distancia que solía haber entre él y su "público" y de los escasos
intercambios que la forma del curso hacía posibles. Soñaba con un seminario que
fuera el ámbito de un verdadero trabajo colectivo. Trató de conseguirlo de
diversas maneras. Los últimos años, a la salida del curso, dedicaba bastante
tiempo a responder a las preguntas de los oyentes. (Fragmento de la advertencia
introductoria escrita por Francois Ewal y Alessandro Fontana).
DE LENGUAJE Y LITERATURA (Michel Foucault)
Unos textos sobre Bataille, Klossowsky, Veyne... que se incorporan a los ya traducidos sobre, por ejemplo, Roussel o Blanchot, conforman un espacio de lenguaje y literatura en el que nos encontramos con el gesto de Foucault. No ha de olvidarse en todo caso, que él explícitamente señala: "No soy en absoluto un crítico literario, no soy un historiador de la literatura". Sin embargo, Foucault atraviesa ciertos caminos como quien ha sostenido interesantes perspectivas sobre la literatura, esquivándola a la par constantemente, y nos ha mostrado que, sin duda, era necesario situarse fuera de ella. (Fragmento de la introducción escrita por Ángel Gabilondo).
SIETE SENTENCIAS SOBRE EL SÉPTIMO ÁNGEL (Michel Foucault)
La Science de Dieu y, en gran medida, La Grammaire logique se presentan como una investigación acerca del origen de las lenguas. Investigación tradicional durante siglos, que, desde el siglo xix, se vio obligada poco a poco a derivar hacia el lado del delirio. Baste un dato simbólico para esta exclusión: el día en que las sociedades eruditas rechazaron las memorias consagradas a la lengua primitiva. Pero dentro de esta larga dinastía, un buen día desterrada, Brisset ocupa un sitio señero y actúa como un agitador. Súbito torbellino entre tantos tranquilos delirios. (Primer capítulo de la obra).
VIGILAR Y CASTIGAR - NACIMIENTO DE LA PRISIÓN - (Michel Foucault)
Quizá nos dan hoy vergüenza nuestras prisiones. El siglo XIX se sentía orgulloso de las fortalezas
que construía en los límites y a veces en el corazón de las ciudades. Le encantaba esta nueva
benignidad que remplazaba los patíbulos. Se maravillaba de no castigar ya los cuerpos y de saber
corregir en adelante las almas. Aquellos muros, aquellos cerrojos, aquellas celdas figuraban una
verdadera empresa de ortopedia social.
A los que roban se los encarcela; a los que violan se los encarcela; a los que matan, también. ¿De
dónde viene esta extraña práctica y el curioso proyecto de encerrar para corregir, que traen consigo
los Códigos penales de la época moderna? ¿Una vieja herencia de las mazmorras de la Edad
Media? Más bien una tecnología nueva: el desarrollo, del siglo XVI al XIX, de un verdadero
conjunto de procedimientos para dividir en zonas, controlar, medir, encauzar a los individuos y
hacerlos a la vez "dóciles y útiles". Vigilancia, ejercicios, maniobras, calificaciones, rangos y
lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una manera de someter los cuerpos, de dominar las
multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas, se ha desarrollado en el curso de los siglos
clásicos, en los hospitales, en el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres: la disciplina. El siglo
XIX inventó, sin duda, las libertades: pero les dio un subsuelo profundo y sólido — la sociedad
disciplinaría de la que seguimos dependiendo. (Fragmento de la contratapa).
SEGURIDAD, TERRITORIO, POBLACIÓN -CURSO EN EL COLLEGE DE FRANCE- (Michel Foucault)
MICHEL FOUCAULT dictó clases en el Collége de France desde enero de 1971
hasta su muerte, en junio de 1984, con la excepción de 1977, cuando disfrutó
de un año sabático. El nombre de su cátedra era "Historia de los sistemas de
pensamiento".
Esta cátedra fue creada el 30 de noviembre de 1969, según una propuesta
de Jules Villemin, por la asamblea general de profesores del Collége de France,
en reemplazo de la cátedra de "Historia del pensamiento filosófico" que hasta
su muerte ocupó Jean Hyppolite. El 12 de abril de 1970, la misma asamblea
eligió a Michel Foucault, que por entonces tenía 43 años, como titular de la
nueva cátedra. Foucault dictó la lección inaugural el 2 de diciembre de 1970.
La enseñanza en el Collége de France obedece a reglas particulares. Los profesores
tienen la obligación de dictar 26 horas de cátedra por año (la mitad, como
máximo, puede adoptar la forma de seminarios). Cada año deben exponer
una investigación original, lo cual les exige una renovación constante del contenido
de su enseñanza. La asistencia a los cursos y seminarios es completamente
libre; no requiere ni inscripción ni título alguno. El profesor tampoco los
entrega. En la jerga del Collége de France se dice que los profesores no tienen
alumnos sino oyentes. Los cursos de Michel Foucault se realizaban todos los miércoles, desde
principios de enero hasta fines de marzo. La concurrencia, muy numerosa y
compuesta por estudiantes, docentes, investigadores y simples curiosos, muchos
de ellos extranjeros, ocupaba dos anfiteatros del Collége de France. Foucault
se quejó con frecuencia de la distancia que solía haber entre él y su "público"
y de los escasos intercambios que la forma del curso hacía posibles. Soñaba
con un seminario que fuera el ámbito de un verdadero trabajo colectivo. Trató
de conseguirlo de diversas maneras. Los últimos años, a la salida del curso,
dedicaba bastante tiempo a responder a las preguntas de los oyentes. (Fragmento de la advertencia introductoria escrita por Francois Ewal y Alessandro Fontana).
MICROFÍSICA DEL PODER (Michel Foucault)
La historia aprende también a reírse de las solemnidades del origen.
El alto origen es la «sobrepujanza metafísica que retorna en la
concepción según la cual al comienzo de todas las cosas se encuentra
aquello que es lo más precioso y esencial»: se desea creer que en sus
comienzos las cosas estaban en su perfección; que salieron rutilantes de
las manos del creador, o de la luz sin sombra del primer amanecer. El
origen está siempre antes de la caída, antes del cuerpo, antes del mundo y
del tiempo; está del lado de los dioses, y al narrarlo se canta siempre una
teogonia. Pero el comienzo histórico es bajo, no en el sentido de modesto
o de discreto como el paso de la paloma, sino irrisorio, irónico, propicio
a deshacer todas las fatuidades: «Se buscaba hacer despertar el
sentimiento de la soberanía del hombre, mostrando su nacimiento divino:
esto se convirtió ahora en un camino prohibido; pues a la puerta del
hombre está el mono». El hombre comenzó por la mueca de lo que
llegaría a ser; Zaratustra mismo tendrá su simio que saltará a su espalda y
tirará por su vestido. (Fragmento del primer capítulo titulado "Nietzsche, la genealogía, la historia").
LAS PALABRAS Y LAS COSAS (Michel Foucault)
Este libro nació de un texto de Borges. De la risa que sacude, al
leerlo, todo lo familiar al pensamiento —al nuestro: al que tiene
nuestra edad y nuestra geografía—, trastornando todas las superficies
ordenadas y todos los planos que ajustan la abundancia de seres,
provocando una larga vacilación e inquietud en nuestra práctica milenaria
de lo Mismo y lo Otro. Este texto cita "cierta enciclopedia
china" donde está escrito que "los animales se dividen en a] pertenecientes
al Emperador, b] embalsamados, c] amaestrados, d] lechones,
e] sirenas, f] fabulosos, g] perros sueltos, h] incluidos en esta
clasificación, i] que se agitan como locos, j] innumerables, k] dibujados
con un pincel finísimo de pelo de camello, l] etcétera, m]
que acaban de romper el jarrón, n] que de lejos parecen moscas".*
En el asombro de esta taxinomia, lo que se ve de golpe, lo que, por
medio del apólogo, se nos muestra como encanto exótico de otro
pensamiento, es el límite del nuestro: la imposibilidad de pensar esto.
Así, pues, ¿qué es imposible pensar y de qué imposibilidad se
trata? Es posible dar un sentido preciso y un contenido asignable
a cada una de estas singulares rúbricas; es verdad que algunas de
ellas comprenden seres fantásticos —animales fabulosos o sirenas—;
pero justo al darles un lugar aparte, la enciclopedia china localiza
sus poderes de contagio; distingue con todo cuidado entre los animales
reales (que se agitan como locos o que acaban de romper el
jarrón) y los que sólo tienen su sitio en lo imaginario. Se conjuran
las mezclas peligrosas, los blasones y las fábulas vuelven a su alto
lugar; nada de inconcebible anfibia, nada de alas con zarpas, nada
de inmunda piel escamosa, nada de estos rostros polimorfos y demoniacos,
nada de aliento en flamas. (Fragmento del prefacio escrito por Michel Foucault).
HERMENEUTICA DEL SUJETO (Michel Foucault)
Este libro reúne los resúmenes del Curso pronunciado por Michel Foucault en 1982, en su cátedra de Historia de los sistemas de pensamiento, sobre la Hermenéutica del sujeto. A estas lecciones —que no estaban destinadas a ser publicadas, por lo que deben de ser leídas como un material de trabajo provisional— se ha añadido una larga y densa entrevista en la que se abordan cuestiones relacionadas con algunos conceptos introducidos en este curso, y en donde también se clarifican algunas categorías claves en la obra de Foucault como por ejemplo el concepto de relaciones de poder. El principal objetivo de esta publicación es, por tanto, proporcionar unos preciosos materiales de reflexión que, con toda seguridad, serán especialmente útiles para todos aquellos que en la actualidad están interesados en construir una teoría histórica y social de la subjetividad y en reflexionar sobre las bases de una nueva ética en la que la acción individual y el compromiso personal no estén desvinculados de los intereses colectivos. (Fragmento del prólogo escrito por Fernando Alvárez - Uría).
DISCURSO Y VERDAD EN LA ANTIGUA GRECIA (Michel Foucault)
Foucault sentía una atracción especial por determinadas
formas de vida propias de Estados Unidos. Desde
la década de 1970 hasta 1983, sus viajes a este país
son continuos. A pesar de haber recorrido buena parte
del m undo como profesor de universidad y conferenciante,
desde Suecia a Polonia, de Túnez a Brasil o Japón,
es en Estados Unidos donde llegó a encontrarse
más a gusto. Así lo asegura su biógrafo y amigo personal,
Didier Eribon, en su magnífico relato de la vida del
filósofo: «El país con el que Foucault trenza la relación
de mayor intensidad es Estados Unidos». Tras sus primeras
estancias en Buffalo, en 1970 y 1972, en las que
aún habla en francés, Foucault irá adquiriendo una fama
creciente en los círculos universitarios estadounidenses
más progresistas. En 1975 es invitado por Leo
Bersani, director del departam ento de francés de la
Universidad de Berkeley, a presentar la investigación que está llevando a cabo, y que se convertirá en el primer
volumen de la Historia de la sexualidad: La Volonté
deSavoir. También en este año 1975 participa Foucault
en un congreso organizado en Nueva York por la revista
Semiotexts, que luego constituirá uno de los medios
de difusión del pensamiento foucaultiano en Estados
Unidos. Pero, sin duda, uno de los momentos más importantes
de la relación filosófica de Foucault con Estados
Unidos será el año 1979, cuando imparta en Stanford
las Tanner lectures, en las que pronunciará sus
conferencias tituladas «Omnes et singulatim: Towards
a Criticism of Political Reasons». Entonces es cuando
conocerá a Hubert Dreyfus y Paul Rabinow, dos profesores
de Berkeley que preparan un libro sobre su obra,
que más tarde será una de las principales biografías intelectuales
sobre Foucault. (Fragmento de la introducción subtitulada "Focault y Estados Unidos" escrita por Ángel Gabilondo
y Fernando Fuentes Megias).
DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE LAS CIENCIAS DEL LENGUAJE (Oswald Ducrot y Tzvetan Todonov).
El título de esta obra implica dos particularidades relacionadas con
dos opciones fundamentales que debemos explicar aquí: el plural de
ciencias, el singular de lenguaje.
Hemos resuelto dar a la palabra lenguaje el sentido preciso -y
trivial- de "lengua natural": no el de "sistema de signos", tan
difundido en nuestros días. No nos ocuparemos aquí de las lenguas
documentales, ni de las diferentes artes consideradas como lenguajes,
ni de la ciencia tomada como una lengua bien o mal hecha, ni del
lenguaje animal, gestual, etc. Las razones de esta restricción son
múltiples. En primer término, al abandonar el ámbito de lo verbal
nos habríamos visto obligados a encarar un objeto cuyos limites son
difíciles de precisar y que por el hecho mismo de su indeterminación
corre el riesgo de coincidir con el de todas las ciencias humanas
y sociales, si no de todas las ciencias en general. Si todo es signo
en el comportamiento humano, la presencia de un "lenguaje", en este
sentido amplio, ya no permite delimitar un objeto de conocimiento
entre otros. Por lo demás, sólo en época reciente las instituciones
sociales, las estructuras psíquicas, las formas artísticas, el fraccionamiento
de las ciencias en campos diversos han sido enfocados
como sistemas de signos: para hablar de ellos, con frecuencia habríamos
debido crear una ciencia, en vez de dar cuenta de ella, cosa
que no correspondía a nuestros fines ni a nuestras posibilidades.
Por último, tal extensión de la palabra "lenguaje" habría supuesto
la afirmación de una identidad de principio entre los diferentes sistemas
de signos; nos hemos negado a elevar lisa y llanamente esta
hipótesis al rango de postulado. El estudio de tales sistemas podrá
ser el objeto de otras obras futuras. (Fragmento de la introducción escrita por Oswald Ducrot y Tzvetan Todonov).
DICCIONARIO AKAL DE FILOSOFÍA
La filosofía siempre ha hecho cosas extraordinarias con términos corrientes –«creer» y «saber», «causar»
y «explicar», «espacio» y «tiempo», «justicia» y «bondad», «lenguaje» y «significado», «verdad» y
«belleza», «arte», «religión», «ciencia», «mente», «percepción», «razón» y otros muchos–. El área dispone
de numerosos términos técnicos que también son difíciles de definir, pero los primeros de los que
hablamos representan un desafío aún mayor para quien hace un diccionario por su relación directa con
nuestro vocabulario cotidiano. Me refiero no sólo a las palabras corrientes enumeradas sino también a
términos quizá más humildes de su entorno como «accidente», «acción», «gramática», «conjunto» y
«vago». Todos los términos cotidianos caracterizados en este volumen se definen –de alguna manera– en
los diccionarios normales de español o en alguna enciclopedia. Pero muchos lectores de filosofía –sobre
todo los lectores legos y los provinientes de otros campos– necesitan algo muy distinto, una obra de referencia
mucho más especializada que los diccionarios de español y las enciclopedias y mucho menos
voluminosa que éstas. Por extensos que sean, los diccionarios normales, aun siendo precisos, son poco
informativos para ayudar a lectores que buscan términos por razones filosóficas; y, aun cuando sean filosóficamente
esclarecedoras, las enciclopedias y las obras de referencia especializadas suelen ser demasiado
extensas, y a veces demasiado difusas, para dar al lector una formulación concisa de lo que es filosóficamente
central en el uso de un término. Este diccionario responde a la necesidad de una obra de
referencia filosófica comprehensiva y de múltiples autores que al mismo tiempo sea de amplio alcance,
tamaño medio y contenido autorizado. En mucho menos espacio del que se necesita para entradas comparables
en una enciclopedia de filosofía o en un manual dedicado a una única subárea, este volumen trata
la multiplicidad de temas propios de un diccionario de filosofía con algo de la profundidad de los autores
especializados. (Fragmento del prefacio a la primera edición escrito por Robert Audi).
DICCIONARIO EXPOSITIVO DE PALABRAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El Diccionario Expositivo del Antiguo Testamento será una herramienta útil en las
manos del estudioso con escasos conocimientos de la lengua hebraica. Le abrirá tesoros de
la verdad que a menudo se encuentran enterrados dentro del idioma original del Antiguo Testamento, a veces cerca de la superficie y otras profundamente empotrados bajo la
superficie.
El investigador conocedor de hebreo hallará de gran utilidad el Diccionario Expositivo
como libro de consulta. Y el estudioso que desconoce la lengua podrá experimentar una
satisfacción muy particular al usar esta herramienta para excavar las verdades que están en
la Biblia hebraica, verdades que de otra manera no le serían accesibles.
Por supuesto que no se necesita conocer el idioma hebreo para ser un estudiante serio
del Antiguo Testamento. Las traducciones modernas de la Biblia y los comentarios bíblicos
son muy valiosos y tienen su lugar en el estudio bíblico. Con todo, un libro de consulta que
esclarece la lengua en que fue revelado y escrito el Antiguo Testamento tendrá un valor
muy evidente, incluso para quienes no conocen el idioma. El hebreo, la lengua escogida por Dios para registrar las profecías acerca de Cristo,
posee admirables cualidades para realizar este cometido. El idioma tiene una cualidad
singularmente rítmica y musical. Su literatura poética está dotada de una notable nobleza y
dignidad de estilo, lo cual, junto con su viveza, le permite ser un vehículo particularmente
eficaz para expresar las verdades sagradas. Los conceptos que están por detrás de su
vocabulario le imparten su carácter vivaz y pintoresco. (Fragmento del prólogo escrito por Merril F. Unger),
ENCICLOPEDIA DE MITOLOGÍA UNIVERSAL
Nuestros antepasados se sintieron insatisfechos ante la pobreza de acontecimientos que su vida cotidiana les deparaba. Además, al ignorar el verdadero alcance de los fenómenos naturales, como el rayo y el trueno que se producían cuando se desataba una tormenta, en ocasiones sentían incertidumbre y miedo. Miedo a la muerte, al hambre, a la enfermedad, a la inmensidad del cosmos, a lo desconocido y a la soledad. Ya tenían el amparo y la comprensión de su grupo y de su propia familia, pero, sin embargo, ésto no era suficiente para hacer desaparecer su angustia y zozobra. Entonces se disponen a forjar en su mente ideas que les lleven cierta clase de serenidad y calma que, cuando menos, contengan en sí mismas toda la energía del infinito, de lo inmutable y de lo eterno. Necesitan la protección, no solo del padre terrenal y progenitor, sino también la del padre celestial y hacedor. Por otra parte, ellos mismos llegaban a ser un día padres terrenales y tenían ocasión de constatar su insignificancia e inseguridad. Todavía deberían proseguir en busca de algo grandioso y vigoroso, firme y seguro que no hallaban en su interior. Aún permanecía latente en ellos su ansia de inmortalidad, de infinitud, de eternidad. Había que seguir adelante y descubrir otros mundos, otras mentes, otras acciones excepcionales. (Fragmento de la introducción de la obra).
DICCIONARIO VOX LATÍN - ESPAÑOL
Desde 1954, el diccionario clave para la formación humanística de varias generaciones de estudiantes. Prólogo de Vicente García de Diego. 30 000 entradas en la parte latino-español · 11 000 entradas en la parte español-latino · Los artículos contienen gran abundancia de ejemplos, tomados de los autores más importantes, que facilitan la comprensión y ofrecen la traducción más adecuada a cada contexto Indica el régimen de los verbos · Introduce como entradas las formas irregulares y de difícil identificación (pretéritos, participios, etc.) · Indica la cantidad de las sílabas (largas y breves) · Incluye 91 grabados, mapas y explicaciones · Cuadro de abreviaturas latinas · Se acompaña de un anexo con un práctico resumen de gramática latina.
GUÍA DE LOS DESCARRIADOS (Maimónides)
En el nombre de Dios, Señor del universo. A R.
Joseph —protéjale Dios—, hijo de R. Jehudá —así
repose en el Paraíso—:
"Desde el instante mismo en que resolviste, mi
querido discípulo, venir a mi lado desde lejano país a
estudiar dirigido por mí, tuve el más alto concepto de
tu sed de conocimiento, de tu amor por las
indagaciones de carácter especulativo de las cuales
dan testimonio tus poemas. En la época en que recibí
tus escritos en verso y prosa, que me enviaste desde
Alejandría, no podía yo comprobar tus facultades de
aprehensión, y temía que acaso la capacidad fuera
inferior a tus anhelos; pero luego que recorriste
conmigo un curso de astronomía, una vez terminados
otros estudios elementales que son indispensables
para entender aquella ciencia, quedé muy satisfecho
de la agudeza y prontitud con que comprendías todas
las cosas.
Más tarde, me di cuenta de que habías adquirido de
otros algunos conocimientos relativos a los problemas
metafísicos y al sistema de los Motacálimes, y de que
estabas confuso y descarriado, aunque empeñado
todavía en resolver tus dudas y dificultades. Te insté
a que desistieras de esta búsqueda, y te aconsejé que
continuaras de manera sistemática tus estudios;
perseguía con ello que la verdad se te fuera
presentando de manera ordenada y metódica, de
suerte que no tropezaras al azar con ella. (Fragmento de una carta de Maimónides a su discípulo R. Joseph Akinin, a modo de introducción de la presente obra).
LA CIUDAD DEL SOL (Tommaso Campanella)
Corría el año de 1623, cuando, encontrándose encarcelado en el Castillo de Nápoles, el filósofo italiano Giovanni Doménico Campanella (1568-1639), escribió la obra que aquí presentamos: La ciudad del Sol. Giovanni Doménico, había cambiado su nombre por el de Fray Tommaso, cuando ingresó al convento de Santo Domingo, en donde estudió filosofía y teología, siendo consagrado sacerdote. Gracias a una atenta lectura de La ciudad del Sol podemos percatarnos de que su autor era una persona versada en conocimientos esotéricos. Pues, existen muchos elementos en esta obra que nos llevan a afirmar que Tommaso Campanella, sin duda había pertenecido a algún grupúsculo hermético en donde se estudiaban y discutían conocimientos ocultos, catalogados por las autoridades eclesiásticas como herejías e implacablemente perseguidos y condenados por la Santa Inquisición. Se dice que en 1589, Fray Tommaso, en compañía de un rabino judío, se introdujo en el estudio del naturalismo y el hermetismo. Quizá, reflejo de aquellos estudios lo sería su primera obra, Philosophia sensibus demonstrata, misma que terminaría siendo condenada por las autoridades eclesiásticas, conduciendo a Campanella a un proceso bajo los cargos de herejía y demonismo, lo que finalmente le traería como consecuencia el terminar siendo encarcelado por orden de la Santa Inquisición. Pero la agitada vida de Fray Tommaso no terminaría ahí, sino que al participar, en Calabria, en una conjura contra las autoridades españolas buscando la implantación de una República perfecta, sería nuevamente detenido y procesado bajo los cargos de rebelión y herejía, siendo en 1602 condenado a cadena perpetua, pena que debería de cumplir en el Castillo de Nápoles. Veintisiete años duraría en prisión hasta que finalmente una orden papal lo liberó. Y sería precisamente durante ese largo encarcelamiento que escribiría, entre otras, su obra cumbre, Civitas solis, poetica idea Republicae philosophicae (La ciudad del Sol). (Fragmento de la presentación escrita por Chantal López y Omar Cortés).
UTOPÍA (Tomás Moro)
Santo Tomás Moro publicó su "UTOPIA" en 1516, y Lutero dio el primer paso hacia la
Reforma Protestante en 31 de octubre de 1517, al publicar sus 95 tesis en Wittemberg. Después, la
Historia ha seguido su curso.
De estos hechos han pasado cuatro Siglos y medio, y hoy tenemos suficiente perspectiva
para darnos cuenta de muchas cosas que nuestros antepasados no pudieron ver.
Ambos hechos se produjeron en los tiempos en que el poder espiritual y temporal de la
Iglesia Católica habían llegado al máximo. En todo lo que hoy llamamos "Occidente" no existía
más que una sola religión, bajo la autoridad suprema del Papa de Roma, al cual prestaban
acatamiento todos los Príncipes.
Se habían constituido y consolidado casi todas las grandes naciones de Europa. El poder
temporal de la Iglesia se había consolidado en dos aspectos:
1º Poder concentrado, constituido por los Estados Pontificios, en los que el Papa era
soberano absoluto, y
2º Poder diluido, formado por las posesiones, mas o menos feudales, de todos los
dignatarios eclesiásticos en todos los países. Desde las Parroquias rurales a los grandes
Arzobispados, pasando por todos los Obispados y las grandes (y pequeñas) Abadías y Conventos.
¿Y el pueblo? ¿Qué papel desempeñaba en todo esto el pueblo? Lo que hoy llamamos
"pueblo" entonces se denominaba "los súbditos", "los vasallos", "los sujetos"..., nombres todos
que indican netamente que la gente sin privilegios (el vulgo) eran, ante todo, los sometidos y los
servidores de los poderosos;
La gente del pueblo no tenía "patria" (pasarían dos siglos antes de que se inventara), pero
tenían Rey, al que tenían que servir lealmente. Y. esta era regla. A esto ahora lo denominaríamos
"discriminación señorial": - los "señores" por una parte y los "siervos" por otra.
Este proceso del poder temporal empezó (para la Iglesia) con la conversión (o así) de
Constantino y el Edicto de Milán en el año 313, y llegó a su máxima "perfección" en los tiempos
que precedieron a la Reforma. La gente de Iglesia (excepto los Santos) estaba segura de que lo
mejor era el estar aliada con los poderosos y él - ser poderosos ellos mismos; ya que el "pueblo"
tenía que seguir el camino que sus "señores" le trazaban. Estoy seguro de que Aristóteles habría
encontrado este proceder perfecto; también estoy seguro de que Jesucristo no podía bendecirlo. (Fragmento de la introducción de la obra escrita por Rovirosa).
DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE (Pico de la Mirándola)
He leído en los antiguos escritos de los árabes, -padres venerados que Abdala el sarraceno interrogado acerca de cuál era a sus ojos el
espectáculo más maravilloso en esta escena del mundo, había respondido que nada veía más espléndido que el hombre. Con esta afirmación
coincide aquella famosa de Hennes: "Gran milagro, oh Asclepio,
es el hombre''. Sin embargo, al meditar sobre el significado de estas afirmaciones,
no me parecieron del todo persuasivas las múltiples razones que
son aducidas a propósito de la grandeza humana: que el hombre, familiar
de las criaturas superiores y soberano de las inferiores, es el
vinculo entre ellas; que por la agudeza de los sentidos, por el poder
indagador de la razón y por la luz del intelecto, es intérprete de la
naturaleza; que, intermediario entre el tiempo y la eternidad es ( como
dicen los persas) cópula, y también connubio de todos los seres
del mundo y, según testimonio de David, poco inferior a Los ángeles.
Cosas grandes, sin duda, pero no tanto como para que el hombre
reivindique el privilegio de una admiración ilimitada. Porque en efecto,
¿no deberemos admirar más a los propios ángeles y a los beatísimos coros del cielo? (Fragmento del Discurso de la dignidad del hombre).
EXPOSICIÓN DE LA REPÚBLICA DE PLATÓN (Averroes)
La Exposición de la "República" de Platón realizada por Ibn Rusd es una de las obras más importantes del filósofo cordobés. Su redacción debe situarse en torno al año 590/1194. La razón por la cual Ibn Rusd realiza esta exposición es la carencia del texto de la Política de Aristóteles. "La primera parte de este arte ético --escribe el pensador cordobes-- se contiene en el libro de Aristóteles llamado Ética Nicomáquea, así también como en esta obra de Platón, La República, que intentamos exponer, ya que el tratado de Aristóteles sobre la política no ha llegado a nuestras manos". Ibn Rusd reconstruye los pilares del pensamiento aristotélico utilizando textos de la Ética Nicomáquea, Metafísica, Física, De ánima y Retórica, e incluso de la República de Platón (Fragmento del estudio preliminar escrito por Miguel Crúz Hernández).
HISTORIA DE MIS DESVENTURAS (Pedro Abelardo)
Abelardo (1072-1142) pertenece por su actividad al siglo XII. Para comprenderlo
conviene tener presente las principales características de su siglo.
Huizinga afirma que "el siglo XII fue una época de inigualada capacidad creadora y
formadora". Chenu y Vignaux no dudan en considerarlo un siglo de renacimiento dentro de
la Edad Media. Y para Gilson el siglo XII es un siglo de "fermentación espiritual y de
humanismo religioso". "Nuevas formas de contacto social más activas se habían desarrollado en las ciudades que
cubrían toda la extensión de occidente (viejas ciudades que de nuevo florecían y otras de
reciente formación) Organizáronse nuevas órdenes: paralelamente a las vastas y antiguas
abadías de San Benito se fundaron monasterios de cartujos y de agustinos, de cistercienses y
premostatenses. La expansión agraria interna y la colonización de las regiones periféricas
amplió el ámbito europeo. La caballería y el ascetismo se fusionaron en el ideal de la
sagrada orden caballeresca, tanto en el este como en el oeste.” "El siglo XII -como dice
Gilson- presenció el extraordinario desarrollo de los cantares de gesta, la ornamentación
escultórica de las abadías cluniacenses o borgoñonas, la construcción de las primeras
bóvedas góticas, el florecimiento de las escuelas y el triunfo de la dialéctica." Tal es el
siglo de Abelardo visto por sus más prestigiosos historiadores. (Fragmento del estudio preliminar escrito por José María Cigüela).
CONÓCETE A TI MISMO (Pedro Abelardo)
La figura de Pedro Abelardo (1079-1142) vuelve
a recuperar hoy el perfil exacto que tuvo en su tiempo.
Desenterrada del olvido por el romanticismo
sentimental, que hizo de él uno de los grandes
amantes o lovers, su figura aparece hoy como uno
de los grandes humanistas, pensadores, dialécticos
y teólogos del siglo XII, calificado como un primer
Renacimiento. El maestro Abelardo rompe esos
moldes tradicionales en los que solemos encuadrar
a los hombres de la Edad Media. Plenamente inmerso
en su siglo, lo rebasa y lo hace avanzar, dándonos
la imagen del intelectual, el humanista, el
teólogo original e independiente. La imagen romántica
de Abelardo va dando paso a la del intelectual provocador e innovador incómodo, lógico sutil y
maestro lúcido, siempre en la palestra de las ideas. (Fragmento del estudio preliminar escrito por Pedro R. Santidrián).
VARIAS OBRAS (Martin Heidegger)
Vamos a hablar de la esencia de la verdad. La pregunta por la esencia de la verdad no se preocupa de si la verdad es en cada caso la verdad de la experiencia práctica de la vida o de un cálculo económico, si es la verdad de una reflexión técnica o de la inteligencia política, ni sobre todo si es la verdad de la investigación científica o de una forma artística o incluso la verdad de una meditación pensante o de una fe del culto. La pregunta por la esencia deja todo esto de lado y trata de encontrar una única cosa: qué es lo que caracteriza a toda «verdad» en general como verdad. Pero acaso con la pregunta por la esencia no nos perdemos en el vacío de una generalidad que deja sin aire a cualquier pensar? ¿Acaso lo extremo de estas preguntas no evidencia la ausencia de suelo firme que caracteriza a toda filosofía? Después de todo, lo primero que debe intentar un pensar bien fundamentado ocupado con lo real es establecer la verdad efectivamente real, que nos proporciona hoy día norma y estabilidad, contra la confusión de la opinión y el cálculo. A la vista de este estado real de necesidad, ¿qué significado tiene la pregunta («abstracta») por la esencia de la verdad que pasa por alto todo lo efectivamente real? ¿La pregunta por la esencia no es la más inesencial y más irrelevante que se puede preguntar en general? (Fragmento del primer capítulo de "De la esencia de la verdad).
CARTA SOBRE EL HUMANISMO (Martin Heidegger)
Estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar de modo suficientemente decisivo. Solo se conoce
el actuar como la producción de un efecto,
cuya realidad se estima en función de su utilidad.
Pero la esencia del actuar es el llevar a cabo. Llevar
a cabo significa desplegar algo en la plenitud
de su esencia, guiar hacia ella, producere. Por eso,
en realidad solo se puede llevar a cabo lo que ya
es. Ahora bien, lo que ante todo «es» es el ser. El
pensar lleva a cabo la relación del ser con la esencia
del hombre. No hace ni produce esta relación.
El pensar se limita a ofrecérsela al ser como aquello
que a el mismo le ha sido dado por el ser. Este
ofrecer consiste en que en el pensar el ser llega al
lenguaje. El lenguaje es la casa del ser. En su morada
habita el hombre. Los pensadores y poetas
son los guardianes de esa morada. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del ser,
en la medida en que, mediante su decir, ellos la
llevan al lenguaje y allí la custodian. El pensar no
se convierte en acción porque salga de él un efecto
o porque pueda ser utilizado. El pensar solo
actúa en la medida en que piensa. Este actuar es,
seguramente, el mas simple, pero también el mas
elevado, porque atañe a la relación del ser con el
hombre. Pero todo obrar reside en el ser y se
orienta a lo ente. Por contra, el pensar se deja reclamar
por el ser para decir la verdad del ser. (Fragmento del primer capítulo).
EJERCITACIÓN EN EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO (Martin Heidegger)
«Ejercitación en el pensamiento filosófico» es el esfuerzo
incesante por poder realizar «libremente» este «tipo» de pensamiento.
«Libremente», es decir, que sin ser impedidos por opiniones previas y
sin dejarnos distraer por el propósito de conseguir «resultados», nos
encomendemos por entero a la ley esencial de este pensar y alcancemos
la referencia a eso que él piensa. El pensamiento «filosófico», como al fin
y al cabo sugiere el adjetivo, funciona como un «tipo» de pensamiento.
Otros «tipos» de pensamiento son, por ejemplo, el pensamiento
«matemático», el pensamiento «político», el pensamiento «artístico», el
pensamiento «económico».
A su vez, estos «tipos» de pensamiento en cada caso pueden ser
superficiales o ir al fondo, ser negligentes o rigurosos.
Ahora bien, para poder comenzar la ejercitación en el
pensamiento filosófico tenemos que conocer ya de alguna manera este
«tipo» de pensamiento, o, pese a todo, estar informados sobre dónde dar
con él. Pero ¿cómo hemos de averiguar cuál es el «tipo» especial del
pensamiento filosófico entre los otros tipos? Por ejemplo, podemos
intentar poner de relieve los mencionados tipos de pensamiento
contrastándolos entre sí, y caracterizar lo peculiar del pensamiento
filosófico en su diferencia con todos ellos.
Mas para cumplir adecuadamente en cierta medida esta tarea,
parece aconsejable establecer previamente qué es en general tal cosa
como «el pensamiento». Si procedemos así, dando primero la caracterización general del
pensar y haciendo notar después lo particular del pensamiento filosófico,
¿qué es lo que estamos haciendo entonces? (Fragmento del primer capítulo titulado «Ejercitación en el pensamiento filosófico» escrito por Martin Heidegger).
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INTRODUCCIÓN A LA METAFÍSICA (Martin Heidegger)
¿Por qué es el ente y no más bien la nada? Esta es la pregunta.
Probablemente no es una pregunta cualquiera. «¿Por qué es el ente
y no más bien la nada?» es, al parecer, la primera de todas las
preguntas. Es la primera aunque ciertamente no lo es en el orden
temporal en el que se sucedieron las preguntas. El ser humano
singular, lo mismo que los pueblos, pregunta muchas cosas en su
histórico camino a través del tiempo. Antes de topar con la
pregunta: ¿por qué es el ente y no más bien la nada? averigua y
explora y examina cosas muy diversas y de muy diversas maneras.
Hay muchos que no topan nunca con esta pregunta, si entendemos
este topar no simplemente en el sentido de escuchar y leer
esta frase interrogativa como mero enunciado, sino en el de
preguntar la pregunta, es decir, formularla, plantearla, exigirse a
sí mismo el estado apropiado para este preguntar. ·
Y, pese a todo, una vez, quizás hasta de vez en cuando, todos
nos sentimos rozados por el oculto poder de esta pregunta sin
comprender del todo lo que nos ocurre. Surge, por ejemplo, en
momentos de gran desesperación, cuando parece desvanecerse
todo el peso de las cosas y el sentido se oscurece por completo. Tal
vez se manifiesta tan sólo como una única y sorda campanada
cuyo sonido penetra la existencia y que luego se va apagando
suavemente. La pregunta está igualmente presente en los súbitos
júbilos del corazón, porque en esos momentos todas las cosas se
transforman y nos rodean como si eso sucediera por primera vez,
y como si pudiésemos comprender antes su inexistencia que su
existencia y el que sean tal como son. (Fragmento del primer capítulo titulado "La pregunta fundamental de la Metafísica", escrito por Martin Heidegger).
LÓGICA (Immanuel Kant)
Todo en la naturaleza animada, como en la inanimada, se rige por
reglas, aunque estas reglas no son siempre de nosotros conocidas; así es
que en virtud de leyes fijas y determinadas cae la lluvia, se mueven los
animales, etc. El Universo entero no es propiamente más que un vasto
conjunto de fenómenos sujetos a determinadas reglas; de suerte que nada,
absolutamente nada existe sin su fundamento. Por consecuencia de esto, no
existen, hablando con propiedad, verdaderas irregularidades; cuando
nosotros creemos encontrarlas no es sino que las leyes que rigen los
fenómenos que observamos nos son desconocidas. El ejercicio de nuestras facultades se verifica conforme a leyes, a
las que desde luego nos ajustamos sin tener conciencia de ello, hasta el
punto de que venimos insensiblemente en conocimiento de las mismas por
hechos de experiencia y por el continuo uso de las propias facultades.
Nosotros mismos concluimos por acomodarnos tan fácilmente a estas leyes,
que después nos cuesta gran trabajo el considerarlas de una manera
abstracta. Ejemplo de esto tenemos en la gramática general, que es una
forma del lenguaje en general. Se habla también sin conocimiento de
ninguna regla gramatical, y el que habla de este modo sigue sin embargo
una gramática, y habla conforme a reglas, mas no tiene conciencia de nada
de esto.
Todas nuestras facultades, en particular el entendimiento, están
sometidas en su ejercicio a leyes que podemos investigar. Hay más; el
entendimiento debe considerarse como el principio y la facultad para
concebir las reglas en general. Así como la sensibilidad es la facultad de
intuición, así el entendimiento es la facultad de pensar; es decir, la
facultad de someter a leyes las representaciones sensibles. El
entendimiento tiende a la investigación de las reglas y se encuentra feliz con haberlas hallado. Se trata, pues, de saber, ya que el
entendimiento es el principio de las reglas, conforme a qué reglas procede
él mismo.
FUNDAMENTACIÓN DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES (Immanuel Kant)
Ni en el mundo ni, en general, fuera de él es posible pensar nada que pueda ser considerado bueno
sin restricción, excepto una buena voluntad. El entendimiento, el ingenio, la facultad de discernir,1
o
como quieran llamarse los talentos del espíritu; o el valor, la decisión, la constancia en los propósitos
como cualidades del temperamento son, sin duda, buenos y deseables en muchos sentidos, aunque
también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad que debe hacer uso
de estos dones de la naturaleza y cuya constitución se llama propiamente carácter no es buena. Lo
mismo sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, el honor, incluso la salud y la
satisfacción y alegría con la propia situación personal, que se resume en el término , dan valor, y tras
él a veces arrogancia. Si no existe una buena voluntad que dirija y acomode a un fin universal el
influjo de esa felicidad y con él el principio general de la acción; por no hablar de que un espectador
racional imparcial, al contemplar la ininterrumpida prosperidad de un ser que no ostenta ningún
rasgo de una voluntad pura y buena, jamás podrá llegar a sentir satisfacción, por lo que la buena
voluntad parece constituir la ineludible condición que nos hace dignos de ser felices. (Fragmento del primer capítulo).
FILOSOFÍA DE LA HISTORIA QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN
Esta edición no sólo debería proporcionar una imagen fiel de la totalidad de la filosofía de la historia de Kant, sino también una cantera rica en conceptos, ideas y métodos para la comprensión de la actualidad a partir del pensamiento kantiano. Bajo esa doble intención las obras seleccionadas son: La Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita, que constituye el eje en torno al cual gira toda la filosofía de la historia de Kant. No podía, por tanto, faltar en esta edición. En respuesta a la pregunta ¿Qué es la ilustración? que, como el artículo anterior, es de 1784, Kant analiza una de sus más firmes convicciones. La libre publicación de las ideas significa, para el madurez histórica y atestigua la existencia de un Estado regido por el derecho. Ésta es una obra particularmente luminosa que aclara la relación del pensador con su tiempo y cómo puede intervenir en el progreso del mismo.
CRÍTICA DEL JUICIO (Immanuel Kant)
Podemos llamar razón pura la facultad de conocer por principios a priori; y
Crítica de la razón pura el examen de la posibilidad y límites de esta facultad
en general, sin que nunca comprendamos al hablar de ello más que la razón
considerada en un sentido teórico, como ya lo hicimos bajo este título en
nuestra primera obra, y sin que intentemos jamás someter también a este
examen la facultad práctica determinada por sus propios principios. La crítica
de la razón pura, no comprende, pues, más que nuestra facultad de conocer
las cosas a priori; no trata más que de la facultad de conocer, con abstracción
de sus facultades de sentir y de querer; y aun al ocuparse de la facultad del
conocer, no lo hace más que del sentimiento, en el cual busca los principios a
priori, haciendo abstracción del Juicio y de la razón (en tanto que se consideran
como facultades que igualmente pertenecen al conocimiento teórico), puesto
que desde luego hallamos que ninguna otra facultad de las que corresponden
al conocer, más que la del entendimiento, puede conducirnos al conocimiento
de dichos principios; y por esto la crítica, cuando examina las otras facultades
del conocer, para determinar la parte que cada una de ellas puede tener por sí
misma en la adquisición del conocimiento, no se ocupa de otra cosa más que
de lo que el entendimiento presenta a priori como una ley para la naturaleza y
todos sus fenómenos, (cuya forma se da también a priori), y deja todos los
demás conceptos puros para las ideas que trascienden de la facultad del
conocer teórico, cuyos conceptos, lejos por esto de ser inútiles o superfluos,
sirven, por el contrario, de principios reguladores. (Fragmento del prólogo de F. Barni).
CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA (Immanuel Kant)
La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento,
de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la
misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar
todas sus facultades.
La perplejidad en la que cae la razón no es debida a culpa suya alguna. Comienza
con principios cuyo uso es inevitable en el curso de la experiencia, uso que se halla, a
la vez, suficientemente justificado por esta misma experiencia. Con tales principios la
razón se eleva cada vez más (como exige su propia naturaleza), llegando a condiciones
progresivamente más remotas. Pero, advirtiendo que de esta forma su tarea ha de quedar
inacabada, ya que las cuestiones nunca se agotan, se ve obligada a recurrir a principios
que sobrepasan todo posible uso empírico y que parecen, no obstante, tan libres de
sospecha, que la misma razón ordinaria se halla de acuerdo con ellos. Es así como incurre
en oscuridades y contradicciones. Y, aunque puede deducir que éstas se deben necesariamente
a errores ocultos en algún lugar, no es capaz de detectarlos, ya que los principios
que utiliza no reconocen contrastación empírica alguna por sobrepasar los límites
de toda experiencia. El campo de batalla de estas inacabables disputas se llama metafísica. (Fragmento del prólogo de la primera edición).
LECCIONES SOBRE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA -3 tomos- G.W.F. Hegel
Hegel dió en total nueve cursos sobre esta materia en las
distintas universidades en las que trabajó. La primera vez durante
el invierno de 1805-1806 en Jena; las dos ocasiones siguientes
en Heidelberg durante los semestres de- invierno de
1816-1817 y 1817-1818; las seis restantes en esta universidad
[Berlín] en el verano de 1819 y en los semestres de invierno de
1820-1821, 1823-1824, 1825-1826, 1827-1828. y 1829-1830. Había
empezado sus cursos de invierno (entre ellos el décimo de historia
de la filosofía) el diez de noviembre de 1831, habiendo
dado ya dos clases sobre historia de la filosofía con gran fluidez
y amenidad, cuando fué alcanzado por la muerte.
De todos estos años sólo poseemos el cuaderno de Jena, en
cuarto, escrito de su puño y letra y revisado casi totalmente
por lo que se refiere al esrilo; en aquella época no se atrevía
aún a confiar sus lecciones a la memoria. A este cuaderno se
añade un pequeño resumen de historia de la filosofía, también
en cuarto, que escribió en Heidelberg y destinado a ser desarrollado
en clase. Contiene, en pocas y cuidadas palabras, los
momentos principales de cada filósofo. Todas las adiciones hechas
en los cursos posteriores están, en parte, escritas o esbozadas
al margen del cuaderno de Jena o del resumen, y en parte
en una serie de hojas sueltas que añadió a éstos. Lo escrito en
estas hojas carece de estilo, se trata más bien de pensamientos
anotados rápidamente sobre el papel, pero tiene un valor inmenso,
pues certifica, de su puño y letra, las fecundas adiciones
hechas por Hegel en los cursos posteriores; gracias a ellas puede
verse claramente lo que la exposición libre, tal como se encuentra
en los apuntes de sus alumnos, hacía de estos esquemas
y dónde y cómo debió ser rectificada esta exposición, o
mejor dicho su copia escrita, por ellos. (Fragmento del prólogo escrito por Karl Ludwig Michelet).
CIENCIA DE LA LÓGICA (G.W.F. Hegel)
A pesar de la importancia que tiene entre las obras hegelianas la Wissenschaft der Logik (Ciencia de la Lógica),
no existía hasta una fecha no lejana (1929) sino una única traducción: la versión italiana, excelente por cierto, de Arturo
Moni (Bari, Laterza, 1925, en tres tomos), a la que se agregó, en la fecha indicada, la inglesa de Johnston y
Strutbers, seguida por la francesa de S. Jankélévitch (París, Aubier, 1947-1949). Todas las traducciones
hasta entonces publicadas (francés, inglés, castellano, etc.) que se conocían con el título de Lógica de Hegel,
provenían de la exposición más breve y sintética que constituye la primera parte de la Enzyklopädie der
philosophischen Wissenschaften im Grundrisse (Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas en compendio), publicada por
Hegel en 1811, y ampliada sucesivamente por él mismo en la segunda edición de 1821 y en la tercera de 1830, y por sus
discípulos Von Henning, Michelet y Botoumann en la edición de 1832-45 que suele llamarse La Gran Enciclopedia, y
contiene los agregados (Zusätze) introducidos por los tres discípulos mencionados utilizando apuntes de las clases,
preparados por el autor o recogidos por alumnos.
Incluso la muy conocida traducción francesa de Augusto Véra (Logique de Hegel, traduite pour la premiére fois et
accompagnée d'un commentaire perpétuel, Paris, Ladrange, 1859, en 2 vols.; 2 ed. Germer Bailliére,
1874), ha sido hecha sobre la primera parte de la Enciclopedia, siguiendo (8
a
) la edición de Voz Henning
(primera parte de la Gran Enciclopedia), a cuyos agregados añadió Véra sus propios comentarios, resumiendo
partes de la obra mayor. Versiones de la primera parte de la Enciclopedia son igualmente las traducciones
españolas de la Lógica (de A. M. Fabié, 1172; de Antonio Zozaya, 1892; y de Ovejero y Maury, 1 y 2ª
edición sin fecha, 3 de 1918 y de 1944). (Fragmento del prólogo escrito por Rodolfo Mondolfo).
INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA (G.W.F. Hegel)
Hegel fue el primero en descubrir la relación que
existe entre el pensamiento filosófico y la sociedad
concreta, histórica, de donde surge. La filosofía es, en
último término, representación del espíritu de su
tiempo (de sus grandezas y de sus miserias), y la historia
de la filosofía, en cuanto desenvolvimiento en el
tiempo del pensamiento humano, es la filosofía misma
(«el estudio de la historia de la filosofía es el estudio
de la filosofía misma»).
Antes de Hegel, pues, ningún filósofo — con la
única excepción de importancia de Aristóteles en su libro
primero de la Metafísica— se había preocupado
por integrar las tesis de sus predecesores. Y ello por
dos razones, que el propio Hegel se encarga de exponer
en esta Introducción a la historia de la filosofía,
concretamente en el Suplemento, donde expone el
concepto y la definición de la historia de la filosofía.
Hasta Hegel, el contenido de esta historia era considerado
como una «narración de diversas opiniones», es
decir, algo ocioso, de interés puramente erudito por
su inutilidad. O bien no era tenido en cuenta, porque
los sistemas filosóficos eran considerados desde un
punto de vista exclusivo: había que decidirse por uno
de ellos como único legitimador de la verdad, y en
consecuencia los restantes eran falsos. A estas dos cuestiones Hegel responde aduciendo que una filosofía no es, en ningún momento, mero
opinar, sino «ciencia objetiva de la verdad, ciencia de
su necesidad, conocer conceptual», y que las distintas
filosofías de entrada tienen en común el ser filosofía. (Fragmento de los comentarios de la obra).
FILOSOFÍA DEL DERECHO (G.W.F. Hegel)
Para Alemania, en resumen, la crítica de la religión está
terminada y la crítica de la religión es la premisa de toda
crítica.
La existencia profana del error está comprometida, cuando
se impugna su celeste oratio pro aris et focis. El hombre
que ha encontrado sólo el reflejo de sí mismo en la fantástica
realidad del cielo, donde buscaba un superhombre, no se
sentirá más dispuesto a encontrar sólo la apariencia de sí
mismo, sólo la negación del hombre, donde indaga y debe
buscar su verdadera realidad.
El fundamento de la crítica religiosa es: el hombre hace
la religión, y no ya, la religión hace al hombre. Y verdaderamente
la religión es la conciencia y el sentimiento que de sí
posee el hombre, el cual aún no alcanzó el dominio de sí mismo
o lo ha perdido ahora. Pero el hombre no es algo abstracto,
un ser alejado del mundo. Quien dice: "el hombre",
dice el mundo del hombre: Estado, Sociedad. Este Estado,
esta Sociedad produce la religión, una conciencia subvertida
del mundo, porque ella es un mundo subvertido. La religión
es la interpretación general de este mundo, su resumen enciclopédico,
su lógica en forma popular, su point d'honneur
espiritualista, su exaltación, su sanción moral, su solemne
complemento, su consuelo y justificación universal. Es la
realización fantástica del ser humano, porque el ser humano
no tiene una verdadera realidad. La guerra contra la religión
es, entonces, directamente, la lucha contra aquel mundo,
cuyo aroma moral es la religión.
La miseria religiosa es, al mismo tiempo, la expresión de
la miseria real y la protesta contra ella. La religión es el
sollozo de la criatura oprimida, es el significado real del mundo
sin corazón, así como es el espíritu de una época privada
de espíritu. Es el opio del pueblo. (Fragmento del prólogo escrito por Karl Marx).
FILOSOFÍA DE LA HISTORIA (G.W.F. Hegel)
El intento de dar un sentido filosófico al desarrollo histórico no es
nuevo. San Agustín, Bossuet, Vico, Kant y Herder entre otros anteriores
y los actuales Spranger, Toynbee y Sorokin son cumplidos ejemplos. HEGEL
destaca entre ellos por su acusada personalidad. En la FILOSOFÍA
DE LA HISTORIA queda plasmado totalmente su sistema filosófico, viniendo
de la región de lo abstracto a vestirse con un ropaje concreto y
humano y es, por tanto, la mejor vía para penetrar en su estudio. Ahora
bien, si la importancia de un sistema se debe juzgar por la amplitud del
horizonte metódicamente explorado y por la profundidad de la resonancia en el propio tiempo, la filosofía de HEGEL es significativa en el siglo XIX. Pero
independientemente de su desarrollo, para y contrahegeliano, que se ha
suscitado en la historia especifica y técnica de la filosofía, para darse
cuenta de su significación en nuestro siglo, basta pensar en el hecho de
que se han apoyado en ella para obtener una justificación lógica y cultural
las nuevas ideologías políticas tales como el constitucionalismo conservador,
el liberalismo, el socialismo marxista y el nacionalismo de manera
que se puede afirmar que el siglo de HEGEL está lejos todavía de haber desaparecido. Esta sola consideración sería suficiente a nuestro propósito si no contáramos
además y a mayor abundamiento, que la FILOSOFÍA DE LA
HISTORIA es un ejemplo claro de cómo un sistema puede configurar unas
realidades con la imposición de unos esquemas, de un patrón, a unos hechos
que de otro modo parecerían incontrovertibles. Y que ésta es, actualmente,
la técnica de la información, parece estar fuera de toda duda. (Fragmento del comentario de la obra).
FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU (G.W.F. Hegel)
Es natural pensar que, en filosofía, antes de entrar en la cosa misma, es decir, en el conocimiento real
de lo que es en verdad, sea necesario ponerse de acuerdo previamente sobre el conocimiento, considerado
como el instrumento que sirve para apoderarse de lo absoluto o como el medio a través del cual es
contemplado. Parece justificada esta preocupación, ya que, de una parte, puede haber diversas clases de
conocimiento, una de las cuales se preste mejor que las otras para alcanzar dicho fin último, pudiendo, por
tanto, elegirse mal entre ellas; y, de otra parte, porque siendo el conocimiento una capacidad de clase y
alcance determinados, sin la determinación precisa de su naturaleza y sus límites captaríamos las nubes
del error, en vez del cielo de la verdad. E incluso puede muy bien ocurrir que esta preocupación se trueque
en el convencimiento de que todo el propósito de ganar para la conciencia por medio del conocimiento lo
que es en sí sea en su concepto un contrasentido y de que entre el conocimiento y lo absoluto se alce una
barrera que los separara sin más. En efecto, si el conocimiento es el instrumento para apoderarse de la
esencia absoluta, inmediatamente se advierte que la aplicación de un instrumento a una cosa no deja a
ésta tal y como ella es para sí, sino que la modela y altera. Y sí el conocimiento no es un instrumento de
nuestra actividad, sino, en cierto modo, un médium pasivo a través del cual llega a nosotros la luz de la
verdad, no recibiremos ésta tampoco tal y como es en sí, sino tal y como es a través de este médium y en
él. En ambos casos empleamos un medio que produce de un modo inmediato lo contrario de su fin, o más
bien el contrasentido consiste en recurrir en general a un medio. (Fragmento de la introducción escrita por G.W.F.Hegel).
ESCRITOS PEDAGÓGICOS (G.W.F. Hegel)
Los textos aquí presentados pertenecen al periodo de Nuremberg, con excepción del
informe de 1822, referente a la enseñanza de la filosofía en el Gimnasio, que corresponde
al periodo de Berlín. Aparecen en primer lugar los discursos que Hegel pronuncia en su
condición de rector del Gimnasio en 1809, 1810, 1811, 1813 y 1815. A continuación
figuran cuatro informes. Dos se refieren a la enseñanza de la filosofía en el Gimnasio, a
saber, el informe para Niethammer de 1812 y el de 1822 para las autoridades académicas
prusianas. Un tercer informe, destinado al profesor y consejero del gobierno prusiano Fr.
von Raumer, versa sobre el problema de la enseñanza de la filosofía en las universidades
y, finalmente, un informe acerca de la relación del Instituto Real con los demás institutos
de enseñanza.
Como apéndices aparecen, en primer lugar, la carta de Hegel a Niethammer del 23
de octubre de 1812, en la que matiza ulteriormente el sentido de su informe sobre la
enseñanza de la filosofía en el Gimnasio, En segundo lugar, se ofrece un fragmento de un
curso para la clase inferior (Unterkiasse) sobre doctrina del derecho, de los deberes y de
la religión. Puede servir de muestra de la propedéutica hegeliana. En él, Hegel aborda de
una manera clara y sencilla el problema de la formación (Bildung). (Introducción de la obra).
ENCICLOPEDIA DE LAS CIENCIAS FILOSÓFICAS EN COMPENDIO (G. W. F. Hegel)
La necesidad de poner en las manos de los alumnos un hilo conductor
para mis lecciones de filosofía es lo que me ha decidido a publicar, antes
de lo que hubiera sido mi intención, esta visión de conjunto del ámbito
total de la filosofía.
La naturaleza de un compendio no solamente excluye el desarrollo
exhaustivo de las ideas con arreglo a su contenido, sino que limita también
especialmente la explicitación de su deducción sistemática, la cual debe
contener lo que en otro tiempo se entendió como prueba y que es imprescindible a cualquier filosofía científica. El título del libro debía
indicar, por una parte, que abarca un todo y, por otra, la intención de
reservar las particularidades para la exposición oral.
Pero cuando se trata de un compendio, más [bien] se atiende únicamente
a una finalidad extrínseca de la ordenación y composición, si lo que
se pretende transmitir con intencionada brevedad es un contenido que se
da por supuesto y es [ya] bien conocido. En tanto la presente exposición
no se encuentra en este caso, sino que se trata de una reelaboración de la
filosofía con arreglo a un [nuevo] método que, como espero, llegará a ser
reconocido como el único verdadero, idéntico al contenido48, hubiera
podido tener por más ventajoso para el público, si las circunstancias me lo
hubieran permitido, hacer preceder un trabajo más detallado sobre las
otras partes de la filosofía semejante al que [ya] he entregado al público
sobre la primera parte de la totalidad [del sistema, es decir], la lógica. (Fragmento del prólogo de la primera edición escrita por G.W.F. Hegel).
SOBRE EL INFINITO UNIVERSO Y LOS MUNDOS (Giordano Bruno)
Durante el año 1584 Bruno vive en la capital de Inglaterra, protegido por
Miguel de Castelnau. Es éste un año fecundo en publicaciones y hasta se
puede decir que en él edita el trashumante dominico italiano sus primeras y
más importantes obras filosóficas. En efecto, en 1584 salen a luz en Londres
La cena de las cenizas (La cena de le ceneri), Sobre la causa, el principio y el
uno (De la causa, principio e uno) y Sobre el infinito universo y los mundos
(Del infinito universo e mondi)
Estos tres diálogos, escritos en italiano (y no en latín, como las obras
logísticas y mnemotécnicas), reciben el nombre de “diálogos metafísicos”,
por contraposición a otros tres publicados entre 1584 y 1585 y escritos
también en italiano (Spaccio de la bestia triunfante, Cabala del cavallo pegaseo,
y De glieroici furori), que suelen denominarse “diálogos morales”.
De los “diálogos metafísicos” hay dos, La cena de las cenizas y Sobre el
infinito universo y los mundos, en los cuales ocupan lugar preeminente las
discusiones de carácter astronómico. Si se los llama “metafísicos” es porque,
como dice Gentile, “el motivo del filosofar de Bruno, aun en tales discusiones,
es francamente metafísico y porque la física aristotélica, a la que
ésta de Bruno pretende reemplazar y a la que combate en su propio terreno
y con sus propias armas, es, de hecho, como se sabe, un cuerpo de doctrinas
puramente metafísicas en torno a la naturaleza”. Más adelante, antes
de caer en las garras de la Inquisición, publicará otros escritos filosóficos,
aunque no ya en italiano sino en latín. (Fragmento del prólogo de Ángel J. Cappelletti).
EPICURO, EL LIBERTADOR (Carlos García Gual)
He aquí una filosofía que tiene la virtud de suscitar
el apasionamiento En pro o en contra invita a tomar partido. El
rechazo escandalizado o la adhesión entusiasta han señalado,
a lo largo de la historia, el contacto con la doctrina de Epicuro;
una doctrina que, con afán evangélico, busca y promete a sus
adeptos la felicidad, ofreciéndose como remedio contra el dolor
y los sufrimientos, como la medicina contra las enfermedades
de la vida espiritual.
Seguramente ninguno de los pensadores de la antigüedad
ha sido tan calumniado ni tan trivialmente
malinterpretado como Epicuro. Tampoco ninguno ha suscitado
alabanzas tan entusiastas. Para sus discípulos era como un
dios, al decir de Lucrecio (V, 8); para otros, el primer cerdo de
la piara epicúrea, ese rebaño jovial al que el poeta Horacio se
jactaba irónicamente de pertenecer. Del epicureísmo, que no fue una teoría de talante escolar,
sino una concepción del mundo abierta a los vientos
callejeros y radicada en una circunstancia histórica bien precisa,
la del ocaso político de la ciudad griega a fines del siglo IV
antes de Cristo, nos han llegado a nosotros ecos muy dispersos,
y matizados con frecuencia de afectividad. De los numerosos
escritos de su fundador, uno de los filósofos antiguos de
mayor producción literaria, no nos queda casi nada. Ni un libro
del casi medio centenar de tratados que escribió Epicuro. Tan sólo breves fragmentos, algunas sentencias escogidas, y
tres cartas o epítomes, preservadas por un azar feliz. (Fragmento del primer capítulo).
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