EL ORDEN DEL DISCURSO (Michel Foucault)


En el discurso que hoy debo pronunciar, y en todos aquellos que, quizás durante años, habré de pronunciar aquí, hubiera preferido poder deslizarme subrepticiamente. Más que tomar la palabra, hubiera preferido verme envuelto por ella y transportado más allá de todo posible inicio. Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastando entonces con encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido por tanto inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su desaparición posible. Me habría gustado que hubiese detrás de mí (habiendo tomado desde hace tiempo la palabra, repitiendo de antemano todo cuanto voy a decir) una voz que hablase así: «Hay que continuar, no puedo continuar, hay que decir palabras mientras las haya, hay que decirlas hasta que me encuentren, hasta el momento en que me digan —extraña pena, extraña falta, hay que continuar, quizás está ya hecho, quizás ya me han dicho, quizás me han llevado hasta el umbral de mi historia, ante la puerta que se abre ante mi historia; me extrañaría si se abriera». (Fragmento de la Lección inaugural en el Collège de France pronunciada el 2 de diciembre de 1970). 

EL GOBIERNO DE SÍ Y DE LOS OTROS (Michel Foucault)


MICHEL FOUCAULT dictó clases en el Collége de France desde enero de 1971 hasta su muerte, en junio de 1984, con la excepción de 1977, cuando disfrutó de un año sabático. El nombre de su cátedra era "Historia de los sistemas de pensamiento". Esta cátedra fue creada el 30 de noviembre de 1969, según una propuesta de Jules Villemin, por la asamblea general de profesores del Collége de France, en reemplazo de la cátedra de "Historia del pensamiento filosófico" que hasta su muerte ocupó Jean Hyppolite. El 12 de abril de 1970, la misma asamblea eligió a Michel Foucault, que por entonces tenía 43 años, como titular de la nueva cátedra. Foucault dictó la lección inaugural el 2 de diciembre de 1970. La enseñanza en el Collége de France obedece a reglas particulares. Los profesores tienen la obligación de dictar 26 horas de cátedra por año (la mitad, como máximo, puede adoptar la forma de seminarios). Cada año deben exponer una investigación original, lo cual les exige una renovación constante del contenido de su enseñanza. La asistencia a los cursos y seminarios es completamente libre; no requiere ni inscripción ni título alguno. El profesor tampoco los entrega. En la jerga del Collége de France se dice que los profesores no tienen alumnos sino oyentes. Los cursos de Michel Foucault se realizaban todos los miércoles, desde principios de enero hasta fines de marzo. La concurrencia, muy numerosa y compuesta por estudiantes, docentes, investigadores y simples curiosos, muchos de ellos extranjeros, ocupaba dos anfiteatros del Collége de France. Foucault se quejó con frecuencia de la distancia que solía haber entre él y su "público" y de los escasos intercambios que la forma del curso hacía posibles. Soñaba con un seminario que fuera el ámbito de un verdadero trabajo colectivo. Trató de conseguirlo de diversas maneras. Los últimos años, a la salida del curso, dedicaba bastante tiempo a responder a las preguntas de los oyentes. (Fragmento de la advertencia introductoria escrita por Francois Ewal y Alessandro Fontana).

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EL CORAJE DE LA VERDAD EL GOBIERNO DE SÍ Y DE LOS OTROS II

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DE LENGUAJE Y LITERATURA (Michel Foucault)


Unos textos sobre Bataille, Klossowsky, Veyne... que se incorporan a los ya traducidos sobre, por ejemplo, Roussel o Blanchot, conforman un espacio de lenguaje y literatura en el que nos encontramos con el gesto de Foucault. No ha de olvidarse en todo caso, que él explícitamente señala: "No soy en absoluto un crítico literario, no soy un historiador de la literatura". Sin embargo, Foucault atraviesa ciertos caminos como quien ha sostenido interesantes perspectivas sobre la literatura, esquivándola a la par constantemente, y nos ha mostrado que, sin duda, era necesario situarse fuera de ella. (Fragmento de la introducción escrita por Ángel Gabilondo).  

SIETE SENTENCIAS SOBRE EL SÉPTIMO ÁNGEL (Michel Foucault)


La Science de Dieu y, en gran medida, La Grammaire logique se presentan como una investigación acerca del origen de las lenguas. Investigación tradicional durante siglos, que, desde el siglo xix, se vio obligada poco a poco a derivar hacia el lado del delirio. Baste un dato simbólico para esta exclusión: el día en que las sociedades eruditas rechazaron las memorias consagradas a la lengua primitiva. Pero dentro de esta larga dinastía, un buen día desterrada, Brisset ocupa un sitio señero y actúa como un agitador. Súbito torbellino entre tantos tranquilos delirios. (Primer capítulo de la obra).

VIGILAR Y CASTIGAR - NACIMIENTO DE LA PRISIÓN - (Michel Foucault)


Quizá nos dan hoy vergüenza nuestras prisiones. El siglo XIX se sentía orgulloso de las fortalezas que construía en los límites y a veces en el corazón de las ciudades. Le encantaba esta nueva benignidad que remplazaba los patíbulos. Se maravillaba de no castigar ya los cuerpos y de saber corregir en adelante las almas. Aquellos muros, aquellos cerrojos, aquellas celdas figuraban una verdadera empresa de ortopedia social. A los que roban se los encarcela; a los que violan se los encarcela; a los que matan, también. ¿De dónde viene esta extraña práctica y el curioso proyecto de encerrar para corregir, que traen consigo los Códigos penales de la época moderna? ¿Una vieja herencia de las mazmorras de la Edad Media? Más bien una tecnología nueva: el desarrollo, del siglo XVI al XIX, de un verdadero conjunto de procedimientos para dividir en zonas, controlar, medir, encauzar a los individuos y hacerlos a la vez "dóciles y útiles". Vigilancia, ejercicios, maniobras, calificaciones, rangos y lugares, clasificaciones, exámenes, registros, una manera de someter los cuerpos, de dominar las multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas, se ha desarrollado en el curso de los siglos clásicos, en los hospitales, en el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres: la disciplina. El siglo XIX inventó, sin duda, las libertades: pero les dio un subsuelo profundo y sólido — la sociedad disciplinaría de la que seguimos dependiendo. (Fragmento de la contratapa).

SEGURIDAD, TERRITORIO, POBLACIÓN -CURSO EN EL COLLEGE DE FRANCE- (Michel Foucault)


MICHEL FOUCAULT dictó clases en el Collége de France desde enero de 1971 hasta su muerte, en junio de 1984, con la excepción de 1977, cuando disfrutó de un año sabático. El nombre de su cátedra era "Historia de los sistemas de pensamiento". Esta cátedra fue creada el 30 de noviembre de 1969, según una propuesta de Jules Villemin, por la asamblea general de profesores del Collége de France, en reemplazo de la cátedra de "Historia del pensamiento filosófico" que hasta su muerte ocupó Jean Hyppolite. El 12 de abril de 1970, la misma asamblea eligió a Michel Foucault, que por entonces tenía 43 años, como titular de la nueva cátedra. Foucault dictó la lección inaugural el 2 de diciembre de 1970. La enseñanza en el Collége de France obedece a reglas particulares. Los profesores tienen la obligación de dictar 26 horas de cátedra por año (la mitad, como máximo, puede adoptar la forma de seminarios). Cada año deben exponer una investigación original, lo cual les exige una renovación constante del contenido de su enseñanza. La asistencia a los cursos y seminarios es completamente libre; no requiere ni inscripción ni título alguno. El profesor tampoco los entrega. En la jerga del Collége de France se dice que los profesores no tienen alumnos sino oyentes. Los cursos de Michel Foucault se realizaban todos los miércoles, desde principios de enero hasta fines de marzo. La concurrencia, muy numerosa y compuesta por estudiantes, docentes, investigadores y simples curiosos, muchos de ellos extranjeros, ocupaba dos anfiteatros del Collége de France. Foucault se quejó con frecuencia de la distancia que solía haber entre él y su "público" y de los escasos intercambios que la forma del curso hacía posibles. Soñaba con un seminario que fuera el ámbito de un verdadero trabajo colectivo. Trató de conseguirlo de diversas maneras. Los últimos años, a la salida del curso, dedicaba bastante tiempo a responder a las preguntas de los oyentes. (Fragmento de la advertencia introductoria escrita por Francois Ewal y Alessandro Fontana).

  

MICROFÍSICA DEL PODER (Michel Foucault)


La historia aprende también a reírse de las solemnidades del origen. El alto origen es la «sobrepujanza metafísica que retorna en la concepción según la cual al comienzo de todas las cosas se encuentra aquello que es lo más precioso y esencial»: se desea creer que en sus comienzos las cosas estaban en su perfección; que salieron rutilantes de las manos del creador, o de la luz sin sombra del primer amanecer. El origen está siempre antes de la caída, antes del cuerpo, antes del mundo y del tiempo; está del lado de los dioses, y al narrarlo se canta siempre una teogonia. Pero el comienzo histórico es bajo, no en el sentido de modesto o de discreto como el paso de la paloma, sino irrisorio, irónico, propicio a deshacer todas las fatuidades: «Se buscaba hacer despertar el sentimiento de la soberanía del hombre, mostrando su nacimiento divino: esto se convirtió ahora en un camino prohibido; pues a la puerta del hombre está el mono». El hombre comenzó por la mueca de lo que llegaría a ser; Zaratustra mismo tendrá su simio que saltará a su espalda y tirará por su vestido. (Fragmento del primer capítulo titulado "Nietzsche, la genealogía, la historia").

LAS PALABRAS Y LAS COSAS (Michel Foucault)


Este libro nació de un texto de Borges. De la risa que sacude, al leerlo, todo lo familiar al pensamiento —al nuestro: al que tiene nuestra edad y nuestra geografía—, trastornando todas las superficies ordenadas y todos los planos que ajustan la abundancia de seres, provocando una larga vacilación e inquietud en nuestra práctica milenaria de lo Mismo y lo Otro. Este texto cita "cierta enciclopedia china" donde está escrito que "los animales se dividen en a] pertenecientes al Emperador, b] embalsamados, c] amaestrados, d] lechones, e] sirenas, f] fabulosos, g] perros sueltos, h] incluidos en esta clasificación, i] que se agitan como locos, j] innumerables, k] dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l] etcétera, m] que acaban de romper el jarrón, n] que de lejos parecen moscas".* En el asombro de esta taxinomia, lo que se ve de golpe, lo que, por medio del apólogo, se nos muestra como encanto exótico de otro pensamiento, es el límite del nuestro: la imposibilidad de pensar esto. Así, pues, ¿qué es imposible pensar y de qué imposibilidad se trata? Es posible dar un sentido preciso y un contenido asignable a cada una de estas singulares rúbricas; es verdad que algunas de ellas comprenden seres fantásticos —animales fabulosos o sirenas—; pero justo al darles un lugar aparte, la enciclopedia china localiza sus poderes de contagio; distingue con todo cuidado entre los animales reales (que se agitan como locos o que acaban de romper el jarrón) y los que sólo tienen su sitio en lo imaginario. Se conjuran las mezclas peligrosas, los blasones y las fábulas vuelven a su alto lugar; nada de inconcebible anfibia, nada de alas con zarpas, nada de inmunda piel escamosa, nada de estos rostros polimorfos y demoniacos, nada de aliento en flamas. (Fragmento del prefacio escrito por Michel Foucault).

HERMENEUTICA DEL SUJETO (Michel Foucault)


Este libro reúne los resúmenes del Curso pronunciado por Michel Foucault en 1982, en su cátedra de Historia de los sistemas de pensamiento, sobre la Hermenéutica del sujeto. A estas lecciones —que no estaban destinadas a ser publicadas, por lo que deben de ser leídas como un material de trabajo provisional— se ha añadido una larga y densa entrevista en la que se abordan cuestiones relacionadas con algunos conceptos introducidos en este curso, y en donde también se clarifican algunas categorías claves en la obra de Foucault como por ejemplo el concepto de relaciones de poder. El principal objetivo de esta publicación es, por tanto, proporcionar unos preciosos materiales de reflexión que, con toda seguridad, serán especialmente útiles para todos aquellos que en la actualidad están interesados en construir una teoría histórica y social de la subjetividad y en reflexionar sobre las bases de una nueva ética en la que la acción individual y el compromiso personal no estén desvinculados de los intereses colectivos. (Fragmento del prólogo escrito por Fernando Alvárez - Uría).

DISCURSO Y VERDAD EN LA ANTIGUA GRECIA (Michel Foucault)


Foucault sentía una atracción especial por determinadas formas de vida propias de Estados Unidos. Desde la década de 1970 hasta 1983, sus viajes a este país son continuos. A pesar de haber recorrido buena parte del m undo como profesor de universidad y conferenciante, desde Suecia a Polonia, de Túnez a Brasil o Japón, es en Estados Unidos donde llegó a encontrarse más a gusto. Así lo asegura su biógrafo y amigo personal, Didier Eribon, en su magnífico relato de la vida del filósofo: «El país con el que Foucault trenza la relación de mayor intensidad es Estados Unidos». Tras sus primeras estancias en Buffalo, en 1970 y 1972, en las que aún habla en francés, Foucault irá adquiriendo una fama creciente en los círculos universitarios estadounidenses más progresistas. En 1975 es invitado por Leo Bersani, director del departam ento de francés de la Universidad de Berkeley, a presentar la investigación que está llevando a cabo, y que se convertirá en el primer volumen de la Historia de la sexualidad: La Volonté deSavoir. También en este año 1975 participa Foucault en un congreso organizado en Nueva York por la revista Semiotexts, que luego constituirá uno de los medios de difusión del pensamiento foucaultiano en Estados Unidos. Pero, sin duda, uno de los momentos más importantes de la relación filosófica de Foucault con Estados Unidos será el año 1979, cuando imparta en Stanford las Tanner lectures, en las que pronunciará sus conferencias tituladas «Omnes et singulatim: Towards a Criticism of Political Reasons». Entonces es cuando conocerá a Hubert Dreyfus y Paul Rabinow, dos profesores de Berkeley que preparan un libro sobre su obra, que más tarde será una de las principales biografías intelectuales sobre Foucault. (Fragmento de la introducción subtitulada "Focault y Estados Unidos" escrita por Ángel Gabilondo y Fernando Fuentes Megias).  

DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO DE LAS CIENCIAS DEL LENGUAJE (Oswald Ducrot y Tzvetan Todonov).


El título de esta obra implica dos particularidades relacionadas con dos opciones fundamentales que debemos explicar aquí: el plural de ciencias, el singular de lenguaje. Hemos resuelto dar a la palabra lenguaje el sentido preciso -y trivial- de "lengua natural": no el de "sistema de signos", tan difundido en nuestros días. No nos ocuparemos aquí de las lenguas documentales, ni de las diferentes artes consideradas como lenguajes, ni de la ciencia tomada como una lengua bien o mal hecha, ni del lenguaje animal, gestual, etc. Las razones de esta restricción son múltiples. En primer término, al abandonar el ámbito de lo verbal nos habríamos visto obligados a encarar un objeto cuyos limites son difíciles de precisar y que por el hecho mismo de su indeterminación corre el riesgo de coincidir con el de todas las ciencias humanas y sociales, si no de todas las ciencias en general. Si todo es signo en el comportamiento humano, la presencia de un "lenguaje", en este sentido amplio, ya no permite delimitar un objeto de conocimiento entre otros. Por lo demás, sólo en época reciente las instituciones sociales, las estructuras psíquicas, las formas artísticas, el fraccionamiento de las ciencias en campos diversos han sido enfocados como sistemas de signos: para hablar de ellos, con frecuencia habríamos debido crear una ciencia, en vez de dar cuenta de ella, cosa que no correspondía a nuestros fines ni a nuestras posibilidades. Por último, tal extensión de la palabra "lenguaje" habría supuesto la afirmación de una identidad de principio entre los diferentes sistemas de signos; nos hemos negado a elevar lisa y llanamente esta hipótesis al rango de postulado. El estudio de tales sistemas podrá ser el objeto de otras obras futuras. (Fragmento de la introducción escrita por Oswald Ducrot y Tzvetan Todonov).

DICCIONARIO AKAL DE FILOSOFÍA


La filosofía siempre ha hecho cosas extraordinarias con términos corrientes –«creer» y «saber», «causar» y «explicar», «espacio» y «tiempo», «justicia» y «bondad», «lenguaje» y «significado», «verdad» y «belleza», «arte», «religión», «ciencia», «mente», «percepción», «razón» y otros muchos–. El área dispone de numerosos términos técnicos que también son difíciles de definir, pero los primeros de los que hablamos representan un desafío aún mayor para quien hace un diccionario por su relación directa con nuestro vocabulario cotidiano. Me refiero no sólo a las palabras corrientes enumeradas sino también a términos quizá más humildes de su entorno como «accidente», «acción», «gramática», «conjunto» y «vago». Todos los términos cotidianos caracterizados en este volumen se definen –de alguna manera– en los diccionarios normales de español o en alguna enciclopedia. Pero muchos lectores de filosofía –sobre todo los lectores legos y los provinientes de otros campos– necesitan algo muy distinto, una obra de referencia mucho más especializada que los diccionarios de español y las enciclopedias y mucho menos voluminosa que éstas. Por extensos que sean, los diccionarios normales, aun siendo precisos, son poco informativos para ayudar a lectores que buscan términos por razones filosóficas; y, aun cuando sean filosóficamente esclarecedoras, las enciclopedias y las obras de referencia especializadas suelen ser demasiado extensas, y a veces demasiado difusas, para dar al lector una formulación concisa de lo que es filosóficamente central en el uso de un término. Este diccionario responde a la necesidad de una obra de referencia filosófica comprehensiva y de múltiples autores que al mismo tiempo sea de amplio alcance, tamaño medio y contenido autorizado. En mucho menos espacio del que se necesita para entradas comparables en una enciclopedia de filosofía o en un manual dedicado a una única subárea, este volumen trata la multiplicidad de temas propios de un diccionario de filosofía con algo de la profundidad de los autores especializados. (Fragmento del prefacio a la primera edición escrito por Robert Audi).

DICCIONARIO EXPOSITIVO DE PALABRAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO


El Diccionario Expositivo del Antiguo Testamento será una herramienta útil en las manos del estudioso con escasos conocimientos de la lengua hebraica. Le abrirá tesoros de la verdad que a menudo se encuentran enterrados dentro del idioma original del Antiguo Testamento, a veces cerca de la superficie y otras profundamente empotrados bajo la superficie. El investigador conocedor de hebreo hallará de gran utilidad el Diccionario Expositivo como libro de consulta. Y el estudioso que desconoce la lengua podrá experimentar una satisfacción muy particular al usar esta herramienta para excavar las verdades que están en la Biblia hebraica, verdades que de otra manera no le serían accesibles. Por supuesto que no se necesita conocer el idioma hebreo para ser un estudiante serio del Antiguo Testamento. Las traducciones modernas de la Biblia y los comentarios bíblicos son muy valiosos y tienen su lugar en el estudio bíblico. Con todo, un libro de consulta que esclarece la lengua en que fue revelado y escrito el Antiguo Testamento tendrá un valor muy evidente, incluso para quienes no conocen el idioma. El hebreo, la lengua escogida por Dios para registrar las profecías acerca de Cristo, posee admirables cualidades para realizar este cometido. El idioma tiene una cualidad singularmente rítmica y musical. Su literatura poética está dotada de una notable nobleza y dignidad de estilo, lo cual, junto con su viveza, le permite ser un vehículo particularmente eficaz para expresar las verdades sagradas. Los conceptos que están por detrás de su vocabulario le imparten su carácter vivaz y pintoresco. (Fragmento del prólogo escrito por Merril F. Unger),

ENCICLOPEDIA DE MITOLOGÍA UNIVERSAL


Nuestros antepasados se sintieron insatisfechos ante la pobreza de acontecimientos que su vida cotidiana les deparaba. Además, al ignorar el verdadero alcance de los fenómenos naturales, como el rayo y el trueno que se producían cuando se desataba una tormenta, en ocasiones sentían incertidumbre y miedo. Miedo a la muerte, al hambre, a la enfermedad, a la inmensidad del cosmos, a lo desconocido y a la soledad. Ya tenían el amparo y la comprensión de su grupo y de su propia familia, pero, sin embargo, ésto no era suficiente para hacer desaparecer su angustia y zozobra. Entonces se disponen a forjar en su mente ideas que les lleven cierta clase de serenidad  y calma que, cuando menos, contengan en sí mismas toda la energía del infinito, de lo inmutable y de lo eterno. Necesitan la protección, no solo del padre terrenal y progenitor, sino también la del padre celestial y hacedor. Por otra parte, ellos mismos llegaban a ser un día padres terrenales y tenían ocasión de constatar su insignificancia e inseguridad. Todavía deberían proseguir en busca de algo grandioso y vigoroso, firme y seguro que no hallaban en su interior. Aún permanecía latente en ellos su ansia de inmortalidad, de infinitud, de eternidad. Había que seguir adelante y descubrir otros mundos, otras mentes, otras acciones excepcionales. (Fragmento de la introducción de la obra).      

DICCIONARIO VOX LATÍN - ESPAÑOL


Desde 1954, el diccionario clave para la formación humanística de varias generaciones de estudiantes. Prólogo de Vicente García de Diego. 30 000 entradas en la parte latino-español · 11 000 entradas en la parte español-latino · Los artículos contienen gran abundancia de ejemplos, tomados de los autores más importantes, que facilitan la comprensión y ofrecen la traducción más adecuada a cada contexto Indica el régimen de los verbos · Introduce como entradas las formas irregulares y de difícil identificación (pretéritos, participios, etc.) · Indica la cantidad de las sílabas (largas y breves) · Incluye 91 grabados, mapas y explicaciones · Cuadro de abreviaturas latinas · Se acompaña de un anexo con un práctico resumen de gramática latina.

GUÍA DE LOS DESCARRIADOS (Maimónides)


En el nombre de Dios, Señor del universo. A R. Joseph —protéjale Dios—, hijo de R. Jehudá —así repose en el Paraíso—: "Desde el instante mismo en que resolviste, mi querido discípulo, venir a mi lado desde lejano país a estudiar dirigido por mí, tuve el más alto concepto de tu sed de conocimiento, de tu amor por las indagaciones de carácter especulativo de las cuales dan testimonio tus poemas. En la época en que recibí tus escritos en verso y prosa, que me enviaste desde Alejandría, no podía yo comprobar tus facultades de aprehensión, y temía que acaso la capacidad fuera inferior a tus anhelos; pero luego que recorriste conmigo un curso de astronomía, una vez terminados otros estudios elementales que son indispensables para entender aquella ciencia, quedé muy satisfecho de la agudeza y prontitud con que comprendías todas las cosas. Más tarde, me di cuenta de que habías adquirido de otros algunos conocimientos relativos a los problemas metafísicos y al sistema de los Motacálimes, y de que estabas confuso y descarriado, aunque empeñado todavía en resolver tus dudas y dificultades. Te insté a que desistieras de esta búsqueda, y te aconsejé que continuaras de manera sistemática tus estudios; perseguía con ello que la verdad se te fuera presentando de manera ordenada y metódica, de suerte que no tropezaras al azar con ella. (Fragmento de una carta de Maimónides a su discípulo R. Joseph Akinin, a modo de introducción de la presente obra). 

LA CIUDAD DEL SOL (Tommaso Campanella)


Corría el año de 1623, cuando, encontrándose encarcelado en el Castillo de Nápoles, el filósofo italiano Giovanni Doménico Campanella (1568-1639), escribió la obra que aquí presentamos: La ciudad del Sol. Giovanni Doménico, había cambiado su nombre por el de Fray Tommaso, cuando ingresó al convento de Santo Domingo, en donde estudió filosofía y teología, siendo consagrado sacerdote. Gracias a una atenta lectura de La ciudad del Sol podemos percatarnos de que su autor era una persona versada en conocimientos esotéricos. Pues, existen muchos elementos en esta obra que nos llevan a afirmar que Tommaso Campanella, sin duda había pertenecido a algún grupúsculo hermético en donde se estudiaban y discutían conocimientos ocultos, catalogados por las autoridades eclesiásticas como herejías e implacablemente perseguidos y condenados por la Santa Inquisición. Se dice que en 1589, Fray Tommaso, en compañía de un rabino judío, se introdujo en el estudio del naturalismo y el hermetismo. Quizá, reflejo de aquellos estudios lo sería su primera obra, Philosophia sensibus demonstrata, misma que terminaría siendo condenada por las autoridades eclesiásticas, conduciendo a Campanella a un proceso bajo los cargos de herejía y demonismo, lo que finalmente le traería como consecuencia el terminar siendo encarcelado por orden de la Santa Inquisición. Pero la agitada vida de Fray Tommaso no terminaría ahí, sino que al participar, en Calabria, en una conjura contra las autoridades españolas buscando la implantación de una República perfecta, sería nuevamente detenido y procesado bajo los cargos de rebelión y herejía, siendo en 1602 condenado a cadena perpetua, pena que debería de cumplir en el Castillo de Nápoles. Veintisiete años duraría en prisión hasta que finalmente una orden papal lo liberó. Y sería precisamente durante ese largo encarcelamiento que escribiría, entre otras, su obra cumbre, Civitas solis, poetica idea Republicae philosophicae (La ciudad del Sol). (Fragmento de la presentación escrita por Chantal López y Omar Cortés). 

UTOPÍA (Tomás Moro)


Santo Tomás Moro publicó su "UTOPIA" en 1516, y Lutero dio el primer paso hacia la Reforma Protestante en 31 de octubre de 1517, al publicar sus 95 tesis en Wittemberg. Después, la Historia ha seguido su curso. De estos hechos han pasado cuatro Siglos y medio, y hoy tenemos suficiente perspectiva para darnos cuenta de muchas cosas que nuestros antepasados no pudieron ver. Ambos hechos se produjeron en los tiempos en que el poder espiritual y temporal de la Iglesia Católica habían llegado al máximo. En todo lo que hoy llamamos "Occidente" no existía más que una sola religión, bajo la autoridad suprema del Papa de Roma, al cual prestaban acatamiento todos los Príncipes. Se habían constituido y consolidado casi todas las grandes naciones de Europa. El poder temporal de la Iglesia se había consolidado en dos aspectos: 1º Poder concentrado, constituido por los Estados Pontificios, en los que el Papa era soberano absoluto, y 2º Poder diluido, formado por las posesiones, mas o menos feudales, de todos los dignatarios eclesiásticos en todos los países. Desde las Parroquias rurales a los grandes Arzobispados, pasando por todos los Obispados y las grandes (y pequeñas) Abadías y Conventos. ¿Y el pueblo? ¿Qué papel desempeñaba en todo esto el pueblo? Lo que hoy llamamos "pueblo" entonces se denominaba "los súbditos", "los vasallos", "los sujetos"..., nombres todos que indican netamente que la gente sin privilegios (el vulgo) eran, ante todo, los sometidos y los servidores de los poderosos; La gente del pueblo no tenía "patria" (pasarían dos siglos antes de que se inventara), pero tenían Rey, al que tenían que servir lealmente. Y. esta era regla. A esto ahora lo denominaríamos "discriminación señorial": - los "señores" por una parte y los "siervos" por otra. Este proceso del poder temporal empezó (para la Iglesia) con la conversión (o así) de Constantino y el Edicto de Milán en el año 313, y llegó a su máxima "perfección" en los tiempos que precedieron a la Reforma. La gente de Iglesia (excepto los Santos) estaba segura de que lo mejor era el estar aliada con los poderosos y él - ser poderosos ellos mismos; ya que el "pueblo" tenía que seguir el camino que sus "señores" le trazaban. Estoy seguro de que Aristóteles habría encontrado este proceder perfecto; también estoy seguro de que Jesucristo no podía bendecirlo. (Fragmento de la introducción de la obra escrita por Rovirosa). 

DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE (Pico de la Mirándola)


He leído en los antiguos escritos de los árabes, -padres venerados que Abdala el sarraceno interrogado acerca de cuál era a sus ojos el espectáculo más maravilloso en esta escena del mundo, había respondido que nada veía más espléndido que el hombre. Con esta afirmación coincide aquella famosa de Hennes: "Gran milagro, oh Asclepio, es el hombre''. Sin embargo, al meditar sobre el significado de estas afirmaciones, no me parecieron del todo persuasivas las múltiples razones que son aducidas a propósito de la grandeza humana: que el hombre, familiar de las criaturas superiores y soberano de las inferiores, es el vinculo entre ellas; que por la agudeza de los sentidos, por el poder indagador de la razón y por la luz del intelecto, es intérprete de la naturaleza; que, intermediario entre el tiempo y la eternidad es ( como dicen los persas) cópula, y también connubio de todos los seres del mundo y, según testimonio de David,  poco inferior a Los ángeles. Cosas grandes, sin duda, pero no tanto como para que el hombre reivindique el privilegio de una admiración ilimitada. Porque en efecto, ¿no deberemos admirar más a los propios ángeles y a los beatísimos coros del cielo? (Fragmento del Discurso de la dignidad del hombre).

EXPOSICIÓN DE LA REPÚBLICA DE PLATÓN (Averroes)


La Exposición de la "República" de Platón realizada por Ibn Rusd es una de las obras más importantes del filósofo cordobés. Su redacción debe situarse en torno al año 590/1194. La razón por la cual Ibn Rusd realiza esta exposición es la carencia del texto de la Política de Aristóteles. "La primera parte de este arte ético --escribe el pensador cordobes-- se contiene en el libro de Aristóteles llamado Ética Nicomáquea, así también como en esta obra de Platón, La República, que intentamos exponer, ya que el tratado de Aristóteles sobre la política no ha llegado a nuestras manos". Ibn Rusd reconstruye los pilares del pensamiento aristotélico utilizando textos de la Ética Nicomáquea, Metafísica, Física, De ánima y Retórica, e incluso de la República de Platón (Fragmento del estudio preliminar escrito por Miguel Crúz Hernández).

HISTORIA DE MIS DESVENTURAS (Pedro Abelardo)


Abelardo (1072-1142) pertenece por su actividad al siglo XII. Para comprenderlo conviene tener presente las principales características de su siglo. Huizinga afirma que "el siglo XII fue una época de inigualada capacidad creadora y formadora". Chenu y Vignaux no dudan en considerarlo un siglo de renacimiento dentro de la Edad Media. Y para Gilson el siglo XII es un siglo de "fermentación espiritual y de humanismo religioso". "Nuevas formas de contacto social más activas se habían desarrollado en las ciudades que cubrían toda la extensión de occidente (viejas ciudades que de nuevo florecían y otras de reciente formación) Organizáronse nuevas órdenes: paralelamente a las vastas y antiguas abadías de San Benito se fundaron monasterios de cartujos y de agustinos, de cistercienses y premostatenses. La expansión agraria interna y la colonización de las regiones periféricas amplió el ámbito europeo. La caballería y el ascetismo se fusionaron en el ideal de la sagrada orden caballeresca, tanto en el este como en el oeste.” "El siglo XII -como dice Gilson- presenció el extraordinario desarrollo de los cantares de gesta, la ornamentación escultórica de las abadías cluniacenses o borgoñonas, la construcción de las primeras bóvedas góticas, el florecimiento de las escuelas y el triunfo de la dialéctica." Tal es el siglo de Abelardo visto por sus más prestigiosos historiadores. (Fragmento del estudio preliminar escrito por José María Cigüela).

CONÓCETE A TI MISMO (Pedro Abelardo)


La figura de Pedro Abelardo (1079-1142) vuelve a recuperar hoy el perfil exacto que tuvo en su tiempo. Desenterrada del olvido por el romanticismo sentimental, que hizo de él uno de los grandes amantes o lovers, su figura aparece hoy como uno de los grandes humanistas, pensadores, dialécticos y teólogos del siglo XII, calificado como un primer Renacimiento. El maestro Abelardo rompe esos moldes tradicionales en los que solemos encuadrar a los hombres de la Edad Media. Plenamente inmerso en su siglo, lo rebasa y lo hace avanzar, dándonos la imagen del intelectual, el humanista, el teólogo original e independiente. La imagen romántica de Abelardo va dando paso a la del intelectual provocador e innovador incómodo, lógico sutil y maestro lúcido, siempre en la palestra de las ideas. (Fragmento del estudio preliminar escrito por  Pedro R. Santidrián).

VARIAS OBRAS (Martin Heidegger)


Vamos a hablar de la esencia de la verdad. La pregunta por la esencia de la verdad no se preocupa de si la verdad es en cada caso la verdad de la experiencia práctica de la vida o de un cálculo económico, si es la verdad de una reflexión técnica o de la inteligencia política, ni sobre todo si es la verdad de la investigación científica o de una forma artística o incluso la verdad de una meditación pensante o de una fe del culto. La pregunta por la esencia deja todo esto de lado y trata de encontrar una única cosa: qué es lo que caracteriza a toda «verdad» en general como verdad. Pero acaso con la pregunta por la esencia no nos perdemos en el vacío de una generalidad que deja sin aire a cualquier pensar? ¿Acaso lo extremo de estas preguntas no evidencia la ausencia de suelo firme que caracteriza a toda filosofía? Después de todo, lo primero que debe intentar un pensar bien fundamentado ocupado con lo real es establecer la verdad efectivamente real, que nos proporciona hoy día norma y estabilidad, contra la confusión de la opinión y el cálculo. A la vista de este estado real de necesidad, ¿qué significado tiene la pregunta («abstracta») por la esencia de la verdad que pasa por alto todo lo efectivamente real? ¿La pregunta por la esencia no es la más inesencial y más irrelevante que se puede preguntar en general? (Fragmento del primer capítulo de "De la esencia de la verdad).





CARTA SOBRE EL HUMANISMO (Martin Heidegger)


Estamos muy lejos de pensar la esencia del actuar de modo suficientemente decisivo. Solo se conoce el actuar como la producción de un efecto, cuya realidad se estima en función de su utilidad. Pero la esencia del actuar es el llevar a cabo. Llevar a cabo significa desplegar algo en la plenitud de su esencia, guiar hacia ella, producere. Por eso, en realidad solo se puede llevar a cabo lo que ya es. Ahora bien, lo que ante todo «es» es el ser. El pensar lleva a cabo la relación del ser con la esencia del hombre. No hace ni produce esta relación. El pensar se limita a ofrecérsela al ser como aquello que a el mismo le ha sido dado por el ser. Este ofrecer consiste en que en el pensar el ser llega al lenguaje. El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y poetas son los guardianes de esa morada. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del ser, en la medida en que, mediante su decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian. El pensar no se convierte en acción porque salga de él un efecto o porque pueda ser utilizado. El pensar solo actúa en la medida en que piensa. Este actuar es, seguramente, el mas simple, pero también el mas elevado, porque atañe a la relación del ser con el hombre. Pero todo obrar reside en el ser y se orienta a lo ente. Por contra, el pensar se deja reclamar por el ser para decir la verdad del ser. (Fragmento del primer capítulo).

EJERCITACIÓN EN EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO (Martin Heidegger)


«Ejercitación en el pensamiento filosófico» es el esfuerzo incesante por poder realizar «libremente» este «tipo» de pensamiento. «Libremente», es decir, que sin ser impedidos por opiniones previas y sin dejarnos distraer por el propósito de conseguir «resultados», nos encomendemos por entero a la ley esencial de este pensar y alcancemos la referencia a eso que él piensa. El pensamiento «filosófico», como al fin y al cabo sugiere el adjetivo, funciona como un «tipo» de pensamiento. Otros «tipos» de pensamiento son, por ejemplo, el pensamiento «matemático», el pensamiento «político», el pensamiento «artístico», el pensamiento «económico». A su vez, estos «tipos» de pensamiento en cada caso pueden ser superficiales o ir al fondo, ser negligentes o rigurosos. Ahora bien, para poder comenzar la ejercitación en el pensamiento filosófico tenemos que conocer ya de alguna manera este «tipo» de pensamiento, o, pese a todo, estar informados sobre dónde dar con él. Pero ¿cómo hemos de averiguar cuál es el «tipo» especial del pensamiento filosófico entre los otros tipos? Por ejemplo, podemos intentar poner de relieve los mencionados tipos de pensamiento contrastándolos entre sí, y caracterizar lo peculiar del pensamiento filosófico en su diferencia con todos ellos. Mas para cumplir adecuadamente en cierta medida esta tarea, parece aconsejable establecer previamente qué es en general tal cosa como «el pensamiento». Si procedemos así, dando primero la caracterización general del pensar y haciendo notar después lo particular del pensamiento filosófico, ¿qué es lo que estamos haciendo entonces? (Fragmento del primer capítulo titulado «Ejercitación en el pensamiento filosófico» escrito por Martin Heidegger).

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INTRODUCCIÓN A LA METAFÍSICA (Martin Heidegger)


¿Por qué es el ente y no más bien la nada? Esta es la pregunta. Probablemente no es una pregunta cualquiera. «¿Por qué es el ente y no más bien la nada?» es, al parecer, la primera de todas las preguntas. Es la primera aunque ciertamente no lo es en el orden temporal en el que se sucedieron las preguntas. El ser humano singular, lo mismo que los pueblos, pregunta muchas cosas en su histórico camino a través del tiempo. Antes de topar con la pregunta: ¿por qué es el ente y no más bien la nada? averigua y explora y examina cosas muy diversas y de muy diversas maneras. Hay muchos que no topan nunca con esta pregunta, si entendemos este topar no simplemente en el sentido de escuchar y leer esta frase interrogativa como mero enunciado, sino en el de preguntar la pregunta, es decir, formularla, plantearla, exigirse a sí mismo el estado apropiado para este preguntar. · Y, pese a todo, una vez, quizás hasta de vez en cuando, todos nos sentimos rozados por el oculto poder de esta pregunta sin comprender del todo lo que nos ocurre. Surge, por ejemplo, en momentos de gran desesperación, cuando parece desvanecerse todo el peso de las cosas y el sentido se oscurece por completo. Tal vez se manifiesta tan sólo como una única y sorda campanada cuyo sonido penetra la existencia y que luego se va apagando suavemente. La pregunta está igualmente presente en los súbitos júbilos del corazón, porque en esos momentos todas las cosas se transforman y nos rodean como si eso sucediera por primera vez, y como si pudiésemos comprender antes su inexistencia que su existencia y el que sean tal como son. (Fragmento del primer capítulo titulado "La pregunta fundamental de la Metafísica", escrito por Martin Heidegger).

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LÓGICA (Immanuel Kant)


Todo en la naturaleza animada, como en la inanimada, se rige por reglas, aunque estas reglas no son siempre de nosotros conocidas; así es que en virtud de leyes fijas y determinadas cae la lluvia, se mueven los animales, etc. El Universo entero no es propiamente más que un vasto conjunto de fenómenos sujetos a determinadas reglas; de suerte que nada, absolutamente nada existe sin su fundamento. Por consecuencia de esto, no existen, hablando con propiedad, verdaderas irregularidades; cuando nosotros creemos encontrarlas no es sino que las leyes que rigen los fenómenos que observamos nos son desconocidas. El ejercicio de nuestras facultades se verifica conforme a leyes, a las que desde luego nos ajustamos sin tener conciencia de ello, hasta el punto de que venimos insensiblemente en conocimiento de las mismas por hechos de experiencia y por el continuo uso de las propias facultades. Nosotros mismos concluimos por acomodarnos tan fácilmente a estas leyes, que después nos cuesta gran trabajo el considerarlas de una manera abstracta. Ejemplo de esto tenemos en la gramática general, que es una forma del lenguaje en general. Se habla también sin conocimiento de ninguna regla gramatical, y el que habla de este modo sigue sin embargo una gramática, y habla conforme a reglas, mas no tiene conciencia de nada de esto. Todas nuestras facultades, en particular el entendimiento, están sometidas en su ejercicio a leyes que podemos investigar. Hay más; el entendimiento debe considerarse como el principio y la facultad para concebir las reglas en general. Así como la sensibilidad es la facultad de intuición, así el entendimiento es la facultad de pensar; es decir, la facultad de someter a leyes las representaciones sensibles. El entendimiento tiende a la investigación de las reglas y se encuentra feliz con haberlas hallado. Se trata, pues, de saber, ya que el entendimiento es el principio de las reglas, conforme a qué reglas procede él mismo. 

FUNDAMENTACIÓN DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES (Immanuel Kant)


Ni en el mundo ni, en general, fuera de él es posible pensar nada que pueda ser considerado bueno sin restricción, excepto una buena voluntad. El entendimiento, el ingenio, la facultad de discernir,1 o como quieran llamarse los talentos del espíritu; o el valor, la decisión, la constancia en los propósitos como cualidades del temperamento son, sin duda, buenos y deseables en muchos sentidos, aunque también pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dañinos si la voluntad que debe hacer uso de estos dones de la naturaleza y cuya constitución se llama propiamente carácter no es buena. Lo mismo sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, el honor, incluso la salud y la satisfacción y alegría con la propia situación personal, que se resume en el término , dan valor, y tras él a veces arrogancia. Si no existe una buena voluntad que dirija y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio general de la acción; por no hablar de que un espectador racional imparcial, al contemplar la ininterrumpida prosperidad de un ser que no ostenta ningún rasgo de una voluntad pura y buena, jamás podrá llegar a sentir satisfacción, por lo que la buena voluntad parece constituir la ineludible condición que nos hace dignos de ser felices. (Fragmento del primer capítulo). 

FILOSOFÍA DE LA HISTORIA QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN


Esta edición no sólo debería proporcionar una imagen fiel de la totalidad de la filosofía de la historia de Kant, sino también una cantera rica en conceptos, ideas y métodos para la comprensión de la actualidad a partir del pensamiento kantiano. Bajo esa doble intención las obras seleccionadas son: La Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita, que constituye el eje en torno al cual gira toda la filosofía de la historia de Kant. No podía, por tanto, faltar en esta edición. En respuesta a la pregunta ¿Qué es la ilustración? que, como el artículo anterior, es de 1784, Kant analiza una de sus más firmes convicciones. La libre publicación de las ideas significa, para el madurez histórica y atestigua la existencia de un Estado regido por el derecho. Ésta es una obra particularmente luminosa que aclara la relación del pensador con su tiempo y cómo puede intervenir en el progreso del mismo. 

CRÍTICA DEL JUICIO (Immanuel Kant)


Podemos llamar razón pura la facultad de conocer por principios a priori; y Crítica de la razón pura el examen de la posibilidad y límites de esta facultad en general, sin que nunca comprendamos al hablar de ello más que la razón considerada en un sentido teórico, como ya lo hicimos bajo este título en nuestra primera obra, y sin que intentemos jamás someter también a este examen la facultad práctica determinada por sus propios principios. La crítica de la razón pura, no comprende, pues, más que nuestra facultad de conocer las cosas a priori; no trata más que de la facultad de conocer, con abstracción de sus facultades de sentir y de querer; y aun al ocuparse de la facultad del conocer, no lo hace más que del sentimiento, en el cual busca los principios a priori, haciendo abstracción del Juicio y de la razón (en tanto que se consideran como facultades que igualmente pertenecen al conocimiento teórico), puesto que desde luego hallamos que ninguna otra facultad de las que corresponden al conocer, más que la del entendimiento, puede conducirnos al conocimiento de dichos principios; y por esto la crítica, cuando examina las otras facultades del conocer, para determinar la parte que cada una de ellas puede tener por sí misma en la adquisición del conocimiento, no se ocupa de otra cosa más que de lo que el entendimiento presenta a priori como una ley para la naturaleza y todos sus fenómenos, (cuya forma se da también a priori), y deja todos los demás conceptos puros para las ideas que trascienden de la facultad del conocer teórico, cuyos conceptos, lejos por esto de ser inútiles o superfluos, sirven, por el contrario, de principios reguladores. (Fragmento del prólogo de F. Barni).

CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA (Immanuel Kant)


La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades. La perplejidad en la que cae la razón no es debida a culpa suya alguna. Comienza con principios cuyo uso es inevitable en el curso de la experiencia, uso que se halla, a la vez, suficientemente justificado por esta misma experiencia. Con tales principios la razón se eleva cada vez más (como exige su propia naturaleza), llegando a condiciones progresivamente más remotas. Pero, advirtiendo que de esta forma su tarea ha de quedar inacabada, ya que las cuestiones nunca se agotan, se ve obligada a recurrir a principios que sobrepasan todo posible uso empírico y que parecen, no obstante, tan libres de sospecha, que la misma razón ordinaria se halla de acuerdo con ellos. Es así como incurre en oscuridades y contradicciones. Y, aunque puede deducir que éstas se deben necesariamente a errores ocultos en algún lugar, no es capaz de detectarlos, ya que los principios que utiliza no reconocen contrastación empírica alguna por sobrepasar los límites de toda experiencia. El campo de batalla de estas inacabables disputas se llama metafísica. (Fragmento del prólogo de la primera edición). 

LECCIONES SOBRE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA -3 tomos- G.W.F. Hegel


Hegel dió en total nueve cursos sobre esta materia en las distintas universidades en las que trabajó. La primera vez durante el invierno de 1805-1806 en Jena; las dos ocasiones siguientes en Heidelberg durante los semestres de- invierno de 1816-1817 y 1817-1818; las seis restantes en esta universidad [Berlín] en el verano de 1819 y en los semestres de invierno de 1820-1821, 1823-1824, 1825-1826, 1827-1828. y 1829-1830. Había empezado sus cursos de invierno (entre ellos el décimo de historia de la filosofía) el diez de noviembre de 1831, habiendo dado ya dos clases sobre historia de la filosofía con gran fluidez y amenidad, cuando fué alcanzado por la muerte. De todos estos años sólo poseemos el cuaderno de Jena, en cuarto, escrito de su puño y letra y revisado casi totalmente por lo que se refiere al esrilo; en aquella época no se atrevía aún a confiar sus lecciones a la memoria. A este cuaderno se añade un pequeño resumen de historia de la filosofía, también en cuarto, que escribió en Heidelberg y destinado a ser desarrollado en clase. Contiene, en pocas y cuidadas palabras, los momentos principales de cada filósofo. Todas las adiciones hechas en los cursos posteriores están, en parte, escritas o esbozadas al margen del cuaderno de Jena o del resumen, y en parte en una serie de hojas sueltas que añadió a éstos. Lo escrito en estas hojas carece de estilo, se trata más bien de pensamientos anotados rápidamente sobre el papel, pero tiene un valor inmenso, pues certifica, de su puño y letra, las fecundas adiciones hechas por Hegel en los cursos posteriores; gracias a ellas puede verse claramente lo que la exposición libre, tal como se encuentra en los apuntes de sus alumnos, hacía de estos esquemas y dónde y cómo debió ser rectificada esta exposición, o mejor dicho su copia escrita, por ellos. (Fragmento del prólogo escrito por Karl Ludwig Michelet).

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CIENCIA DE LA LÓGICA (G.W.F. Hegel)


A pesar de la importancia que tiene entre las obras hegelianas la Wissenschaft der Logik (Ciencia de la Lógica), no existía hasta una fecha no lejana (1929) sino una única traducción: la versión italiana, excelente por cierto, de Arturo Moni (Bari, Laterza, 1925, en tres tomos), a la que se agregó, en la fecha indicada, la inglesa de Johnston y Strutbers, seguida por la francesa de S. Jankélévitch (París, Aubier, 1947-1949). Todas las traducciones hasta entonces publicadas (francés, inglés, castellano, etc.) que se conocían con el título de Lógica de Hegel, provenían de la exposición más breve y sintética que constituye la primera parte de la Enzyklopädie der philosophischen Wissenschaften im Grundrisse (Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas en compendio), publicada por Hegel en 1811, y ampliada sucesivamente por él mismo en la segunda edición de 1821 y en la tercera de 1830, y por sus discípulos Von Henning, Michelet y Botoumann en la edición de 1832-45 que suele llamarse La Gran Enciclopedia, y contiene los agregados (Zusätze) introducidos por los tres discípulos mencionados utilizando apuntes de las clases, preparados por el autor o recogidos por alumnos. Incluso la muy conocida traducción francesa de Augusto Véra (Logique de Hegel, traduite pour la premiére fois et accompagnée d'un commentaire perpétuel, Paris, Ladrange, 1859, en 2 vols.; 2 ed. Germer Bailliére, 1874), ha sido hecha sobre la primera parte de la Enciclopedia, siguiendo (8 a ) la edición de Voz Henning (primera parte de la Gran Enciclopedia), a cuyos agregados añadió Véra sus propios comentarios, resumiendo partes de la obra mayor. Versiones de la primera parte de la Enciclopedia son igualmente las traducciones españolas de la Lógica (de A. M. Fabié, 1172; de Antonio Zozaya, 1892; y de Ovejero y Maury, 1 y 2ª edición sin fecha, 3 de 1918 y de 1944). (Fragmento del prólogo escrito por Rodolfo Mondolfo).

INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA (G.W.F. Hegel)


Hegel fue el primero en descubrir la relación que existe entre el pensamiento filosófico y la sociedad concreta, histórica, de donde surge. La filosofía es, en último término, representación del espíritu de su tiempo (de sus grandezas y de sus miserias), y la historia de la filosofía, en cuanto desenvolvimiento en el tiempo del pensamiento humano, es la filosofía misma («el estudio de la historia de la filosofía es el estudio de la filosofía misma»). Antes de Hegel, pues, ningún filósofo — con la única excepción de importancia de Aristóteles en su libro primero de la Metafísica— se había preocupado por integrar las tesis de sus predecesores. Y ello por dos razones, que el propio Hegel se encarga de exponer en esta Introducción a la historia de la filosofía, concretamente en el Suplemento, donde expone el concepto y la definición de la historia de la filosofía. Hasta Hegel, el contenido de esta historia era considerado como una «narración de diversas opiniones», es decir, algo ocioso, de interés puramente erudito por su inutilidad. O bien no era tenido en cuenta, porque los sistemas filosóficos eran considerados desde un punto de vista exclusivo: había que decidirse por uno de ellos como único legitimador de la verdad, y en consecuencia los restantes eran falsos. A estas dos cuestiones Hegel responde aduciendo que una filosofía no es, en ningún momento, mero opinar, sino «ciencia objetiva de la verdad, ciencia de su necesidad, conocer conceptual», y que las distintas filosofías de entrada tienen en común el ser filosofía. (Fragmento de los comentarios de la obra).

FILOSOFÍA DEL DERECHO (G.W.F. Hegel)


Para Alemania, en resumen, la crítica de la religión está terminada y la crítica de la religión es la premisa de toda crítica. La existencia profana del error está comprometida, cuando se impugna su celeste oratio pro aris et focis. El hombre que ha encontrado sólo el reflejo de sí mismo en la fantástica realidad del cielo, donde buscaba un superhombre, no se sentirá más dispuesto a encontrar sólo la apariencia de sí mismo, sólo la negación del hombre, donde indaga y debe buscar su verdadera realidad. El fundamento de la crítica religiosa es: el hombre hace la religión, y no ya, la religión hace al hombre. Y verdaderamente la religión es la conciencia y el sentimiento que de sí posee el hombre, el cual aún no alcanzó el dominio de sí mismo o lo ha perdido ahora. Pero el hombre no es algo abstracto, un ser alejado del mundo. Quien dice: "el hombre", dice el mundo del hombre: Estado, Sociedad. Este Estado, esta Sociedad produce la religión, una conciencia subvertida del mundo, porque ella es un mundo subvertido. La religión es la interpretación general de este mundo, su resumen enciclopédico, su lógica en forma popular, su point d'honneur espiritualista, su exaltación, su sanción moral, su solemne complemento, su consuelo y justificación universal. Es la realización fantástica del ser humano, porque el ser humano no tiene una verdadera realidad. La guerra contra la religión es, entonces, directamente, la lucha contra aquel mundo, cuyo aroma moral es la religión. La miseria religiosa es, al mismo tiempo, la expresión de la miseria real y la protesta contra ella. La religión es el sollozo de la criatura oprimida, es el significado real del mundo sin corazón, así como es el espíritu de una época privada de espíritu. Es el opio del pueblo. (Fragmento del prólogo escrito por Karl Marx).

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FILOSOFÍA DE LA HISTORIA (G.W.F. Hegel)


El intento de dar un sentido filosófico al desarrollo histórico no es nuevo. San Agustín, Bossuet, Vico, Kant y Herder entre otros anteriores y los actuales Spranger, Toynbee y Sorokin son cumplidos ejemplos. HEGEL destaca entre ellos por su acusada personalidad. En la FILOSOFÍA DE LA HISTORIA queda plasmado totalmente su sistema filosófico, viniendo de la región de lo abstracto a vestirse con un ropaje concreto y humano y es, por tanto, la mejor vía para penetrar en su estudio. Ahora bien, si la importancia de un sistema se debe juzgar por la amplitud del horizonte metódicamente explorado y por la profundidad de la resonancia en el propio tiempo, la filosofía de HEGEL es significativa en el siglo XIX. Pero independientemente de su desarrollo, para y contrahegeliano, que se ha suscitado en la historia especifica y técnica de la filosofía, para darse cuenta de su significación en nuestro siglo, basta pensar en el hecho de que se han apoyado en ella para obtener una justificación lógica y cultural las nuevas ideologías políticas tales como el constitucionalismo conservador, el liberalismo, el socialismo marxista y el nacionalismo de manera que se puede afirmar que el siglo de HEGEL está lejos todavía de haber desaparecido. Esta sola consideración sería suficiente a nuestro propósito si no contáramos además y a mayor abundamiento, que la FILOSOFÍA DE LA HISTORIA es un ejemplo claro de cómo un sistema puede configurar unas realidades con la imposición de unos esquemas, de un patrón, a unos hechos que de otro modo parecerían incontrovertibles. Y que ésta es, actualmente, la técnica de la información, parece estar fuera de toda duda. (Fragmento del comentario de la obra).

FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU (G.W.F. Hegel)


Es natural pensar que, en filosofía, antes de entrar en la cosa misma, es decir, en el conocimiento real de lo que es en verdad, sea necesario ponerse de acuerdo previamente sobre el conocimiento, considerado como el instrumento que sirve para apoderarse de lo absoluto o como el medio a través del cual es contemplado. Parece justificada esta preocupación, ya que, de una parte, puede haber diversas clases de conocimiento, una de las cuales se preste mejor que las otras para alcanzar dicho fin último, pudiendo, por tanto, elegirse mal entre ellas; y, de otra parte, porque siendo el conocimiento una capacidad de clase y alcance determinados, sin la determinación precisa de su naturaleza y sus límites captaríamos las nubes del error, en vez del cielo de la verdad. E incluso puede muy bien ocurrir que esta preocupación se trueque en el convencimiento de que todo el propósito de ganar para la conciencia por medio del conocimiento lo que es en sí sea en su concepto un contrasentido y de que entre el conocimiento y lo absoluto se alce una barrera que los separara sin más. En efecto, si el conocimiento es el instrumento para apoderarse de la esencia absoluta, inmediatamente se advierte que la aplicación de un instrumento a una cosa no deja a ésta tal y como ella es para sí, sino que la modela y altera. Y sí el conocimiento no es un instrumento de nuestra actividad, sino, en cierto modo, un médium pasivo a través del cual llega a nosotros la luz de la verdad, no recibiremos ésta tampoco tal y como es en sí, sino tal y como es a través de este médium y en él. En ambos casos empleamos un medio que produce de un modo inmediato lo contrario de su fin, o más bien el contrasentido consiste en recurrir en general a un medio. (Fragmento de la introducción escrita por G.W.F.Hegel).

ESCRITOS PEDAGÓGICOS (G.W.F. Hegel)


Los textos aquí presentados pertenecen al periodo de Nuremberg, con excepción del informe de 1822, referente a la enseñanza de la filosofía en el Gimnasio, que corresponde al periodo de Berlín. Aparecen en primer lugar los discursos que Hegel pronuncia en su condición de rector del Gimnasio en 1809, 1810, 1811, 1813 y 1815. A continuación figuran cuatro informes. Dos se refieren a la enseñanza de la filosofía en el Gimnasio, a saber, el informe para Niethammer de 1812 y el de 1822 para las autoridades académicas prusianas. Un tercer informe, destinado al profesor y consejero del gobierno prusiano Fr. von Raumer, versa sobre el problema de la enseñanza de la filosofía en las universidades y, finalmente, un informe acerca de la relación del Instituto Real con los demás institutos de enseñanza. Como apéndices aparecen, en primer lugar, la carta de Hegel a Niethammer del 23 de octubre de 1812, en la que matiza ulteriormente el sentido de su informe sobre la enseñanza de la filosofía en el Gimnasio, En segundo lugar, se ofrece un fragmento de un curso para la clase inferior (Unterkiasse) sobre doctrina del derecho, de los deberes y de la religión. Puede servir de muestra de la propedéutica hegeliana. En él, Hegel aborda de una manera clara y sencilla el problema de la formación (Bildung). (Introducción de la obra).

ENCICLOPEDIA DE LAS CIENCIAS FILOSÓFICAS EN COMPENDIO (G. W. F. Hegel)


La necesidad de poner en las manos de los alumnos un hilo conductor para mis lecciones de filosofía es lo que me ha decidido a publicar, antes de lo que hubiera sido mi intención, esta visión de conjunto del ámbito total de la filosofía. La naturaleza de un compendio no solamente excluye el desarrollo exhaustivo de las ideas con arreglo a su contenido, sino que limita también especialmente la explicitación de su deducción sistemática, la cual debe contener lo que en otro tiempo se entendió como prueba y que es imprescindible a cualquier filosofía científica. El título del libro debía indicar, por una parte, que abarca un todo y, por otra, la intención de reservar las particularidades para la exposición oral. Pero cuando se trata de un compendio, más [bien] se atiende únicamente a una finalidad extrínseca de la ordenación y composición, si lo que se pretende transmitir con intencionada brevedad es un contenido que se da por supuesto y es [ya] bien conocido. En tanto la presente exposición no se encuentra en este caso, sino que se trata de una reelaboración de la filosofía con arreglo a un [nuevo] método que, como espero, llegará a ser reconocido como el único verdadero, idéntico al contenido48, hubiera podido tener por más ventajoso para el público, si las circunstancias me lo hubieran permitido, hacer preceder un trabajo más detallado sobre las otras partes de la filosofía semejante al que [ya] he entregado al público sobre la primera parte de la totalidad [del sistema, es decir], la lógica. (Fragmento del prólogo de la primera edición escrita por G.W.F. Hegel).

SOBRE EL INFINITO UNIVERSO Y LOS MUNDOS (Giordano Bruno)


Durante el año 1584 Bruno vive en la capital de Inglaterra, protegido por Miguel de Castelnau. Es éste un año fecundo en publicaciones y hasta se puede decir que en él edita el trashumante dominico italiano sus primeras y más importantes obras filosóficas. En efecto, en 1584 salen a luz en Londres La cena de las cenizas (La cena de le ceneri), Sobre la causa, el principio y el uno (De la causa, principio e uno) y Sobre el infinito universo y los mundos (Del infinito universo e mondi) Estos tres diálogos, escritos en italiano (y no en latín, como las obras logísticas y mnemotécnicas), reciben el nombre de “diálogos metafísicos”, por contraposición a otros tres publicados entre 1584 y 1585 y escritos también en italiano (Spaccio de la bestia triunfante, Cabala del cavallo pegaseo, y De glieroici furori), que suelen denominarse “diálogos morales”. De los “diálogos metafísicos” hay dos, La cena de las cenizas y Sobre el infinito universo y los mundos, en los cuales ocupan lugar preeminente las discusiones de carácter astronómico. Si se los llama “metafísicos” es porque, como dice Gentile, “el motivo del filosofar de Bruno, aun en tales discusiones, es francamente metafísico y porque la física aristotélica, a la que ésta de Bruno pretende reemplazar y a la que combate en su propio terreno y con sus propias armas, es, de hecho, como se sabe, un cuerpo de doctrinas puramente metafísicas en torno a la naturaleza”. Más adelante, antes de caer en las garras de la Inquisición, publicará otros escritos filosóficos, aunque no ya en italiano sino en latín. (Fragmento del prólogo de Ángel J. Cappelletti).

EPICURO, EL LIBERTADOR (Carlos García Gual)


He aquí una filosofía que tiene la virtud de suscitar el apasionamiento En pro o en contra invita a tomar partido. El rechazo escandalizado o la adhesión entusiasta han señalado, a lo largo de la historia, el contacto con la doctrina de Epicuro; una doctrina que, con afán evangélico, busca y promete a sus adeptos la felicidad, ofreciéndose como remedio contra el dolor y los sufrimientos, como la medicina contra las enfermedades de la vida espiritual. Seguramente ninguno de los pensadores de la antigüedad ha sido tan calumniado ni tan trivialmente malinterpretado como Epicuro. Tampoco ninguno ha suscitado alabanzas tan entusiastas. Para sus discípulos era como un dios, al decir de Lucrecio (V, 8); para otros, el primer cerdo de la piara epicúrea, ese rebaño jovial al que el poeta Horacio se jactaba irónicamente de pertenecer. Del epicureísmo, que no fue una teoría de talante escolar, sino una concepción del mundo abierta a los vientos callejeros y radicada en una circunstancia histórica bien precisa, la del ocaso político de la ciudad griega a fines del siglo IV antes de Cristo, nos han llegado a nosotros ecos muy dispersos, y matizados con frecuencia de afectividad. De los numerosos escritos de su fundador, uno de los filósofos antiguos de mayor producción literaria, no nos queda casi nada. Ni un libro del casi medio centenar de tratados que escribió Epicuro. Tan sólo breves fragmentos, algunas sentencias escogidas, y tres cartas o epítomes, preservadas por un azar feliz. (Fragmento del primer capítulo).